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Era difícil ser la melliza del chico popular de tu instituto y encima pertenecer a su mismo grupo de baile, siendo así la única chica.
Era horriblemente difícil.
La gente solía pensar que ser hermana del típico chico popular te hacía popular también. No era verdad. Y si lo fuera, su caso era la excepción de la norma.
Ella misma era la excepción de la norma.
SaeByeol estaba sentada debajo del sauce del patio que tenía su instituto. Era un lugar lleno de calma, pacífico, como ella. Era el sitio donde se sentía más cómoda de todo el instituto, hasta de los alrededores de la zona. Podía hacer cualquier cosa y nadie la iba a molestar, nadie pasaba por esa zona.
La chica de pelo cobrizo leía uno de sus poemarios favoritos. Le encantaba la poesía, era lo que más la llenaba. Cada vez que leía un nuevo poema sentía cómo en su interior iba creciendo una pasionaria que no tenía intenciones de parar. Su pasión por la poesía no paraba ahí: también escribía. ¡Y cómo lo hacía! Aunque ella no tuviese confianza en sí misma, nada más coger un papel y un bolígrafo, sus manos conseguían llenar mil universos en un lienzo en blanco. Era mágico lo que conseguía hacer.
Ella en su totalidad era mágica.
Por mucho que no fuera popular, la gente podía ver en ella esa magia. Veían cómo caminaba, como si fuera una gacela, pasos firmes pero delicados. Transmitía una paz inefable, un sentimiento de confortabilidad que atraía. Pero nadie se le acercaba. Ninguna triste alma. Ella tampoco quería. A su lado siempre tenía a YeeRae y a MyeongEun, sus dos mejores amigas.
SaeByeol no era conocida por su presencia etérea.
Era conocida por ser la hermana melliza de San, el chico más popular de su instituto junto a sus siete amigos más. Los nueve pertenecían al mismo grupo de baile. A parte de su pasión por la poesía era una excelente bailarina, igual que su hermano.
Se notaba que los dos eran mellizos. Ya no solo por su físico. A parte de ser dos hermanos extremadamente atractivos, la actitud, las bromas, la conexión... Eso no se tenía en una amistad normal. San y SaeByeol se entendían con tan solo mirarse. Se podían leer el alma a través de sus ojos avellanas.
San era muy protector con su hermana. A pesar de que entendía que ella no quisiera pertenecer al círculo de los populares, le producía un poco de inseguridad no tenerla en su radar de visión. Sabía perfectamente la situación en la que ella se encontraba por tener esas dos condiciones que parecían inocentes: ser su hermana y estar en su grupo de baile.
En realidad para nadie era una novedad que YuNa y su círculo de amigos se metian con SaeByeol. Todo el instituto lo sabía.
Cómo olvidar aquel día donde YuNa ridiculizó a SaeByeol delante de medio instituto en el pasillo.
No hacía mucho tiempo. Tres meses.
SaeByeol venía de hacer educación física y se había dejado la mochila en la taquilla. Fue corriendo a buscarla pero al abrirla, no había mochila. No había nada.
