choi san

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El cielo estaba tranquilo, como era habitual, y eso era un aburrimiento por completo

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El cielo estaba tranquilo, como era habitual, y eso era un aburrimiento por completo. No tener nada que hacer la desesperaba. Quería moverse, correr, saltar, ayudar... Hacer algo productivo con su larga vida inmortal.

Bufó y se levantó de la cama, estirándose mientras resonaba por toda la habitación los crujidos que hacían sus huesos. Ser inmortal no la libraba de nada de eso. Se miró al espejo. Cally era una chica bastante alta pero no sobresalía de la norma. Tenía el pelo largo hasta la cintura y ondulado. Era de un negro brillante con mechones blancos. Resaltaba en cualquier multitud. Lo normal en el cielo era llevar el pelo con tonos más discretos, como castaños, rubios oscuros o hasta negros, pero no negros con mechones blancos, eso era exclusivo para la gente o los familiares directos de cargos altos. Sus ojos eran grandes; su ojo derecho era de un tono violáceo y el izquierdo avellana. Iba toda de blanco pero sus pantalones estaban rotos al haber escalado para llegar al balcón de su habitación. Le había parecido mejor idea esa que entrar por la puerta normal.

Se puso un nuevo par de pantalones y salió de su habitación con la intención de encontrar alguna aventura.

Al salir una fila de ángeles arrodillados se encontraban saludándola. Le incomodaba muchísimo aquella situación. Entendía que al ser hija de la mano derecha de Dios le tuvieran que mostrar respeto pero eso era demasiado, sentía que perdían su dignidad como ángeles. Tampoco podía decirles que no porque actuaban automáticamente y decirles que hicieran algo que saliera fuera de la norma no les producía más que ansiedad.

Los saludó rápidamente y salió corriendo de la casa.

Antes de poder darse cuenta estaba en el suelo después de colisionar con alguien. Se quedó ahí tumbada, intentando recuperar el aire y analizar qué había pasado. Cuando levantó la cabeza pudo ver a un chico ángel delante de ella mirándola con curiosidad. Era San, su mejor amigo. Volvió a bufar por segunda vez en el día.

―Sí, hola a ti también, estoy genial, ¿y tú cómo estás? ―le dijo San sarcásticamente mientras la ayudaba a levantarse.

―Estaría mejor si no fuera porque me has tirado al suelo ―le dijo Cally mientras lo fulminaba con la cara.

―No, no, perdona pero...

―Perdonado ―le dijo Cally sin dejarlo acabar la frase mientras seguía caminando―. ¿Me acompañas? Estoy en busca de aventuras.

―Cualquiera que te viera pensaría que eres un mutante y no un ángel con esa hiperactividad y ganas de vivir aventuras ―le dijo San mientras le revolvía el pelo.

―Punto número uno, no me vuelvas a llamar mutante ―le dijo mientras le iba dando golpes. Había tocado un tema sensible―. Punto número dos, perdona pero eres tú quien siempre me acompaña así que aplícatelo. Y punto número tres, me vuelves a tocar mi precioso pelo y te corto las manos.

―¡Claro que te voy a acompañar! Imagínate que te pasa algo en esas aventuras tuyas, ¿qué haríamos? ¿Quién te ayudaría? ¿Qué haría yo? ¿Es que nunca piensas en tu mejor amigo? ―le dijo mientras hacía un puchero. Sí, eran mejores amigos pero eso no quitaba que San hubiese desarrollado sentimientos hacia Cally― Igualmente, ¿cómo va el ojo?

𝐀𝐓𝐄𝐄𝐙 𝐈𝐌𝐀𝐆𝐈𝐍𝐀𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora