Capitulo 3

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~16 DE MARZO~

-¡Sabrina!

-¡Hola! -Dije una vez que George me abrió la puerta para abrazarme.

-Menos mal que te dignas a visitarnos, hija.

-Ya, ya, no me regañes más.
-Dije cerrando la puerta de la casa para entrar. -¿Y John?

-Aún no ha llegado.

-Ah... -Entré al salón dándome cuenta de que la decoración había cambiado mucho. -Que molón el salón así.

-¿Verdad? -Oí su risa haciéndome sonreír. -A John no le gusta, pero el que decora la casa soy yo. ¿Y tú?

-¿Yo qué?

-Tú también has cambiado, Sabri.

-Oh, mmm... Es que tengo que contaros algo...

-¿El qué?

-Mejor cuando llegue papá.

-Vale, ¿me ayudas a terminar de preparar el almuerzo?
-Preguntó y yo asentí para levantarme y caminar hacia la cocina.

Terminamos de preparar el almuerzo y recibimos a papá en cuanto llegó para luego sentarnos a comer donde pude contarle a George sobre mi nuevo trabajo reservándome la otra noticia para el final.

-¿Nos dirás ahora?

-Si... -Me sequé las manos en el paño que había colgado a un lado de la encimera para luego salir de la cocina detrás de ellos. -Es mejor que os senteis.

-¿Qué pasa?

-Me estás asustando ya, Sabrina...

-Tampoco es para tanto, pero...
-Cogí aire para soltarlo. -A ver como lo digo, mmm...

-Dilo ya, Sab.

-Estoy embarazada.

-¿Qué? -Dijeron ambos a la vez sorprendidos.

-¿Pero qué dices, Sabrina? -Dijo ahora John con claro enfado.

-¡¿Tienes novio y no nos dijiste?!

-Aún no he terminado de hablar...

-¿Es que hay más? -Asentí jugando con mis manos.

-Eem... No tengo novio. -George frunció el ceño.

-¿Entonces?

-¡Oh, por Dios! ¡No me digas que ese bastardo les abandonó!

-Que no, papi. Lo que pasa es que decidí... Decidí ser madre de alquiler...

-¡¿QUÉ?! -George abrió demasiado los ojos antes de tirarse de espaldas al sillón dramáticamente mientras que John me miraba igual de confundido. ¿Pero tan malo era lo que había dicho?

-Estás bromeando con nosotros, Sabrina.

-Que no, papá. Me inscribí en una página web y me llamaron. ¿Qué tiene de malo?

-¡¿Pero te estás escuchando?! No vas a querer separarte de ese bebé cuando nazca. -Negué efusivas veces con la cabeza.

-Si Bianca lo hizo, yo también puedo hacerlo ¿saben? El todo es no cogerle cariño.

-¡Por favor, Sabrina! Que a un niño se le coge cariño a la mínima.

-No, George.

-Quiero ver el contrato. -Dijo John completamente serio.

-Claro, papá. Te lo pasaré por correo en cuanto pueda.

-¿Pero tú estás segura de esto?

-Tampoco es tan complicado. En cuanto el bebé nazca, el padre se lo llevará y terminará de pagarme.

-¿Y quien es el padre?

-No lo conozco físicamente, pero se llama Samuel Marshall.

-¿Haz probado en buscarlo en las redes sociales? -Asentí ante el comentario que había hecho George.

-Si, pero no tiene.

-Es extraño...

-Todos no tenemos de esas cosas, George. -Le respondió John un poco más relajado.

-Bueno, pues eso... Siento habérselos ocultado tanto tiempo, pero es que no sabia como decirlo...

-¿Tanto tiempo? ¿Pero cuantos meses tienes?

-Cinco recién.

-¿Ya? ¡Pero si apenas se te nota! -Me encogí de hombros para levantarme la camiseta.

-La ropa engaña, papá.

-¡Santo cielo! -Volvió a gritar George haciéndome rodar los ojos. -Hola, jovenci... ¿Sabes qué es?

-No, el señor Marshall quiere que sea una sorpresa.

-¿Y tú?

-¿Qué quiero que sea? -John asintió. -A mi me da igual el sexo. Creo que es más importante que esté sano y es como está.

-¡Pues yo si quiero saber el sexo! ¿A qué si, bebé? Por cierto, soy el abuelo George.

-No eres su abuelo, papi. Deja de decir esas cosas. -Volví a colocarme la blusa después de apartarle las manos de mi cuerpo. -Ninguno de nosotros somos su familia.

-¡Pero si lleva tu sangre!

-¿Y? Yo también llevo la sangre de Bianca y mira.

-Pero no te compares con ella, Sabrina. Bianca solo nos hizo un buen favor a nosotros.

-Y yo le estoy haciendo un buen favor al señor Marshall, papá, lo que pasa que cobro por ese favor.

-Si te hacia falta el dinero solo tenias que...

-No me hace falta el dinero, John. Lo hice porque quise ¿vale? Pienso que esto que hago es algo bonito para otra persona.

-Para ti no lo va a ser.

-Claro que si, no seáis pesados.

-¡Oye! -Sonreí inocentemente antes de que George siguiera haciéndome preguntas relacionadas con el señor Marshall.

No tenía porqué haberles contando nada...

Lazos De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora