Capitulo 30

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~10 DE ABRIL~

-¿Te gustó volver a cenar aquí?

-Sí... –Murmuré intentando sonreír a la vez que esquivaba su mirada.

Hoy, como el mes pasado, estábamos de "celebración" en el jardín trasero de casa. Se cumplía un año de nuestro acuerdo en el que ambos nos habíamos dado una oportunidad para conocernos y convertirnos en los padres de Joyce. Se suponía que debía estar feliz, pero... 

-¿Sab? ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí, no te preocupes. –No, deberías preocuparte porque no estoy bien, y eso es precisamente por tu culpa.

Volví a esquivar su mirada concentrándome en la copa de vino que había sobre la mesa.

Once días habían pasado desde que había escuchado por error aquella conversación. Once días en los que mi cabeza no había dejado de pensar en qué había llevado a Dawson a estar con otra... Once días en los que lo había evitado al máximo y que, sin darse cuenta, él había ayudado mucho en eso. La mayoría de los días volvía tarde a casa diciendo que estaba en reuniones de última hora, pero yo ya no podía creerlo. No después de lo que había escuchado.

-Bueno, pues haré como que te creo para darte esto. –Alcé la mirada para verlo sacar una cajita azul del interior de su bolsillo. ¿Eran los pendientes que había descubierto en su despacho? Porque sí, aún no me los había dado y me temo que estaba sospechando que aquellos pendientes no eran para mi...

-No tenías que darme nada.

-Lo sé, y sabía que dirías eso, pero no pude contenerme. –Me tendió la caja sonriendo. Siento mucho no poder decir lo mismo de mi.

Abrí la caja descubriendo un colgante de plata del que le colgaba un dije con la letra S adornada de pequeños diamantes.

-¿Te gusta? Me acordé de ti nada más verlo. –Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras que yo hacía todo lo posible por no pestañear para no derramarlas.

Llevaba once días agotada mentalmente pensando en lo que había hecho mal. Once días evitando todo lo posible el contacto físico con él excusandome en que tenía el periodo o que me dolía la cabeza. Once días en los que mi cabeza me decía que hablara con él y mi corazón que no lo hiciera por miedo a perder todo lo que habíamos construido.

-¿Estás llorando? –Preguntó confundido pasando sus pulgares por mis mejillas. –Sabrina, no estás bien. ¿Qué te pasa? No creo que estás lágrimas sean de emoción precisamente. Llevas estos días muy rara, Sabri...

-¿T-te arrepentiste de esto?

-¿Qué? ¿De qué?

-De lo nuestro. –Confesé al fin soltando la caja sobre la mesa para mirarlo a los ojos. –Sabia que solo era cuestión de tiempo hasta que decidieras a aceptar la realidad de la situación...

-¿De qué diablos hablas, Sabrina?

-¡De nuestro parentesco! Recapacitaste y al fin llegaste a la conclusión de que no podemos estar juntos, ¿verdad? ¿Es eso? ¿Por eso decidiste buscar... –No pude terminar la frase a causa de mis sollozos. Mierda, no quería alterarme. –¿Cómo se llama, Dawson?

-¿Cómo se llama quién? ¿Y por qué diablos vuelves a sacar ese tema? ¡Ya te dije que me daba igual la relación biológica que tengamos!

-No te hagas el tonto. Sé perfectamente que estás viéndote con otra. –Su rostro palideció confundido antes de mirarme dolido.

-¿De qué hablas? No he vuelto a estar con ninguna otra chica que no seas tú, Sabrina. ¡Por favor! Me ofendes...

Lazos De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora