-Te extraño mucho, Dara. Deberías regresar ya.
-¡Y yo a ti, amiga! Pero sabes que mi deber es estar junto a mi padre...
-Lo sé, lo sé. –Suspiré para mirar por la ventana. –¿Se encuentra mejor?
-Más o menos, pero lo importante es qué esté vivo.
-Si, eso sí.
-¿Y tú como estás?
-Muy bien. Por cierto... Te llamaba entre otras cosas para decirte que conseguí trabajo.
-¿Si? ¡Me alegro mucho, amiga! Es lo que te mereces. ¿Y dónde es?
-En una empresa llamada C&C Enterprise. Hoy tuve la entrevista y ¡me cogieron!
-Que guay, espero que éste te dure para largo.
-Si, esperemos que así sea...
–Del otro lado del teléfono oí una voz desconocida que le decía algo a mi amiga.-Tengo que colgar, Sabri. El doctor quiere hablar conmigo.
-No te preocupes, Dara. –Nos despedimos y colgué para resoplar.
Dara era mi mejor amiga desde la infancia. Nos conocimos el primer curso de colegio y desde ahí nos habíamos vuelto inseparables. Su padre vivía en Nueva York y había tenido que estar ingresado en el hospital a raíz de un infarto que le había dado.
¿Y ahora que hacia? ¡Ah, ya sé! Llamaré a papá.
-¿Si?
-¡Papi!
-Hola, princesa. ¿Cambiaste de móvil?
-No, ¿por qué?
-Porque no me salia tu número...
-Pues no sé, papi. ¿Cómo estás?
-Bien, cariño. ¿Y tú?
-Muy bien también. ¿Y papá? Hace tiempo que tampoco hablo con él...
-¡Hace tiempo que no hablas con nadie! –Gritó George del otro lado del móvil.
-Lo sé, y lo siento. –Dije riendo haciéndolo suspirar.
-Tu padre también está bien. Trabajando como siempre, pero bueno. Por cierto... ¿Sabes qué Bianca tiene novio?
-¿Qué? ¡Pero será zorra la tía!
-¡Sabrina! No hables así de tu madre, por favor. –Rodé los ojos al oír eso.
No me gustaba que dijeran que Bianca era mi madre porque no lo era. O sea, biológicamente si lo era, pero yo no le pertenecía.
John y George decidieron tener un hijo poco después de casarse. George quería adoptar mientras que John prefería que ese bebé tuviera al menos la sangre de uno de ellos. Por lo que terminaron pidiéndole ese favor a su mejor amiga Bianca.
-No sabia nada...
-Hombre, si tampoco la llamas.
-Si, vale, vale. Llamaré a papá y a Bianca, ¿vale?
-Perfecto.
-Pues muy bien. Hablamos otro día, papi. ¡Adiós!
-¡Ni se te ocurra colgarm...
–Colgué antes de que siguiera regañandome como si aún tuviera cinco años. Anda, incluso se me había olvidado decirle lo de mi trabajo nuevo...Ahora marqué el número de John y esperé a que éste me respondiera.
John era un excelente abogado que trabajaba en el mejor bufete que había en la ciudad. Desde que tengo uso de razón, siempre recordaba a papá trabajar fuera de casa por horas, pero eso no le impidió darme el mismo cariño paternal que me daba George.
¿Qué como los diferenciaba? Fácil, a George lo solía llamar papi mientras que a John le decía papá.
-¡Princesa!
-¡Hola, papá! –Sonreí al oír su risa al otro lado de la línea.
–¿Cómo estás? Te he extrañado mucho.-Y yo a ti, Sab. ¡Nos has tenido abandonados todo este tiempo!
-Perdón, perdón. George me dijo casi lo mismo...
-Así que lo llamaste a él primero ¿eh?
-Creí que estaban los dos juntos. ¿Te interrumpo?
–Pregunté al recordar que estaba trabajando.-Tú nunca interrumpes nada, cariño.
-Genial. –Murmuré volviendo a sonreír. –¿Cuándo puedo ir a visitarlos?
-Cuando quieras. Sabes que nuestra casa es tu casa aunque ya tengas la tuya propia.
-Lo sé, pero prefiero pedir permiso antes.
-Está bien. ¿Cómo te va en la búsqueda del trabajo?
-Fenomenal, también llamaba para eso, el lunes empiezo en una empresa.
-¿En serio? Que bien, hija. Me alegro mucho por ti.
-Gracias, papá. Oye, una cosa... ¿Es eso cierto de que Bianca tiene un nuevo novio?
-¿Pero ya te fue tu padre con el cuento? Que chismoso es... –Reí para acomodarme mejor en el sillón.
-Si, me lo contó. Me parece muy fuerte que no me haya dicho nada.
-Bueno, sus razones tendrá, princesa. Recuerda que tu tampoco la llamas muy seguido.
-Lo sé, pero es que no me nace.
-Sin embargo, te enoja que no te cuente las cosas...
-¡Si! –Dije bufando. –¿Está mal lo que hago?
-En realidad no. Nosotros te dimos a elegir si querías relacionarte con ella o no. No nos metemos en eso, Sabri.
-Es que no me nace, papá. Debería de estar más unida a ella, pero no quiero.
-Es tú decisión y todos lo aceptamos, o por lo menos, yo lo acepto.
-Y por eso eres mi favorito...
-Cómo George se entere de esto, se te cae el pelo. –Ambos reímos ante su comentario. Amaba estas conversaciones que tenía con mi padre.
-Bueno, creo que va siendo hora de que te deje. Tienes que seguir trabajando.
-Claro, princesa. ¿Prometes visitarnos pronto?
-Por supuesto, mañana mismo. Te quiero.
-Y yo a ti, cariño. –Colgué aún con una sonrisa en la boca.
John era el mejor padre del mundo. Era mi gran apoyo emocional y mi papá favorito. Esto no quiere decir que no quiera a George porque está claro que también lo quiero, pero lo que me une a John, a parte de la sangre, es un lazo más fuerte que todo lo demás.
Miré el móvil dudando en si llamar a Bianca o no. No me apetece mucho hablar con ella, pero...
Suspiré. Realmente yo era una desagradecida. Debería de tener más contacto con la mujer que, en parte, me dió la vida.
-No, yo no quiero que el hijo del señor Marshall se relacione conmigo.
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Lazos De Sangre
Ficção GeralLa vida de Sabrina Hamilton era tan normal como la de cualquier otra persona. A sus veinticinco años, aún se encontraba buscando trabajo en cualquier empresa, le daba igual el puesto que fuera mientras que cobrara un sueldo para poder mantener el pe...