Capitulo 28

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~14 DE FEBRERO~

-Sab...

-¿Mmm...?

-Tengo que irme ya... –Aún medio dormida, abrí los ojos viendo como Dawson se movía por la habitación iluminada por la lámpara de noche de su mesita.

-Y-ya voy... –Musité notando la garganta seca mientras que me incorporaba agarrando la sábana contra el pecho desnudo. 

-No, tranquila. Quédate aquí.

-Quiero acompañarte...

-No, descansa para ir luego a trabajar. –Bostecé volviéndome a acomodar en la cama, pero sin dejar de observarlo.

-No quiero que te vayas... –Murmuré haciéndolo detener en su objetivo por abrocharse los botones de la camisa blanca.

-Yo tampoco quisiera irme. –Suspiró acercándose hasta mi para sentarse a mi lado. –Me encantaría pasar este día a tu lado. –La que suspiró ahora fui yo mientras que él me apartaba los mechones de pelo que me caían en la cara.

-Tengo que estar super despeinada...

-Un poco. –Rió haciéndome sonreír a mí también antes de estirar la mano hacia aquel morado que tenía en el cuello.

-Siento eso...

-No te preocupes, con la camisa no se verá. –Terminó de abrocharse los botones hasta arriba para sonreírme. –¿Ves? Ya no hay nada. –Volví a sonreírle antes de que otro bostezo me invadiera. –Anda, dormilona. Es mejor que sigas durmiendo, ¿vale? Aún te quedan dos horas para levantarte y será mejor que las aproveches. Ambos sabemos que por la mañana no vas a estar muy descansada. –Sentí mis mejillas ruborizarse haciéndolo reír. –Cojo mis cosas, me despido de Joy y ya me voy.

-Te quiero, Dawson.

-Y yo a ti, mi amor. –Se inclinó para besarme dulce y tiernamente antes de levantarse a por sus cosas.

Dentro de unas horas, Dawson estaría a miles de kilómetros de nosotras por sus pésimas e inoportunas reuniones.

-¿Sab?

-¿Sí? –Pregunté alzando la cabeza para verlo junto a la puerta. –Feliz San Valentín.

•••

-¿Cómo te encuentras? ¿Acompañaste a Dawson al aeropuerto?

-No, al final no. Casi que no me dejó... –Murmuré sonriendole desde mi mesa mientras que ella se sentaba en la suya. –¿Y tú qué tal? ¿Ya desayunaste?

-¡Si! Me bebí un chocolate caliente y un croissant de camino a aquí. –Le sonreí asintiendo antes de seguir con el trabajo.

Felicity había entrado hoy más tarde porque había tenido que ir a hacerse un análisis de sangre temprano.

De pronto, Felicity gritó emocionada haciéndome sobresaltar.

-¿Qué pasa?

-Señorita Hamilton. –Fruncí el ceño girándome para ver a Daisy, la recepcionista de la primera planta, junto a un gran arreglo de rosas rojas, rosas y blancas. ¡Pero bueno!Este arreglo llegó para usted, señorita Hamilton. ¿Dónde quiere que el repartidor lo ponga? –El susodicho asomó la cabeza por medio de las flores haciendo acto de presencia. Menos mal, porque parecía que las rosas tenían piernas propias.

Lazos De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora