GRACIAS (2/2)

3.4K 259 22
                                    

Joaquín

Todo fue caos después de que el teléfono de Emilio sonara, los dos saltamos de la cama y nos vestimos con rapidez. El señor Osorio odiaba esperar así que después de que Emilio le mintiera y dijera que estaba en el baño porque la comida de anoche le había hecho daño, él y yo corríamos por su habitación para terminar de arreglarnos e ir primero a Televisa y luego al aeropuerto.

–¡Ya, Emilio! –grité frustrado.

El muy astuto terminó de arreglarse antes que yo, y como no, si lo único que hizo fue colocarse una playera y unas vans azules y ahora atacaba mi cuello con besos mientras me abrazaba por detrás. Alguien se había quedado con las ganas después de que nos interrumpieran.

–Sólo escoge ese buzo, bebé. Con todo te ves hermoso –deja otro beso en mi cuello que me hace sonreír, pero a la vez fruncir el ceño porque me distrae.

–Sí quiero usarlo porque combina muy bien con este pantalón, pero ¿y si muero de calor en Monterrey? Odio sudar –genial, estaba haciendo un berrinche.

No es el momento, Joaquín, tu jefe te está esperando al otro lado de esa puerta.

–Te ves sexy cuando sudas –dijo mi novio el pervertido. Ruedo los ojos con una sonrisa.

Es un tonto, pero así lo amo.

–Lo usaré porque estoy seguro que un minuto más y tu papá vendrá a tirar la puerta.

Me coloco unas vans pero de color rojo con cuadros blancos. Amo cuando Emilio y yo combinamos esos colores, nuestros favoritos. Es una manera sutil de dar a entender lo que somos.

Tomo mi mochila, listo para salir pero cuando estoy tocando la perilla para girarla siento como Emilio me jala de la cintura hacia él.

–¡Emilio! –chillo. El muy idiota ríe mientras acaricia mi mejilla y luego juntar con fuerza sus labios con los míos.

No miento, me dejó besar por él al menos un minuto. Besos que van de lentos a intensos por segundos. Su lengua delinea mis labios y me siento temblar por esa acción.

Su manía por morder mis labios es algo que siempre amaré. Él se aferra a mi cintura por unos segundos, luego baja hasta mi trasero y eso me hace reír.

–Tu papá nos va a matar por tardar –susurro una vez que nos separamos unos centímetros.

Acaricio su nariz con la mía y lo escucho suspirar, abro los ojos y su mirada, Dios, nadie, nunca, había visto mis labios con tanto anhelo.

–Lo haces difícil cuando besas tan bien, cariño –susurra. Río.

–Eres un exagerado –rozo sus labios con los míos, provocándole.

Admito que me gusta tener cierto control sobre él, saber que le atraigo físicamente y en ciertos momentos sólo yo puedo tentarlo me hace sentir arrogante.

No resiste mucho el roce de labios porque a los cinco segundos su boca está devorando la mía, de nuevo. Mi interior cosquilleo y todo se pone más caliente cuando aprieta mi trasero con sus manos. A alguien le encanta cierta parte de mi cuerpo.

–¡Chicos, ya es tarde! –El grito y toque de puerta de nuestro jefe nos hace saltar y separarnos con un ruido graciosamente obsceno.

Ríe, juntando su frente con la mía.

–Te amo, chulo. Vamos.

Y así, con los labios hinchados y rojos como un tomate nos dirigimos a la van de la producción. Creo que ni su papá ni el becario se muestran sorprendidos por el estado que nos encontramos. Lo nuestro no es disimular.

ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora