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La Pañoleta

Cuando Joaquín le dijo a Emilio que se iría un par de semanas a Uruguay este lo tomó bien. Estaba feliz por él. Tendría sus merecidas vacaciones.
No sabía que cuando la fecha estuviera cerca se sentiría triste porque no vería a su novio. Estaban acostumbrados a verse diario que la rutina de ambos cambiaría dastricamente.

–Te voy a extrañar –dijo Emilio mientras estaban acurrados en el sofa de la casa del mayor.

–Yo igual –hundió el rostro en el cuello de su novio y dejó pequeños besos en este – pero será poco tiempo, Emi. Y hablaremos todos los días por FaceTime.

–No podré besarte por FaceTime –Joaquín rió– Ni podré tocarte.

Las manos de su travieso novio bajaron hasta su cintura y sabía que tenía intenciones de bajarlas más.

–No seas dramático, Marcos. Regresando tendremos los ensayos y luego la gira. Estaremos mucho tiempo juntos.

Sacó el rostro de su cuello.

–Soy dramático porque te extrañaré. Demasiado... Mucho –lo tomó de la nuca y lo acercó para besarlo en los labios.

Joaquín se inclinó sobre él. Disfrutando de la cercanía. Suspiró, separándose lentamente.

–Extrañaré esto –Joaquín sonrió.

****

Joaquín sorbió por su nariz y se apretó más al cuerpo de su novio.
Creyó que sería fácil. No se habían separado por tantos días y sería difícil. Lo sabían.

–Te amo –susurró Emilio, besando su frente.

Apretó a su pequeño novio contra él. Tenía que ser fuerte por ambos. Era poco tiempo.

–Hey –tomó su barbilla y lo acercó para besarlo.

Joaquín lo abrazó del cuello.

–Cuando regrese iremos a comer sushi.

Emilio rió.

–Lo haremos, chulo.

Juntaron sus frentes y disfrutaron su último momento juntos.

–La usarás, ¿verdad? –preguntó Joaco.

–Todos los días, mi amor. Y lo sabrás, te lo prometo.

****

–¿Te la estás pasando bien allá? –Joaquín mordió su labio inferior mientras veía a su novio hacer ejercicio –¿Joaco?

–¿Eh? Sí, por supuesto pero te extraño mucho.

–Yo también chiquito –le lanzó un beso y caminó hacia la toalla que estaba sobre la caminadora.

–¿Estas nervioso por la presentación de mañana?
Emilio bebió de una botella de agua.

–Sí, obvio. Presentaré las fechas del tour. Me hubiese gustado que estuvieras ahí pero lo entiendo.

–Tal vez en cuerpo no estaré pero te estaré mandando porras desde acá.

–¡Emilio! –gritó su mamá entrando al cuarto.

–¿Qué pasó?

–Necesito que bajes el costal de comida de samay. ¿Estas hablando con mi yerno?

Joaquín rió al escuchar eso.

–Lo estoy –giró el celular hacia donde estaba ella.

Y así, durante una larga hora hablaron de las maravillas de Uruguay.