Veracruz

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En una relación existe el amor, la pasión, la confianza y el respeto, pero también existían las peleas, los dramas y los malos momentos.

Emilio y Joaquín lo sabían. Como en toda relación pasaban por eso y en ese momento no estaban en sus mejores días.

El PerfecTour en el sur del país estaba dando inicio. La primera parada era Veracruz. Todos estaban emocionados.

Joaquín miró a su novio sentado desde el asiento de enfrente. Emilio estaba recargado en la ventana de la van con sus airpods en los oídos. Él quería acercarse y recargar su cabeza en el hombro de su novio, pero no sabía si este lo quitaría porque no era su persona favorita en ese momento y Joaquín lo sabía. Sabía que no había actuado bien.

La última vez que ellos habían hablado había sido una pelea. Había sido tonto. Él se sentía tonto. Le había gritado a su novio mientras esté intentaba reconfortarlo por algunos problemas que Joaquín había tenido en su trabajo. Emilio había soportado los primeros minutos, pero no cuando Joaquín sacaba de contexto sus palabras y al final terminaron enojados por algo tonto. Emilio no le había hablado desde entonces y con el pasar de los días, Joaquín supo que no había sido correcto las palabras que usó.

No lo pensó tanto y caminó hasta él para luego sentarse y tocarle el hombro. Emilio abrió los ojos y se quitó un auricular para escucharlo.

–¿Qué pasa, Joaco? –se veía cansado y es que ya llevaban dos horas de viaje.

–¿Puedo dormir contigo? –Joaquín usó aquella voz tierna que sabía que derretía a su novio.

–Joaco –dijo Emilio. No es que no quisiera tenerlo cerca, pero se sentía indignado aún por todas las cosas que le había dicho la última vez que lo hablaron.

Sabía que Joaquín era berrinchudo y le gustaba hacer drama por todo, pero lo de hace unos días lo había ofendido. Que Joaquín haya dicho que él estaba acostumbrado al hate de sus propias fans y que ya no le afectaban por lo mismo, le había dolido. Pero no pudo resistirse cuando Joaquín empezó hacerle ojitos para convencerlo. Así que simplemente asintió y recargó su cabeza en el respaldo del asiento.

Sintió la cabeza de Joaquín sobre su hombro y como éste rodeaba su torso con ambos brazos.

–Te amo, mi amor –susurró Joaquín. Él luchó contra la sonrisa que intentaba plasmarse en su rostro.

–Yo también, Joaco –besó su frente y luego recargó su barbilla en su cabeza para poder dormir lo que restaba del viaje.

Emilio arrugó la nariz al sentir un cosquilleo. No abrió los ojos, pero supo que pasaba cuando escucha una tierna y baja risa. Se relajó cuando identificó la caricia que estaba dando Joaco contra su nariz. Su novio sabía que usar para hacerlo caer. Suspiró y abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de Joaquín.

–¿Dormiste bien? –preguntó. Siguió moviendo su nariz de un lado al otro, así compartiendo un beso esquimal.

–Muy bien... –susurró. Joaquín se alejó un poco cuando Emilio se empezó a estirar en su asiento.

Dentro de la van había poca luz y ellos se encontraban en la parte de atrás. Los demás del equipo, incluidos la mamá de Joaco y su papá estaban hasta adelante.

Joaco pasó una mano por sus rizos despeinados y cuando él terminó de estirarse, instintivamente lo atrajo de la cintura hacia su cuerpo. Le gustaba que su novio fuera toda suavidad en esa área. Y él debió de tomar esa señal como algo más porque acercó sus labios a los de Emilio y lo besó. Apenas fue un roce y al notar que no se alejó decidió entre abrir un poco los labios y besarlo bien. Emilio estuvo a punto de ceder, pero cuando Joaquín intentó morder su labio superior decidió que no era el momento.

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