Suspire tirando todos los folios con apuntes por mi habitación. Una luz salió de mi ventana a causa de la gran tormenta que estaba formada en el centro de Nueva York. Estire las mangas de mi suéter y me abracé a mis piernas olvidando que mañana tendría uno de los exámenes más importantes de mi vida y que lo llevaba como el culo. Unos golpes en mi puerta me hicieron girar en mi silla de ruedas y le sonreí a mi padre.
-¿No crees que estás estudiando demasiado pequeña?
-Creo que me faltan horas de estudio papá.
Mi padre se sentó en el borde de mi cama apoyando sus codos en las rodillas y observo todo el caos que tenía en el suelo.
-¿Estas segura que te concentras más en la torre que en casa?
-Ya sabes, mis hermanos, mamá entrando cada dos por tres...
-¡Oye Sam! –Pietro apareció en mi puerta. Me miro a mi y luego a mi padre.
-¿Se te pierde algo por la habitación de mi hija Pietro?
-Oh no, solo venia a pedirle. –observó toda la habitación.– Quería un folio solo venía a por un folio.
-Pues cógelo y te largas.
El platino cogió el papel a una rápida velocidad y mire a mi padre subiendo los ojos y negando.
-No puedes distraerte y menos con el.
Se levantó y dejó un beso en mi cabeza.
-Si necesitas cualquier cosa estaré en el salón.
Asentí y cogí otros papeles de mi escritorio. Justo unos minutos más tardes a que mi padre se fuera la puerta de mi habitación se cerró y los papeles salieron volando.
-Pietro mi padre tiene razón me he venido aquí para no distraerme y estudiar.
Colocó sus manos en mis hombros y comenzó a masajearlos.
-Pero princesa, necesitas un descanso y yo te he traído un BigMac.
Me giré rápidamente en la silla y mire la bolsa de McDonalds que estaba sobre la cama.
-¿Eres el mejor novio?Sí, eres el mejor novio.
Le dejé un beso en la mejilla y ambos nos sentamos en el borde de mi ventana a comernos nuestras hamburguesas sin mojadnos gracias al pequeño techo que había.