PRÓLOGO

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El moreno se encontraba completamente agotado y con sus codos apoyados en la mesa del comedor mientras sus manos sostenían su cabeza con cansancio. El suspiro que dejó escapar revelaba lo rendido que se encontraba mientras que su hijo, con un modesto desayuno, se acercaba por detrás de él para luego depositar la comida frente al pulverizado trabajador, que tan pronto escuchó los platos estrellarse contra la mesa, levantó su cabeza de golpe.

- ¿Qué es esto? –Preguntó el moreno mirando a su hijo con sorpresa.

-Es un desayuno –señaló el chico con diversión–. Has estado trabajando toda la noche, lo menos que quiero es que, después de tanto trabajo, te vayas a dormir con hambre.

-Sí, ya sé que es desayuno –respondió el hombre con diversión–. Pero tú sabes que no deberías preparármelo, yo puedo hacerlo, no estoy tan viejo, además tú deberías estar estudiando y concentrado en tu universidad.

- ¿Y por eso no puedo darle un cariño de vez en cuando a mi padre y más aún cuando él trabaja tanto para que yo pueda estar estudiando? Además estás demasiado agotado para ponerte a cocinar.

Asmodeus miró con sus ojos entrecerrados a su hijo, aunque la sonrisa que luchaba por escaparse de sus labios era enorme.

-Bien... ¿Y qué tal la universidad?

-Bueno, hoy tengo un examen de cálculo, pero he estado estudiando toda la noche y...

- ¿No dormiste? –Preguntó el hombre con preocupación.

Magnus asintió.

-Sí, un par de horas no más, pero no importa, estoy seguro que aprobaré con excelencia. No te preocupes, te prometo que cuando llegue dormiré todo lo que quieras.

-Oh Magnus –dejó escapar el hombre al tiempo que le revolvía el cabello a su hijo, el cual frunció levemente el ceño pero luego rió peinándose de nuevo–. Definitivamente tú eres mi mayor orgullo. Estoy seguro que si tú madre estuviera aquí, pensaría exactamente lo mismo. Y también estoy seguro que tan pronto como te gradúes, serás un gran trabajador.

-Y cuando eso pase tú jamás vas a volver a tener que matarte horas y horas trabajando como vigilante –afirmó Magnus sonriendo abiertamente.

-Bueno, vale la pena si te veo estudiar cómo lo haces, pero... –el mayor frunció levemente el ceño mientras miraba su reloj–. ¿No es algo tarde ya?

Magnus palideció antes de sacar su teléfono y mirar la hora.

- ¡Oh maldición! Estoy retrasado y no puedo llegar ni cinco minutos tarde porque ese profesor es malévolo y no me dejará presentar el examen –indicó el moreno aterrado mientras se ponía en pie tumbando la silla y corriendo hacia su mochila para introducir unos libros allí y luego colgársela al hombro–. Adiós papá, no vemos en un rato. ¡Te amo! –Se despidió antes de desaparecer por la puerta de la entrada.

-Yo también te amo –musitó el hombre aunque su hijo no lo había escuchado–. Mi Magnus... vas a llegar tan lejos –aseguró Asmodeus sonriendo abiertamente pero luego, al ver un libro de Magnus, se puso en pie con rapidez–. ¿Pero por qué eres tan desorganizado? –Refunfuñó a la nada–. Voy a llevárselo... pero no.

El hombre se detuvo en seco. Magnus se había ganado una beca para la universidad de Nueva York, una bastante prestigiosa y llena de niños ricos. Asmodeus sabía que su hijo estaba completamente orgulloso del trabajo de su padre, pero aquel hombre prefería no demostrar que apenas sobrevivía con un salario de vigilante, por lo cual entró a su habitación para ponerse algo de ropa medianamente decente y salir corriendo para buscar a su hijo, sin saber que sí lo encontraría, pero la vida le daría una gran sorpresa.

Who are you? (MALEC)Where stories live. Discover now