CAPÍTULO 5

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La puerta se abrió lentamente mientras Alec entraba a hurtadillas a la habitación que se ubicaba en la unidad de cuidados intensivos, y tras cerrar la puerta con seguro, se acercó lentamente al moreno que allí se encontraba.

Su pierna se veía terrible, claro, estaba enyesada, pero el pie... el color no parecía nada saludable y el corazón de Alec se rompió. Magnus, tirado allí, se veía tan frágil. El ojiazul sólo recordaba haberlo visto una que otra vez en la universidad, siempre iba acompañado de los chicos que estaban recaudando el dinero para él. Y siempre llevaba una sonrisa en el rostro.

En aquel momento le hubiera encantado recordar cómo era, pero no nunca le había prestado la suficiente atención. Alec suspiró cerrando sus ojos y recordando la fotografía que Asmodeus le había enseñado, allí donde Magnus lucía una preciosa sonrisa. Allí donde su rostro estaba lleno de maquillaje y de notable felicidad.

Al abrir nuevamente sus ojos, vio al moreno. Se encontraba totalmente pálido, con sus ojos cerrados y su rostro sin una pizca de maquillaje. Su cabello marrón oscuro estaba sin purpurina o ningún tipo de gel que lo tuviera en púas como lo había visto en aquella fotografía. Tampoco llevaba pendientes. No, lo único que cargaba Magnus era una fragilidad qué hacía que el corazón del ojiazul doliera en demasía.

-Magnus –musitó Alec junto al oído del moreno–. Magnus –volvió a repetir pero el moreno no dio señal de vida.

Alec se alejó un poco del chico y cerró sus ojos dejando caer libremente las lágrimas por sus mejillas...

...y al cerrar los ojos lo vio nuevamente.

Recordó a Magnus tirado en el suelo, llorando y pidiendo ayuda... y se vio junto con Jonathan subiéndose a la moto para escapar. Él había insistido pero no lo suficiente. Tuvo que obligar a Jonathan a que llamaran a la ambulancia. Tuvo que insistir más para socorrer al joven... pero no lo hizo y ahora por su culpa se encontraba allí, en el hospital, tan frágil y tan débil.

Alec abrió sus ojos antes de fijarse nuevamente en el moreno y tomarle la mano con suavidad.

-Perdóname –dijo sollozando con fuerza–. Yo no quería que pasara esto. Yo te juro que voy a hacer todo lo posible para ayudarte. Tú no vas a perder la pierna. Perdóname. Te lo juro. Te juro que estaré contigo hasta que esté bien –musitó con tristeza antes de salir de la habitación.

No podía perder el tiempo...

Y ya no podía ver cómo le estaba destrozando la vida a Magnus.














Who are you? (MALEC)Where stories live. Discover now