Magnus Bane solo quería vivir.
Alexander Lightwood solo quería huir.
Pero el destino se encargaría que ninguno de los dos pudiera lograr su cometido.
¿Serán capaces de afrontar las consecuencias de sus actos?
Lamento no haber publicado pero sin exagerar yo no tengo gripe sino que la gripe me tiene a mi :'c sorry, cuando me sienta mejor volveré a publicar a diario :'c
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Contra toda voluntad pero haciéndole caso a Alec en qué debía ir a trabajar, así lo había hecho Asmodeus, aunque dijo que tan pronto como terminara su turno de vigilante, iría al hospital. El ojiazul lo tranquilizó diciéndole que él cuidaría a Magnus.
Catarina y Ragnor habían acudido a la universidad aunque también decían que cuando terminaran clase irían al hospital. Al principio los mejores amigos de Magnus no querían dejarlo solo, pero Alec había insistido en que debían asistir a la universidad. Él ya no podría estudiar más, no tenía nada que perder, en cambio tanto para Ragnor como Catarina que estaban completamente becados, era vital presentarse a clases. Ellos no podían descuidar sus estudios.
Así que allí se encontraba el ojiazul, esperando para divisar el doctor que estaba atendiendo al moreno...
...y allí lo vio.
Tan pronto como el hombre se acercó a él, Alec le sonrió abiertamente.
- ¡Buenos días! –Saludó quizás con demasiado entusiasmo–. ¿Cómo sigue Magnus? –Preguntó directo.
El doctor soltó una risita.
-Médicamente él está bien, no hay ningún peligro, su pierna ya comienza a recuperarse, pero... –el doctor se mordió el labio inferior y rascó su nuca–. Él parece muy triste.
- ¡Demonios! ¿Y será que yo puedo hablar con él?
El doctor negó.
-No, no, todavía es demasiado temprano, tendrá que esperar al menos hasta que empiece el horario de visitas.
Alec suspiró resignado y asintió mientras se sentaba en una de las sillas en la sala de espera, pero tan pronto como miró que el doctor se alejaba y por allí no se encontraba ninguna enfermera, se puso en pie y rápidamente salió corriendo hacia la habitación donde se encontraba Magnus...
...y si allí lo encontró, tosiendo con brusquedad.
Ahogándose.
Alec abrió los ojos de golpe y lo sacudió suavemente.
