Magnus Bane solo quería vivir.
Alexander Lightwood solo quería huir.
Pero el destino se encargaría que ninguno de los dos pudiera lograr su cometido.
¿Serán capaces de afrontar las consecuencias de sus actos?
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- ¿Señorita Belcourt? –Preguntó Maryse acercándose a la rubia, que le miró con una ceja arqueada y asintió.
- ¿Sí, diga?
-Soy Maryse Lightwood, estoy aquí para resolver el caso de Alexander Lightwood y el pago por el estado de Magnus Bane.
- ¿Así que Alec envió a su madre para que lo defendiera? –Preguntó la rubia negando–. Eso sí que es patético.
-El hecho de que yo sea su madre es muy independiente. Después de todo también soy abogada y estoy para coordinar todos los detalles del tratamiento de Magnus en Europa.
-Así que al fin allí se hará.
-Sí, por supuesto. Te pido que me acompañes la cafetería...
-Estoy cuidando a mi novio.
-Lo sé pero necesitamos discutir este tema. Creo que usted está más interesada en que esto se resuelva pronto y que su novio reciba el tratamiento adecuado, ¿no? –Inquirió la mujer.
Camille frunció levemente el ceño pero asintió.
-Bien, está bien, pero que sea rápido. No puedo perder el tiempo. Mi pobre Magnus se va a sentir muy triste si yo no estoy a su lado.
