Alec había tenido que resignarse a que ya no podría pasar más tiempo junto con Magnus, no mientras aquella rubia estuviera allí.
Era obvio que la joven lo odiaba por lo que le había hecho a su novio y que sería venenoso el ambiente si él seguía visitando a Magnus. Por más que lo deseara. Así que después de tomarse un café, se dirigió hacia la salida del hospital.
Era lo mejor.
Debía alejarse.
Por supuesto respondería por Magnus, pero, ¿estar tiempo con él?
No, aquello no era correcto.
- ¡Alexander! –Llamó aquella voz chillona que había irritado al ojiazul hacía tan sólo minutos atrás.
Tomando una bocanada de aire, el chico rodó los ojos y se giró hacia la joven.
- ¿Sí?
-Tengo que reconocer que fui un tanto grosera allí adentro –empezó la joven y Alec negó.
-No importa –respondió ojiazul y en serio deseaba poder creerse sus palabras–. Yo te entiendo.
-Sí, entiéndeme Alexander, no me gusta ver a mi Magnus en ese estado tan triste. Postrado en una cama. Quisiera devolver el tiempo pero obviamente eso no es posible, ¿verdad?
-Créeme Camille, que si alguien quisiera devolver el tiempo en esta situación, soy yo.
-Perfecto –la rubia lanzó su cabello hacia atrás mientras miraban con desdén al ojiazul–. Mira, yo estoy estudiando para ser abogada y lo que menos quiero es perder el tiempo con una pelea legal contigo...
-Te lo agradezco mucho Camille –musitó el chico asintiendo.
-No lo hagas, sólo que no quiero perder el tiempo con basura como tú, así que pensé que la solución más viable en este momento es que tú comiences a darle dinero a Magnus para su recuperación. Por supuesto tiene que ser suficiente porque yo me lo tengo que llevar para Londres a un internado que se especializa en su recuperación, porque obviamente en este basurero que tú pagaste la medicina no es tan buena como la europea.
- ¿Cómo? –Inquirió el chico tragando grueso.
Sabía perfectamente lo muchísimo que costaba un tratamiento médico en Europa. Y en aquel momento no tenía dinero suficiente.
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Who are you? (MALEC)
FanfictionMagnus Bane solo quería vivir. Alexander Lightwood solo quería huir. Pero el destino se encargaría que ninguno de los dos pudiera lograr su cometido. ¿Serán capaces de afrontar las consecuencias de sus actos?