#3 Fantasmas

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Los ojos de Lydia algún día me iban a dejar loco. Era una de las noches más oscuras que había presenciado en toda mi vida, pero su color verde se notaba perfectamente. Y su cabello estaba perfectamente peinado. Esta chica era la perfección.

¿Acaso lo dije en voz alta?

—¿Qué estas haciendo aquí? —me preguntó ella, sacándome de mis pensamientos.

—Yo podría preguntarte perfectamente lo mismo —le respondí.

—¡Yo te pregunté primero!

—Esta bien, pelirroja. Simplemente me subí a mi auto y sin razón alguna conduje hasta aquí.

Lydia estaba preocupada. Lo notaba en su cara, en la forma en que su frente levemente se arrugaba y se mordía el labio rápidamente. Me hubiera gustado saber la forma de calmarla.

—Es exactamente lo mismo que me ocurrió —me dijo, tímida.

Me quede atónito. No tenía idea que responder.

—¿Stiles? —me susurró Lydia un poco nerviosa.

—¿Qué? —respondí normalmente.

—Lo siento, es que no respondiste y no sé, me preocupé.

Sonreí. Ella se quedó mirando el piso. Parte de mí quería decirle que levantara la cabeza, que deseaba ver sus ojos.

¿No lo dije en voz alta, cierto?

—Es tarde, tengo que irme. Mañana podemos resolver, bueno, esta situación. El por qué...por qué razón llegamos aquí. O si solo fue coincidencia. No lo sé...creo que es mejor que me calle —dijo como una bala. Yo por mi parte, no podía borrar la sonrisa de mi cara

—Seguro, nos vemos mañana pelirroja.

Ella se dió la vuelta y se fue solitaria por el bosque. Me quedé un rato viendo como se marchaba y luego me dirigí a mi coche. Al entrar noté como el olor de las hojas de los árboles había entrado para quedarse por un largo rato. Toqué mi bolsillo en busca de mis llaves, las cuales no encontré.

Mierda.

¿Acaso todo esto, estos últimos minutos, eran una versión mal filmada de cómo había sido mordido Scott? Exceptuando la parte de Lydia, esa parte no había estado del todo mal. Pero no me sorprendería si mañana me miraba al espejo y me encontraba con unos ojos totalmente amarillos.

Empecé a buscar las dichas llaves, con ayuda de la luz de mi celular.

¿Alguna señal? No, ninguna.

Estaba frustrado. Primero, una cazadora me odia sin razón. Ahora esto.

¿Acaso el mundo puede estar de mi lado por segundo?

Me apoyé en mi Jeep y seguí maldiciendo a las llaves, a la pizzeria e incluso a las hojas que se encontraban a mis pies. Si, así de patético era. De un momento a otro, escuché un grito. Era a la vez un aullido de lobo y gritos de auxilio de un niño abandonado.

"Lydia" me dijieron mis instintos.

¿Desde cuando tengo instintos?

Corrí tratando de no chocar con un árbol, ya que mi torpeza siempre estaba presente. Cuando la encontré, estaba arrodillada en el piso y sus rodillas estaban rojas.

—Oye, oye —le susurré mientras sentaba a su lado —. ¿Estás bien? ¿Qué pasó?

Ella tenía la mirada fija en el piso mientras sus labios articulaban palabras que yo no podía entender.

—¿Pelirroja?

—Tengo nombre, ¿sabes? —respondió ella con un hilo de voz, todavía con la mirada fijada en el suelo.

Hilo Rojo Del Destino {#1} || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora