Hilo Rojo Del Destino {#1} || Stydia

#5 Sándwich

No había pegado ojo en toda noche.

Malia estaba a mi lado soñando con quien sabe qué. Miré por un largo rato sus largas pestañas, que ahora me recuerdan tanto a las de Peter. No me cabía en la cabeza de que ese monstruo era su padre.

Lo único que sabía con claridad era mi decisión: no la involucraría en esto.

Apreciaba a Malia, le tenía cariño. No podía hacerla sufrir de esa manera. No era capaz de sacarla de su complicado mundo e introducirla en otro, donde los demonios reinaban y las lágrimas caían. Ningun ser con vida merecía eso.

Traté de relajarme

Cerré los ojos.

Sonreí.

Los ojos de Lydia se habían abierto.

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Cada vez sentía que las escaleras eran más largas.

La sala estaba oscura y desde lejos podía escuchar la voz de Allison, que seguro estaba enojada por la más mínima razón. Bajé los escalones de dos en dos y noté que el suelo estaba más sucio que de costumbre. Abrí la puerta delicadamente y sonreí.

-Pelirroja. Hola -saludé y ella me sonrió. Acto seguido miro el piso sin borrar aquella expresión. Giré y me encontré con Allison y Scott frunciendo el ceño -. Allison, Scott.

Scott saludó con la mano y Allison simplemente me ignoró.

-¿Se puede saber por qué tardaste tanto? -preguntó ella.

La miré fijamente notando que llevaba otro corte de pelo. Su castaña cabellera se encontraba mucho más lisa, con una pequeña ondulación en las puntas. La preferí así, no con su infantil peinado anterior.

-Tenía que darle una puta excusa a Malia -le respondí-. No fue nada fácil.

-No es mi problema.

-¿Por qué de tan mal humor, princesa, acaso hay problemas en el paraíso? -mencioné, refiriéndome a su novio Isaac.

-No es de tu incumbencia -exclamó fríamente después de rodar los ojos.

-Pueden parar, por el amor de Dios -Scott, como siempre, tan pacifista.

Lo miré, tratando de parecer confundido, sin muchos resultados. Me senté en una silla que estaba varada medio de la sala. Permanecimos en silencio por varios minutos.

-¿Podemos hablar? -Lydia habló con una voz serena y tímida, algo que no encajaba con su personalidad. La miré y sonreí. Su voz me cambiaba el día de una manera drástica. Algo dentro de mí me decía "Apenas la conoces, Stiles. Tienes una novia, Stiles", pero sentía algo demasiado profundo hacía esa chica. No era amor, no, era algo. Algo sin nombre, algo que ni un diccionario podía definir. Si le contaba esto a Scott, a mi padre o a algún desconocido en la calle me mirarían como un loco. Pero había algo. Tenía que empeñarme en descubrirlo.

Genial, pensé, ya tenía otra investigación para mi tablero.

-¿Qué opinas, Stiles? -preguntó Scott, apartándome de mis pensamientos.

-Mmm... -traté de lucir pensativo, pero finalmente me rendí-...¿Qué?

Allison se quería dar en la cabeza con un ladrillo. Desde que la conocí, empecé a creer en el odio a primera vista.

Me giré para ver a Lydia. Una parte de mí estaba decepcionada, ya que ella estaba sonriendo...pero hacia su celular.

-Allison acaba de plantear que deberíamos ir esta noche al bosque, ya sabes, para examinar nuevamente los cadáveres. Ah, y puede que exista la posibilidad de que Lydia encuentre otros nuevos.