#9 Alma Gemela

1.5K 92 26
                                    

—Stiles... —Lydia apretó mi mano con fuerza y me arrastró hasta la salida del Loft. Cada vez que nos acercábamos más hacia la puerta principal, el sonido se hacía mucho más fuerte. Si a mi me molestaba, no me podía imaginar lo que estaba sintiendo Lydia, que se tapaba un oído con su mano libre.

Ya llegando afuera, ella se quedó quieta mientras cerraba los ojos con fuerza. La miré preocupado.

—Stiles, se que tu también escuchas...eso —me dijo ella, sollozando.

Noté como Lydia se esforzó para tratar de describir el sonido, pero este era tan extraño que no tenía punto de comparación con nada común ni conocido. La tomé de los hombros y me agaché para quedar de su tamaño.

—Si, Pelirroja, lo escucho —le susurré, tratando de calmarla—. Shh, tranquila, estoy aquí —continué, al ver que ella botaba una lágrima traicionera. Me acerqué a aún más a ella.

—¿Qué es lo que todo el mundo tiene pero nadie puede perderla, Stiles? ¿Qué? —ella abrió sus ojos, dejando a la vista todas las lágrimas acumuladas que guardaban sus ojos, sus preciosos e incomparables ojos verdes que enamoraban a cualquiera. Ella pasó un brazo por mi hombro y tomó cuidadosamente una de las flechas de mi carcaj. Cuando la tomó con sus dos delicadas pero fuertes manos, Lydia se tranquilizó.

—El acertijo me está comiendo entera, una voz grave y entrecortada se superpone sobre ese molesto ruido. Pero cuando veo tus flechas, me tranquilizo, ¿sabes? —continuó ella— ¿Qué nos está pasando?

La miré fijamente. Sus ojos perdieron ese brillo singular que poseían. Se veían oscuros, llenos de tristeza y miedo.

—No lo sé —le acaricié la mejilla con mi mano y Lydia se apoyó en ella—. Pero estamos en esto juntos, ¿de acuerdo?

—Si —asintió ella, apretando con fuerza la flecha—. Juntos.

El ruido aumentó. Cerré los ojos por un instante mientras Lydia soltaba una lágrima. Se la limpié con mi dedo pulgar, y ella sonrió de lado. Era una sonrisa sincera, que me transmitía paz y calidez por todo mi cuerpo. Sentí como los nudos se apretaban y soltaban más rápido que nunca.

—Una alma gemela —susurré.

Lydia me miró extrañada.

—¿Qué?

—Una alma gemela —volví a repetir—. Ese es la respuesta del acertijo.

Lydia miró el techo y al parecer se puso a pensar. Luego de un rato asintió y se empezó a reir.

—Eres muy inteligente, Idiota.

—Oh, pero si la respuesta salió de mi boca sin más. No lo procesé ni nada, solo...

—No importa —Lydia estaba tan cerca que podía sentir su corazón chocar con mi pecho. Me levanté para volver a mi estatura normal, sin dejar de mirarla. Estaba tan hermosa. Dios, el amor te vuelve estúpido, tan estúpido como para besar a alguien sin pensarlo dos veces.

Los labios de Lydia sabían a frutilla y un poco de alcohol. Ella posó sus manos en mi cuello mientras yo entrelazaba mis dedos con su pelo. Un calor desconocido subió por mi pecho. Ya no existía nada que no fuera Lydia. Sus labios eran como una droga, no de las que te llevan directamente a la muerte, si no del tipo que te hacen olvidar tu horroroso pasado y el futuro que seguramente arruinarás. Era de esas drogas que curan, de esos venenos dulces que te hacen querer volver a vivir. Era mágico e inexplicable, como una chica me hacía sentir de tal manera. Personas corrientes usarían la expresión de estar en el cielo, pero no, ambos nos estábamos quemando en un lugar especial del infierno, jugando con nuestros sentimientos y destruyendonos por dentro. Así me hacía sentir Lydia Martin, mi alma gemela.

Hilo Rojo Del Destino {#1} || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora