Capítulo 11

3.8K 238 1
                                    

La verdad me asustaba. Parte de mí pensaba que yo también estaba podrida por dentro. Yo también tenía pensamientos negativos de vez en cuando y odiaba a la mayoría de la gente pero otra parte de mí entendía las cosas que mi padre me había dicho, parte de mí temía al verdadero Dylan. Realmente podía ser peligroso, pero no le veía capaz de... matar a alguien. O eso pensaba. Estuve toda la tarde encerrada en mi cuarto, dando vueltas una y otra vez a lo que escuché. Play, stop, rebobinar. Play, stop, rebobinar... Y así mil veces. No podía dejar de escucharlo. No me lo creía.

No sabía hasta qué punto habían llegado los pensamientos de Dylan. Quería entenderlo todo, saber si llegó a hacer daño a alguien o si simplemente lo había pensado sin más por un enfado tonto. ¿Y si había pensado en herirme a mí? Pensé en bajar y buscar el resto de grabaciones pero no quería arriesgarme. No quería tener problemas con mi padre, no en este momento.

Se me pasaba por la cabeza también el daño que le hizo a la chica de mi instituto y lo asustada que estaba yo cuando lo vi. No podía creerme que hubiera sido tan tonta. Le había besado, había estado en mi cama, le había contado cosas de mí que nadie sabía y él... él solo me había utilizado como un experimento personal. Sólo quería saber si podía acercarse a alguien sin tener ganas de matarle.Tenía muchas dudas y no sabía qué hacer. No podía negar que estaba empezando a sentir algo por él distinto a lo que había sentido antes por nadie y me sentía engañada.

No pude evitar llorar. Empecé a perder los nervios. Las voces se repetían en mi cabeza. "Matar" "bicho raro" "rechazo"... Abrí la puerta de mi habitación intentando salir de aquel infierno y encontré una nota en el suelo. Respiré hondo y la cogí temblorosa.

Luna, nos vamos al médico. Cena si tienes hambre. No sé a qué hora llegaremos. No te preocupes por nada. Un beso. Papá y mamá.

Bajé como una bala al despacho. La puerta estaba cerrada, la intenté abrir con fuerza, golpeándola varias veces pero nada, no había forma. Me metí en la habitación de mis padres. La cama estaba deshecha y sudorosa, llena de pañuelos por todas partes. Ni siquiera le había preguntado a mi madre cómo estaba... Abrí todos los armarios hasta que encontré una llave dentro de un libro. La cogí y la miré. Era la llave del despacho. Bajé rápidamente y abrí la puerta corredera. El escritorio estaba al fondo, rodeado de estanterías y nada más entrar podías ver dos grandes butacas, una frente a otra, donde charlaba con sus pacientes.

Rebusque en los cajones de mi padre pero no encontré ninguna grabación más así que encendí el ordenador y escribí de nuevo el nombre de esa chica.

Vídeo 4º.

-¿Por qué no quieres hablar de ella? ¿Le hiciste algo? -Dylan negó con la cabeza.- ¿Entonces? Nunca la mencionas. Vamos, Dylan... -Se levanta con brusquedad y se va. Mi padre corta el vídeo.

Vídeo 6º

-¿Te gusta sentirte así cuando les disparas?

-Sí, me alivia.

-¿Y no tienes remordimientos?

-No, son escoria.

-¿Qué te hizo tu profesora para que tengas esos pensamientos sobre ella?

-Darme la espalda cuando le pedí ayuda. Pensó que era todo culpa mía, que ellos se metían conmigo porque yo me lo buscaba, que era un rarito.

-¿Pediste ayuda a alguien más? -Dylan niega con la cabeza.- ¿Y hablaste con tus compañeros?

-Les pedí que pararan, lo hice. ¡Yo no tengo la culpa de ser como soy! ¡Ellos tienen la culpa de haber nacido!

-Cálmate, Dylan. ¿Recuerdas la respiración? -Dylan respira lentamente con patrones repetitivos.- Eso es, muy bien. Cuéntame cómo fue la primera vez que hiciste daño a alguien.

-¿Por qué cree que lo he hecho?

-Venga, Dylan... Por algo estás aquí. Hiciste daño a algunos animales hace un tiempo. ¿Empezaste probando con ellos? -Dylan no responde, solo sonríe.- Bien, ¿de qué quieres hablar?

-Mi padre me hacía daño a mí, quizá por eso quiero hacer daño a la gente, ¿no, doctor?

-No me parece una excusa, Dylan. Estamos aquí por ti, lo que hiciera tu padre no determina que tú seas así.

-¿Entonces su hija no debe ser infiel? ¿No va en sus genes? -Mi padre se levanta y apaga el vídeo.

Una notificación de correo me hizo parar el vídeo. Era una cuenta de correo que yo no conocía, no era la de mi padre pero ponía su nombre. Solo estaba ese mensaje en el apartado de recibidos. Lo abrí.

Yo también sueño contigo. Tengo ganas de estar de nuevo entre tus sábanas. No sabes lo mucho que deseo que me toques y me hagas sentir como tú sabes... Déjalas de una vez, vuelve conmigo. Sabes perfectamente que estás perdiendo tu tiempo. Tu hija te odia y ella no te hace sentir como yo... Vuelve, por favor.

Y entonces ocurrió. Esa soledad, esos pensamientos y la verdad hicieron que perdiera la cabeza de nuevo, como muchas veces antes. Me metí en el baño, lloré, grité, me arañé. Me miré en el espejo y esos pensamientos negativos volvieron a pasar por mi cabeza. Nunca me había sentido tan mal como ahora. Quizá había aprendido lo que era sentirse decepcionada por alguien a quien... quieres. Engañada, como mi madre, como mi padre me había engañado a mí. Todo el mundo me mentía, todos odiaban mi existencia. "Nos harías un favor a todos" escuché en mi cabeza. Vi un bote de pastillas y lo cogí, me fui a mi habitación de nuevo. Necesitaba dormir, despejar mi cabeza de tantos pensamientos.

Cogí una pastilla y me la tragué. Esperé unos segundos pero no era suficiente. Otra... pensé varias veces. Empecé a notar como el cansancio empezaba a hacer efecto en mi cuerpo, todo me pesaba y me daba vueltas. Sentí sudores fríos. Escuchaba mi corazón con mucha fuerza, como si estuviera conectado a un altavoz. Intenté apoyarme en el escritorio pero caí en mi cama y perdí el conocimiento.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora