-¿Hola? ¿Cariño, estás ahí?
-No, soy su hija y ya te estás olvidando de colgar. -Escuché un suspiro.
-¿Qué quieres?
-Te lo sigues follando, ¿verdad?
-Te recuerdo que tu padre se ha mudado por vosotras.
-Entonces, ¿por qué seguís en contacto?
-No voy a contestarte a eso.
-¿Se puede saber qué coño tienes tú que no tenga mi madre?
-Mira, paso de hablar con una cría sobre esto. Tu padre ya sabrá cómo contactarme, haz lo que quieras con este móvil. -Y colgó.
Empecé a sentir ansiedad. No podía respirar. Ni siquiera sabía por qué lo había cogido. La relación con mi padre había llegado a su fin.
Salí de casa y me dirigí a la de Dylan. Toqué a la puerta sin preocuparme por su madre.
-¿Qué quieres? -Dijo abriendo la puerta.
-Quiero ver a Dylan, ¿puede decirle que baje?
-¿Por qué no te haces un favor y te vas?
-¿Cómo dice?
-Que no eres la primera chica que viene aquí preguntando por él. -La miré confundida.- Oh, ¿te pensabas que eras la única? -Se rió.- No, cariño... Han habido muchas que han estado con él, las enamora, hace que se quede sin amigos, que sus padres se pongan en su contra, les cuenta historias para darle pena... y cuando más solas se quedan, las deja para irse con otra. -Tragué saliva y la miré fijamente.
-Mientes.
-Oh, no, no miento. ¿A qué te ha dicho que su hermana está enferma? ¿Que no le hago caso? ¿Que me follo a todo el vecindario? -Dijo riendo.- Pobrecilla... -Me sentí muy confundida. -Admítelo, no te quiere. ¿Cómo iba a quererte? Mirate... Solo está jugando contigo, es muy buen actor. ¿Acaso se había fijado alguien en ti antes?
Me di la vuelta y me fui de allí mientras escuchaba su risa. Dylan no bajó y empecé a sentir que todo lo que acababa de contarme era verdad. No podía creerlo, no podía entender cómo había sido tan tonta. Empecé a andar por mi cuarto, intentando controlar mi ansiedad cuando escuché un ruido procedente de mi ventana. Era él.
-Luna, ¿qué ha pasado? -Se acercó a mi asustado.
-¿Qué haces aquí? -Pregunté enfadada.
-Te vi salir de mi casa y me asusté. No sabía qué pasaba. ¿Te ha dicho algo? ¿Te ha molestado?
-¿De verdad que me estás utilizando?
-¿Qué? ¿Eso piensas de mí? ¿En serio?
-Me lo ha dicho tu madre.
-Joder, ¿y tú le crees? ¿En serio? ¿No ves que es una puta borracha? Joder, Luna, te creía más inteligente. -Suspiré.
-¡No me tomes por tonta, Dylan! ¡Estoy hasta las narices de que todo el mundo juegue conmigo, de que me mientan y me utilicen!
-Luna, por favor... No puedes creerte esa mierda con todo lo que hemos vivido.
-No puedo más, Dylan... Ya no sé qué creer.
-Pues me tienes que creer a mí. Yo no te miento, te lo juro. Confía en mí, por favor. -Empecé a llorar y Dylan me abrazó con fuerza.- Tranquila, sh...
-Lo siento, me ha dicho eso y no sabía qué pensar...
-Tienes que confiar en mí, Luna. Solo busca hacerte daño. Pero te quiero, y eso nadie lo va a cambiar, ¿queda claro? -Asentí entre sus brazos.
-Lo siento...
-Tranquila...
-Quiero irme de aquí, quiero que todo esto acabe...
-Pronto acabará... Tranquila.
Durante los siguientes días falté toda la semana a clase. No quería saber nada sobre la gente del instituto. Bastante había pasado ya como para jugármela más. Dylan y yo quedábamos en sitios alejados o escondidos para que nadie nos pudiera molestar. También pasé varios días sin hablar con mis padres. No quería saber nada de sus problemas y últimamente les escuchaba discutir.
-Luna, ¿puedo pasar? -Preguntó mi madre golpeando la puerta.
-Si no hay más remedio...
-Acaban de llamarme del instituto. -Me asusté al escuchar eso pero hice como si no supiera de qué iba la cosa.
-¿Y?
-¿Y? -Dijo enfadada.- Llevas una semana faltando a clase y tienes algunas otras faltas anteriores. ¿Se puede saber qué diablos estás haciendo? ¡Te estás jugando el futuro!
-No puedo ir, mamá.
-Y tanto que puedes. Mañana mismo volverás y te pondrán un castigo por las faltas de asistencia.
-No pienso ir. -Le grité.
-¿Disculpa? Vas a ir aunque tenga que llevarte a rastras.
-Yo no tengo la culpa de tus mierdas con papá.
-Esto no tiene nada que ver con mis discusiones con tu padre. No puedes faltar así al instituto y ni siquiera voy a preguntar dónde vas cada mañana porque sino tendremos un problema pero no te voy a tolerar ni una más, Luna. Si sigues así acabaremos muy mal.
Me asomé a la ventana y empecé a encender y apagar una linterna. Habíamos pactado esa señal para poder vernos cuando lo necesitáramos. Dylan se asomó y le hice un gesto para que se acercara.
-Quieren que vuelva al instituto... No sé qué voy a hacer. -Dije preocupada.
-No pueden obligarte.
-Sí pueden, Dylan. No puedo soportar más problemas, no quiero más movidas con mis padres...
-¿Y qué vas a hacer? ¿¡Dejar que esos maricones te pongan la mano encima?! Yo no estoy allí, Luna. No podré protegerte.- Eché a llorar de la impotencia y él me abrazó.
-Iré y les evitaré... No puedo hacer otra cosa.
-Está bien, pero lleva esto...- Me puso una navaja sobre la mano.
-¿Qué? ¿Estás loco?
-Solo por si acaso, Luna. Por favor...
-Vale, está bien. -Suspiré.- Ojalá pudiera irme lejos de aquí...
-Espero que ese plan me incluya a mi. -Le miré y sonreí.
-Claro.
No dormí nada esa noche pensando que tendría que volver al instituto. No habíamos vuelto a saber nada del chico, ni siquiera sabía si seguía con vida y, en el fondo, no quería saberlo. Si me enterase de que Dylan le hubiera... matado o incluso si ese chico estuviera muy grave... No podría mirar a Dylan a los ojos nunca más. Todo se desmoronaría.
Cuando vi que el reloj marcaba las siete de la mañana me levanté, me vestí y me miré unos segundos en el espejo. Cogí la navaja y la escondí en mis botas marrones. Respiré hondo un par de veces hasta convencerme de lo que iba a hacer.
Conecté mi mp3 a los auriculares y dejé sonar la canción de Billy Talent "Nothing to lose". Era la mejor para este momento.
ESTÁS LEYENDO
Morir por él, matar por ella
Fiksi RemajaLuna es una chica algo callada e inadaptada. Cuando se muda a una nueva ciudad con sus padres conoce a Dylan, un paciente de su padre. Entre ellos se establece una relación extraña donde él sería capaz de matar por ella y ella... de morir por él.