Capítulo 24

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De repente dejé de sentir mi cuerpo. Había mucha luz, lo cual me impedía ver bien. Intenté enfocar un poco mejor la vista.

-¿Estoy en el cielo?

-¿En el cielo? Anda, despierta cariño, que vamos a llegar tarde. -Escuché la risa de mi madre. La risa que tenía antes. Vi su cabello suelto y brillante y noté la fragancia de la colonia que antes solía llevar.

-¿Mamá?

Conseguí aclarar la vista. Estaba en mi antigua habitación, en mi antigua casa.

-Así me llamas... va, levanta culo gordo que tenemos boda.

No entendía bien qué estaba ocurriendo. Me incorporé un poco y miré a mi alrededor. Estaba todo tal y como era antes.

-Mamá... tu barriga... -Murmuré asustada. Ella se miró y se pasó la mano por el estómago.

-¿Qué pasa? ¡No me fastidies que llevo todo el mes a dieta para entrar en el vestido! ¿Me ves más gorda?

-¿Cómo? -Mi madre ya no estaba embarazada.- No entiendo... Mamá, ¿qué hacemos aquí? ¿Por qué no estamos en la otra casa?

-¿Qué? ¿Qué casa? ¿Qué dices, cariño? Dónde deberíamos estar ya es en la Iglesia, ¡vamos! ¡vístete!

-No, pero... ¿dónde está Dylan?

-¿Dylan? ¿Quién es ese, cariño? Ay, de verdad, vaya sueños tan profundos que tienes últimamente cariño, venga vamos.

No comprendía nada. Me levanté de la cama y miré mi antigua casa habitación por habitación. Todo estaba como al principio. Bajé las escaleras y vi a mi padre tomándose un café.

-Hola, cariño. -Dijo dándome un beso en la cabeza. Me aparté de él y me miró.- ¿Estás bien, pequeña? -¿Pequeña? ¿Cariño? ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi asqueroso padre?

-Vamos, Luna, no me hagas repetírtelo. Tenemos que irnos ya. -Insistió mamá.

Volví a mi habitación y vi el vestido amarillo que me había puesto hacía años en la boda de mi tía. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso todo esto había sido un sueño? No, no podía ser. Dylan no podía ser un sueño.

Me vestí y subí al coche. Intentaba entender todo lo que estaba ocurriendo pero no podía comprenderlo.

-Cielo, ¿estás bien? ¿quieres que vayamos al médico?

-No, estoy bien. -Mis padres continuaron con su conversación.

-¿Entonces la próxima semana entra Kimberly a trabajar?

-¿Qué? -Grité de repente.

-¡Joder, Luna! ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? -Preguntó mi madre asustada.

-No... Nada... -Tartamudeé. Kimberly era la chica con la que mi padre había estado. No podía ser... Todo esto ya lo había vivido. Había escuchado esta conversación sin haberle prestado atención y ahora sabía lo que iba a pasar. ¿Acaso había vuelto atrás?

-No sé si seguiré... Creo que trabajar por mi cuenta sería lo mejor. -Prosiguió mi padre. Claro... Eso es... Mi padre había continuado en aquella empresa por nosotras. Había rechazado el sueño de ir por libre por nosotras y eso es lo que había hecho que todo se torciera.

-Yo creo que deberías probar siendo autónomo, papá. -Interrumpí.

-¿Qué dices, hija? ¡En la empresa cobrará más!

-Pero eso no es lo importante, mamá.

-¿Qué te pasa hoy, cielo? -Preguntó mi padre sonriendo.

-Nada... Sólo estoy feliz de teneros aquí.

Durante las semanas siguientes me volví loca buscando el nombre de Dylan por internet. Llegué a ir hasta nuestra casa pero allí no vivía nadie. La casa de Dylan estaba vacía y nadie había vivido allí. Perdí la cabeza. Busqué en la playa y no había ni rastro de él. Entonces encontré la noticia de un bebé que había fallecido en brazos de su madre ahogada en una bañera. Era un artículo viejo, de hacía unos diez años. Busqué el nombre de su madre en internet y me llevó hasta un psiquiátrico. Me presenté allí, sin saber bien lo que estaba haciendo.

Cuando entré en aquel lugar me quitaron todo lo que pudiera ser un peligro para mí, incluso los cordones. Al ver a su madre tras el cristal protector vi que era ella, la misma mujer que en mis sueños.

-Hola. -Me acerqué a ella pero no me contestó. Se abrazaba a sí misma y susurraba cosas que no entendía.- Estoy buscando a su hijo... a Dylan. ¿Tiene un hijo que se llama Dylan?

-Oh... No, no puede ser... -Me miró preocupada y empezó a llorar y a gritar.- ¡ME HE OLVIDADO DE ÉL! ¡MI HIJO! ¡TENGO QUE IR A POR ÉL! ¡ESTÁ SOLO! ¡ESTÁ SOLO! ¡ABRIRME! ¡SACARME DE AQUÍ! ¡MI HIJO! -Los médicos la cogieron y la sacaron de allí. Volví a intentarlo varias veces hasta que diez días después conseguí que me dijera algo.

-¿Sabe dónde está Dylan?

-Dylan era un buen chico... Me quería, no quería que me pusiera triste... Él no podía cuidar de mi pequeña... Luego se fue... No quiso saber nada de mí... No me quiere... Ya no viene a verme...

Le pregunté al segurata si sabía algo sobre su hijo. Al parecer llevaba varios meses sin venir a verla. Me dirigí a la dirección que me habían dado. Era un edificio bastante cochambroso, lleno de balcones y gente que no me parecían de fiar. Llamé a la puerta pero Dylan no estaba allí. Esperé y esperé hasta que, tres días después, le vi.

-¿Dylan? -Él se giró. Estaba hecho una pena. Se había dejado barba y llevaba ropa algo sucia.

-¿Lu... Luna? -Sonreí al escucharle.

-¿Me reconoces?

-Sabía que no estaba loco... Lo sabía. -Se acercó rápidamente a mí y me eché hacia atrás por el olor.

-¿Qué te ha pasado?

-Sabía que no estaba loco... -Repitió.- Te fuiste... Te... te quitaste la vida, me dejaste solo...

-¡No! ¡No te dejé solo! ¡Quise irme contigo!

-No, no fue así. Me dejaste, llegué a tu casa, te metí en la bañera pero no pude hacer nada...

-Eso, eso no es así, Dylan... No puedes decirme eso. Me salvaste, tú me salvaste. ¿Lo ves? Estoy bien.

-No estás bien, Luna. Llevas tiempo estando mal. Llevas tiempo teniendo pensamientos que no están bien. Tienes que salir de esto, tienes que empezar a salir de esta depresión, dejar de pensar en él. Esta historia con Dylan es un solo pensamiento para salvarte pero Dylan no es bueno para ti. Ahora es el momento de que salgas tú de esto.

-¿Cómo dices? -Dylan desapareció. La calle empezó a desaparecer. De repente estaba en el despacho de mi padre, sentada en uno de sus sillones. Abrí los ojos y le miré.

-¿Cómo te encuentras?

-No... no lo sé. Confusa.

-Es normal, estas terapias te hacen levantarte confusa. Veamos... -Se levantó y cogió mi mano.- Dime cómo te llamas.

-Luna.

-Bien, ¿por qué estás aquí, Luna?

-Porque intenté quitarme la vida.

-¿Y por qué lo hiciste?

-Porque él mató a mi padre y yo pensaba que le quería.

-¿Y ahora le quieres?

-Pensaba que sí pero no. Nunca le quise, sólo quise la idea de que me sacara de allí.

-Eso está genial, Luna. Has avanzado mucho. Seguiremos en la próxima sesión.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora