Capítulo 12

4.1K 239 10
                                    

-Luna, por favor. Por favor, contesta... ¡Reacciona, Luna! Por favor, no te mueras...

Escuchaba esa voz algo distorsionada, como si estuviera metida en una caja y me gritaran desde fuera. Intenté abrir los ojos pero no conseguía ver nada. No tenía el control de mi cuerpo. Solo sentía como me arrastraban. No podía reaccionar, no podía contestar a quien fuera que estaba ahí. De repente noté como un chorro de agua fría caía encima de mí pero sentía igual de frío mi cuerpo. Noté algo bajándome por la garganta, como si alguien estuviera intentando forzar que vomitase y así fue. De repente vi una gran cantidad de luz que me cegó, me incorporé y noté la acidez del vómito. Me costó saber dónde estaba y qué había pasado.

Cuando conseguí centrar la vista pude diferenciar la pared de mi cuarto de baño. Estaba en la bañera, vestida y mojada. Todo el cuerpo me dolía y sentía como todo me daba vueltas. Noté la presencia de alguien y vi sus brazos y sus piernas tras de mí. Me giré y vi que Dylan estaba dentro de la bañera conmigo, abrazándome y llorando desconsoladamente.

-No te mueras por favor, Luna. -Repetía llorando una y otra vez. Cerré los ojos durante un momento para recuperarme. Cuando recuperé un poco el sentido empecé a llorar de impotencia.

Ahí estuvimos un buen rato, dentro de una bañera llorando. Había intentado acabar con todo aquel ruido que había en mi cabeza y él estaba allí conmigo, abrazándome con fuerza, sin dejarme sola ni un instante cuando ni siquiera le quedaban fuerzas para seguir a él.

Con la ayuda de Dylan me levanté y tiré a lavar la ropa que estaba llena de vómito. Él se limpió un poco con agua y toallas. No hablamos durante ese rato, solo se mantenía ahí, aguantándome para no caerme.

Una vez estaba limpia y más calmada nos sentamos en mi cama apoyados en la pared. Él me abrazaba con algunas lágrimas cayendo por sus ojos. Yo no sabía qué decir ni qué hacer, solo estaba ahí, mirando a la nada.

-No vuelvas a hacerme esto, por favor. -Me dijo sin mirarme a los ojos. No podía casi hablar.

-¿Cómo has entrado? -Murmuré.

-No paraba de llamarte por la ventana, vi que el coche de tus padres no estaba y no entendía qué pasaba. Me colé por el sótano y te encontré inconsciente en la cama. Creía que iba a perderte, Luna. -Me apretó más fuerte contra su pecho y puso sus labios pegados sobre mi mejilla.- No quiero perderte. -Intentó besarme pero me aparté con disimulo.-¿Por qué lo has hecho? -Me preguntó sin darle importancia a que no le había besado. No quería contárselo pero sabía que, de alguna manera, él ya lo sabía.

-Vi la grabadora de tu padre en tu cama, Luna... ¿Tiene... tiene algo que ver con eso? -Tardé un poco en contestar. Tenía miedo de que se enfadara por haber jugado con su confianza. Tenía miedo de él.

-Si... Lo sé...

-Luna, no sé que has escuchado exactamente pero a ti nunca te haría daño, te lo juro. Tienes que creerme. Por favor... No tiene nada que ver contigo.

-No sé si puedo creerte pero... Pensaste en hacer daño a gente, en... en matarles... Hiciste daño a esa chica... ¿Cómo sé que no vas a hacer daño a alguien? No se trata solo de mí... ¿Por qué tienes esos pensamientos tan raros? Yo también odio a mucha gente y no pienso en matarles.

-Tuve pensamientos psicópatas pero nunca he llegado a hacer daño a nadie inocente. Pegué a varios chicos que se metían conmigo pero... lograba controlarme, aunque mis pensamientos de matarlos no acababan. Por eso vine a ver a tu padre pero verte me cambió, nunca he sentido nada así con nadie, Luna...

Respiré hondo. Quizá debí haber hablado antes con él, no sabía si decía la verdad pero sus ojos no parecían engañarme. Se pasó la tarde contándome todo lo que le pasaba. Todo lo que le había pasado en su infancia y logré empezar a entender algunas cosas.

-¿Vas a contarle a tus padres lo de las pastillas? -Me preguntó.

-No. No pienso contarles nada, ni siquiera les importaría que no hubieses llegado a tiempo...

-No creo que eso sea así. Tus padres te quieren, no como mi madre...

-Bueno...

-No quiero que vuelvas a hacer algo así, por favor.-Lo miré y asentí.-Tus padres deben de estar a punto de llegar. Será mejor que me vaya. ¿Estarás bien?

-No, no te vayas. Por favor...

-Si me ven aquí todo se complicará. Será mejor que me vaya. -Me besó con fuerzas y esta vez lo seguí.-Si sobrevives a esta noche tendremos una cita mañana.

-¿Una cita? -Pregunté sonriendo.

-Si.

-Vale. -Me acurruqué en la cama y le vi salir por la puerta. Cerré los ojos y me dormí profundamente.

-¿Luna? -La voz de mi madre me despertó. Abrí los ojos con dificultad. - ¿Estás bien? Estás muy pálida, cariño.

-¿Eh?.. Ah, estoy bien. He salido a correr y creo que me he resfriado un poco, nada más. ¿Qué os ha dicho el médico? ¿Estás mejor? -Pregunté mientras intentaba incorporarme.

-Pues... Nada, que estoy mejor. No te preocupes. -Me dijo mirando hacia todos lados de mi habitación. -Mañana tenemos pensado ir a pasar el día fuera como antes. ¿Te apetece?

-Ya sabes que no, mamá. Ir vosotros. -Vi a mi padre pasar enfrente de mi puerta y recordé aquel correo que había leído. Lo miré seriamente.

-Bueno, está bien... Oye, cuéntame, ¿qué tal va el colegio? -Se sentó en el borde de la cama.

-Bueno... Igual que siempre, mamá. Nada ha cambiado.-Mi madre suspiró.

-Pensé que esta casa haría que estuvieras mejor.

-Pues no, no estoy mejor. -Miré su cara de decepción y me sentí mal conmigo misma. Mi madre no tenía culpa de nada, solo le permitía demasiado al imbécil de mi padre.- Mamá, estoy bien. No te preocupes por mí. Además, he conocido a alguien en clase.-Mi madre se sorprendió al escuchar eso y se rió.

-Oh... ¿has conocido a un chico? Que calladito te lo tenías...

-No sigas, mamá. -Dije riendo sonrojada.

-Bueno, vale, está bien. -Rió.- Extrañaba estos momentos contigo...

-Yo también. -Dije sinceramente.

-Anda, descansa. Mañana papá y yo nos iremos temprano. ¿Estás segura de que no quieres venir?

-Estoy segura.

-Vale pero creo que deberías intentar darle otra oportunidad a tu padre.

-Mamá...

-¿Si? -Pensé en decírselo, en decirle lo equivocada que estaba, en los mensajes que se mandaban... pero no pude, no así.

-Nada.

-Vale, cariño... Descansa y piensa en lo que te he dicho. -Besó mi cabeza y salió de mi cuarto.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora