Capítulo 15

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-Joder, Luna... -Me miró de arriba a abajo y de repente se puso él sobre mí con fuerza. Me agarró los brazos y me los puso sobre la cabeza. Mientras me sujetaba con una mano las muñecas, con la otra me tocaba todo el cuerpo sin dejar de besarme. Empecé a asustarme, Dylan había perdido el control y entonces escuché la puerta de casa.

-Para, Dylan. ¡Para! Son mis padres. -Él seguía sin escucharme.- Dylan, por favor, nos van a pillar. ¡Suéltame! -Hice fuerza y conseguí que volviera en sí. Me soltó y se quedó paralizado en mi cama. Yo me levanté rápidamente y me puse de espaldas aguantando la puerta.- ¡Vamos, escóndete! ¡Dylan! -Tras unos segundos conseguí que se escondiera en el armario. Me puse la camiseta y me senté en la cama como si nada. La puerta de mi habitación sonó.

-¿Luna? Ya hemos llegado, cariño. -Mi madre entró en mi cuarto. Todavía tenía la respiración a mil.

-Hola, ¿qué tal ha ido el día?

-Bien, bastante bien. ¿Te ibas ya a dormir?

-Sí, mamá. Estoy muy cansada.

-Vale, cariño. Buenas noches.

-Buenas noches, mamá. -Esperé unos segundos y me levanté para poner el pestillo. Respiré hondo y abrí el armario. Dylan estaba como ido.- Eh... ¿qué pasa? -Intenté acariciarle pero me apartó.- Dylan... -Salió del armario y empezó a andar por la habitación.

-Lo siento, Luna. De verdad que lo siento. No... no estaba controlándome. No quería que esto pasara, por eso no estaba...

-Eh, Dylan, no pasa nada. Yo quería... bueno, quiero. -Me acerqué a él despacio.- ¿Tú no...?

-No es eso, Luna. Claro que quiero pero no puedo controlarme, estaba siendo muy duro contigo.

-No digas eso. En serio, me estaba... la verdad es que me estaba gustando.

-¿Lo dices en serio?

-Sí... -Me acerqué a él y le besé.

-No quiero hacerte daño.

-Sé que no lo harás.

Nos volvimos a tumbar en la cama. Nos costó horrores permanecer en silencio. Nos desnudamos bajo las sábanas y me puse sobre él. Él se apoyó en el cabecero de la cama, sentado. Me apretó con fuerza contra él y me arañó la espalda. Noté algo de dolor al principio pero me encantaba aquella sensación que nunca antes había tenido. Dylan me apartó el pelo con una mano y lo agarró. Empecé a moverme sobre él mientras tiraba de mi pelo hacia atrás y me besaba el cuello. Cuando terminó sentí que me apretaba con fuerza la espalda y tiraba más fuerte de mi cabello. Sentí algo de dolor pero intenté ignorarlo.

Nos tumbamos desnudos. Estuvimos en silencio durante un buen rato, mientras acariciaba mi espalda desnuda y yo escuchaba el latir de su corazón. Estaba sorprendentemente tranquilo.

-¿Era tu primera...?

-¿Por qué preguntas eso? -Contestó.- No creo que quieras saberlo, Luna. -Me quedé callada. No me esperaba una contestación tan brusca.

-Me ha gustado mucho. -Se quedó en silencio. Me sentí algo incómoda. No sabía si había hecho algo mal pero desde luego no me había imaginado un final así.

Cerré los ojos y me dormí. Cuando me desperté eran las cinco de la mañana, la habitación estaba inundada de oscuridad. Al mirar a mi lado Dylan no estaba. No me había dejado ninguna nota ni nada. Me vestí y bajé para comprobar si estaba por casa pero no estaba en ningún lado, ni siquiera en el sótano. Volví a mi cama algo confusa. ¿Qué había hecho mal? ¿Y si no le había gustado? Intenté tranquilizarme pero no podía. Me puse los auriculares y cerré los ojos intentando recuperar el sueño.

Por la mañana quise creer que había sido un mal sueño pero Dylan seguía sin estar allí. Me asomé por la ventana por si le veía pero nada, las cortinas estaban echadas. Bajé a desayunar y mi madre estaba allí, removiendo su café.

-Hola, mamá.

-Hola cariño. ¿Qué tal ayer? ¿estudiaste lo suficiente?

-Sí, mamá. Salí un rato a tomar el aire y volví temprano a casa.

-Muy bien.

-Bueno, voy a dar una vuelta.

-¿A estas horas?

-Si, me apetece tomar el aire.

-Vale pero desayuna algo, por favor. Te estás quedando en los huesos.

Cogí una ensaimada y salí de casa para buscarle. No parecía haber nadie en su casa.

-¿Buscas algo? -Su madre me sobresaltó.

-Ah, hola... Pues estaba buscando a su hijo, la verdad.

-No está en casa.

-De acuerdo. Si le ve puede decirle que...

-No soy un mensajero. -Se abrió camino y entró a su casa. Qué mal me caía esa mujer.

Seguí buscándolo pero no lo encontré. Después de un buen rato de espera se me ocurrió buscarlo en la playa. Recordé que era un lugar donde se sentía en paz. Tenía que estar allí. Busqué en mi bolso pero no llevaba nada de dinero encima. Mierda... Tuve que ir andando. No quería que mi madre me preguntara dónde iba.

Tras casi una hora de viaje conseguí llegar. Dylan tenía razón: era un lugar donde poder estar en paz. No había nadie por allí, ni siquiera él.

Caminé durante un buen rato por la orilla hasta llegar a la zona donde habíamos estado la noche pasada cuando por fin le vi sentado en la arena. Me acerqué rápidamente hacia él. Estaba dibujando algo con un palo en la arena. De repente levantó la mirada y me vio pero se levantó antes de que le alcanzara y empezó a alejarse.

-¿Dylan? ¡Dylan! -Grité enfadada yendo tras él. -Conseguí alcanzarlo y lo agarré del brazo.- ¿Se puede saber qué pasa? ¿Por qué te vas? ¿Por qué te fuiste ayer así de repente? -Él me esquivó la mirada.- Dylan, te estoy hablando. ¡Contesta!

-No es nada, Luna. Déjalo. Tengo que irme.

-¿En serio? ¿Después de lo de anoche te vas a ir así?

-Tengo cosas que hacer, lo siento. -Intentó marcharse pero me puse delante.

-Vamos, Dylan... ¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? No lo entiendo...

-No hiciste nada mal.

-Entonces, ¿qué? ¿Es que eres el típico chico que encandila a las chicas y después de follar con ellas se pira? -Él negó con la cabeza y entonces una idea se me pasó por la cabeza. Una idea que dolía mucho más que la anterior.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora