Capítulo 17

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-¿Has dicho que me quieres? -Asentí. Cogí la manga de mi camiseta y le limpié la sangre que tenía en los labios.- ¿No te asusta lo que he hecho?

-Me has salvado, Dylan. Lo has hecho para protegerme y para protegerte a ti mismo. Te podrían haber pegado una paliza de no haber sido por eso... Gracias... -Le abracé y me puse a llorar desconsoladamente. Estaba muy agotada por todo lo que acababa de pasarme y no tenía fuerzas para nada.

-¿Qué ocurre, Luna?

-No puedo con todo esto...

-¿Ha pasado algo más? -Asentí entre sus brazos.

-Mi madre está embarazada... ni siquiera me lo ha contado, la he escuchado hablar con su médico...

-Joder...

-Y luego encima pasa todo esto... Si no hubieras llegado... -Añadí sofocada.

-Eh, escúchame. No pienso dejar que te pase nada, ¿entiendes? -Dijo mirándome.

-Pero no puedes estar siempre protegiéndome, Dylan.

-Sí puedo. Lo haré. -Asentí con la cabeza indecisa y él me secó las lágrimas.- Vayámonos lejos, al menos por hoy. Lejos de toda esta mierda.

-¿Irnos? ¿Estás loco?- Pregunté riendo.

-Sí, voy al psicólogo de hecho. -Reí.

-Eso no es de estar loco. -Se encogió de hombros.

-Tienes razón pero lo estoy igualmente.

-¿Y a dónde quieres que vayamos? No tengo dinero.

-Tranquila, no te preocupes por eso. Cojamos el primer autobús que llegue a la estación y ya está.

-De acuerdo...

Me cogió de la mano y empezamos a caminar hacia la estación. Aquel plan me llenaba de adrenalina y me quitaba toda la indecisión del cuerpo. Cuando llegamos apenas había gente en la parada.

-Espérame aquí. -Dijo besándome la mano. Dylan se alejó y cuando volvió llevaba dos billetes en la mano.- Ya está. Subiremos a este.

-Te devolveré el dinero, te lo juro.

-No te preocupes por eso ahora.

Nos subimos en el autobús. No tenía nada de dinero encima ni teníamos ningún sitio dónde dormir, solo nos teníamos a nosotros mismos, pero me daba igual. El hecho de estar con él ya me hacía lo suficientemente feliz. Necesitaba desconectar, necesitaba estar a su lado y olvidarme de todo lo malo.

-Pararemos en la última parada a ver qué nos encontramos. -Me dijo sonriendo. Mi móvil empezó a sonar.

-Es mi padre.

-No se lo cojas.

-No iba a hacerlo. -Esperé a que terminara de insistir y escuché su buzón de voz.

"No sé qué crees que estás haciendo pero sé que has sido tú la que lo ha cogido. Luna, tienes que acabar con todo esto. Devuélvemelo y no le hagas algo así a tu madre. Está embarazada, ¡joder! ¿Qué pretendes? ¿Que pierda al bebé? Dime dónde coño lo has metido"

-¿A qué se refiere? -Me preguntó Dylan.

-Al móvil que te dije que encontré. Se habrá dado cuenta de que no está.

-Joder y ya da por hecho que has sido tú.

-¿Y quién si no? Mi madre le trata como si fuera un Dios, si lo hubiera cogido ella ya se hubiera enterado.

-Pues que se joda.

-No pienso devolvérselo. Cuando llegue el momento haré que mi madre se de cuenta de con quién está casada.

-No sé cómo puede engañarla así y mucho menos estando embarazada.

-Lo sé... yo tampoco lo entiendo.

-¿Y tú quieres que tenga a ese bebé?

-Lo que no quiero es que ese bebé tenga que pasar por lo mismo que yo. Una familia destrozada llena de mentiras y engaños... No será feliz, ¿por qué quieren joderle la vida así a una persona?

-Te entiendo... yo pensé lo mismo cuando nació mi hermana. -El móvil volvió a sonar y así repetidas veces. Empecé a agobiarme. Los mensajes cada vez eran peores.

"¿Dónde diablos has ido? ¡Tienes a tu madre preocupada! Vuelve ahora mismo a casa"

-Me habla cómo si yo fuera la mala por preocupar a mi madre y lo único que quiere es que vuelva para que le de el puto móvil y pueda hablar con ella.

-¿Le tienes mucho aprecio a tu móvil?

-No, sólo lo uso para coger sus llamadas. -Dicho esto Dylan cogió mi móvil, abrió la ventana del autobús y lo tiró. Me asomé y vi cómo el teléfono se partía en dos al caer.

-¿Qué acabas de hacer? -Dije riendo tras el asombro.

-Hacer que te dejen disfrutar de nuestro viaje.

-Cielo santo, Dylan... ¡Me van a matar!

-Jamás dejaría que lo hicieran. Mataría por ti, Luna... -Le miré a los ojos. Era sincero. Su mano acarició la mía.

-Y yo moriría por ti.

El viaje se nos hizo algo largo. Acabé dormida sobre el hombro de Dylan mientras miraba el paisaje y recordaba las excursiones que hacía de pequeña, cuando no existían los problemas. Soñé que el bebé nacía y que mis padres me daban la espalda. Podía ver a esa niña en sus brazos, cómo me miraba y cómo sonreían ellos y, de repente, empezaba a alejarme. ¡No! Gritaba, pero no podía evitar que me alejaran. El suelo se movía y yo cada vez estaba más lejos pero ellos seguían relucientes de alegría, sin mirarme, sin evitar que me fuera. La niña me miraba sonriendo, envuelta en una sábana blanca. No te queremos, no te necesitamos, decían. Lo peor de todo es que sentía que no era un sueño, sentía que iba a pasar. De repente Dylan estaba detrás de mí. Tranquila, yo cuidaré de ti. Cuando me giraba estaba lleno de sangre y sonreía. Me asusté pero no pude correr. Mi familia había desaparecido y sólo me quedaba él.

La voz de un hombre me sobresaltó.

-Última parada. Fin del trayecto. -Era el conductor del autobús. Busqué a Dylan con la mirada.

-¿Estás bien?

-Sí, sí... Ha sido una pesadilla. -Miré alrededor. Ya no había nadie en el autobús.

-Ya hemos llegado. -Dijo dedicándome una sonrisa.

Miré por la ventana. Estábamos en una parada completamente desierta, en un aparcamiento de tierra con una tienda diminuta al salir. Todo el alrededor estaba cubierto de árboles y no se veía ningún lugar donde poder pasar la noche. No sabía dónde íbamos a alojarnos ni siquiera parecía que hubiera gente en aquel pueblo pero entonces Dylan cogió mi mano y el miedo se fue de mi mente.

Morir por él, matar por ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora