Capítulo 14.

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Quería desaparecer, tenía deseos de golpear a Neferet con todas mis fuerzas y gritarle hasta que mis cuerdas vocales ardieran, deseaba desaparecer, olvidar lo que había pasado y empezar de nuevo lejos de este maldito lugar, ¡¿porque?! Esa pregunta me hacía a mi misma en repetidas ocasiones, ¿no le gustó? ¿Solo soy su juguete? ¿tiene esposa? ¿Novia?

Neferet no se a aparecido por 3 días completos, lo cual agradezco pues no deseaba verlo, pero también quería irme de aquí, ¿porque estaría aquí? El había dicho que no podía dejarme ir, él dijo.... Que mi sangre era especial para el, pero no iba a morir sin mi ¡Dios había hecho el bochorno de mi vida! Lo bese y... Me rechazo.

—¿estas bien? Te e notado muy distraída —Esmeralda me observa preocupada y yo niego con una sonrisa falsa.
—no es nada, solo un poco aburrida —digo encogiendome de hombros.
—eres muy mala mintiendo, ¿lo sabias? —Esmeralda me dio un apretón de manos dandome consuelo.
—Neferet me rechazo —susurre en hilo de voz.
—¿que? —fue lo único que ella pudo decir, se miraba perpleja ante mis palabras.
—¡bese a Neferet y me rechazo! Esmeralda es una humillación vergonzosa —dije con amargura desviando la mirada.

Esmeralda llevo sus manos a la boca ocultando su sonrisa que se asomaba.

—¡porque te ríes! —dije dolida.
—no es eso, perdoname Anne, pero te preocupas por nada, mira no debería decírtelo pero me da tristeza verte así, el señor Neferet nunca... Se enamoro, son vampiros tu sabes que su naturaleza es solamente ser solitarios y cazadores, son pocos los vampiros que desarrollan un apego emocional a una persona, pero estoy segura que el señor Neferet siente lo mismo que tu, seguramente se siente abrumado —Esmeralda me sonrió con ternura mientras me daba un abrazo, pero lo que necesitaba no podía dármelo.

Sus palabras calmaron un poco mis nervios, pero necesitaba respuestas de Neferet.

—¿podemos salir? —pregunté haciendo un puchero.
—seguro, la reunión la pospusieron para el día de ahora, iré por mis cosas —Esmeralda salió de la habitación y yo baje a la cocina.

Salimos y respire el aire fresco tratándome de sentir mejor, Esmeralda compro cosas para cocinar y yo compre ropa de mi gusto, Neferet me había comprado mucha ropa pero no quería usarla por ahora, Esmeralda me platicaba sobre muchas cosas pero me gustaba cuando me platicaba de ella, sobre su infancia.

Frente a nosotras había una pareja de jóvenes, tomadas de las manos mirándose fijamente con cara de tontos enamorados, sonreí con sarcasmo, ¿porque no podía tener algo así? Solo quería una vida normal, sin vampiros sin magia, solo una vida simple.

—¿estas bien? —me preguntó Esmeralda parandome en seco.
—seguro —sonreí con tristeza mientras veía la pareja desaparecer.
—¿de verdad quisiera irte? —su mirada esa nostalgica, despues de todo somos amigas.
—creo que si, es complicado... Nunca quise ser una sirviente, y menos de alguien como Neferet —el vampiro más importante de todos, tener etiquetas, reglas, formas de pedir lo que quieres, eso no va conmigo.

Esmeralda hizo un puchero e ignoro mis palabras, cenamos en un restaurante al aire libre esperando que fuera la hora para regresar a casa.

—¿se tardarán mucho en la reunión? —pregunté curiosa.
—terminará a las 9 —dijo desinteresada.
—bien, me gusta estar afuera y respirar aire fresco —es muy aburrido pasar encerrada en su castillo sin nada más que hacer.

Terminamos la comida y se hacía cada ves más tarde, ya era hora de volver, caminamos a casa y llegamos media hora después, al entrar se escuchabas susurros, me acerque más y Esmeralda parecía tensa y preocupada.

—el tratado tiene que ser para mejorar nuestras relaciones con las otras especies —Neferet se escuchaba molesto.
—no todas las especies quieren armonía con nosotros, no podemos hacer nada —el señor Megalos trataba de hacerlo entrar en razon.
—tenemos que insistir, no podemos tener una guerra entre nosotros, perderíamos a muchos —quede con la boca abierta, ¿una guerra? ¡No!
—también está el tema de tu sirvienta Neferet, ¿as pensado lo que te e dicho? —el señor Sanna tenía una voz calmada.
—no está en discusión no puedo dejar a mi sirvienta para casarme con otra mujer —me gire bruscamente mirando a Esmeralda y ella desvío la mirada apenada.

Convertí mis manos en puño y corrí a mi habitación a toda prisa, ¿porque me importaba algo como eso? Me sentía herida, rechazada y humillada, ¿porque? ¿De verdad comenzaba a sentir algo por Neferet?

Neferet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora