Su mano fría acariciaba cada parte de mi cuerpo haciendome perder el control, pequeños gemidos escapaban de mis labios, una mano bajo a mi parte íntima y acarició mi clitoris con destreza, parecía un experto en lo que hacía.
—Neferet —gemí cuando sentí sus labios sobre mis pechos, su lengua acariciaba mis pezones y después los introducía en su boca.
Sentí su miembro rozar mi vagina, sentía mi parte palpitar de deseo, lo necesitaba.
Poco a poco sentí entrar su miembro y yo solo convertí mis manos en puño al sentir el dolor cuando estaba todo adentro, su miembro era grande y grueso.—eres mía —gruño con satisfacción.
—tuya —jadee sin pensar.Se movía poco a poco y el dolor se iba convirtiendo en placer, cada embestida era más rápida y yo sentía el clímax cerca, sus manos jugaban con mi cuerpo de forma sensual, excitante, estaba al borde del placer, Neferet sujeto mi cuerpo y comenzó a ser más rudo, sus embestidas eran cada ves más fuertes y rápidas y yo solo podía gemir al sentir aquella sensación.
—Anne —grito mi nombre con satisfacción.
—ah —gemí con fuerza al llegar al clímax.Había sido perfecto. Neferet se acomodo junto a mí, acariciando mi cabello mientras me observaba fijamente, sus ojos ahora tenían un brillo especial que nunca había visto, sus labios sonrieron levemente y yo sonreí en respuesta.
—¿estas bien? —pregunta.
—muy bien —contestó apenada.
—eres hermosa Anne —sus ojos rojos se oscurecieron al ver mi cuerpo desnudo, podía ver el deseo en ellos.Negué con una sonrisa al ver su mirada.
—duerme —susurro con ternura y sus palabras tuvieron efecto inmediato, cai en un profundo sueño.
Me preguntaba si ese era su poder, decir algo y que eso se haga, eso sería muy aburrido si lo pienso bien pues nadie se negaría a nada de lo que él ordena.
Desperté desorientada, me encontraba en la habitación de Neferet, sonreí al recordar lo sucedido, me vestí y camine por los pasillos buscándolo pero no había señales de el, ni de nadie, sentía un mal presentimiento por todo el silencio que reinaba. Un aroma llamó mi atención no podría describirlo era una mezcla de tierra con flores.
Subí las escaleras acercándome al aroma, era la tercera planta, y ahí estaba un hombre fornido parado frente a mi, sus ojos tenían brillos dorados supe inmediatamente que se trataba de un hombre lobo, su cabello era marrón y su piel era bronceada dignas de su raza.
—¿que haces aquí? —pregunté incrédula, nadie podía entrar al castillo.
—apestas a vampiro —respondió.Su respuesta me hizo enfadar, tenía el aroma de Neferet.
—un hombre lobo sin invitación no es bienvenido —dije secamente cruzandome de brazos.
Pude ver en cámara lenta como el corrió hacia mi pero yo lo esquive sin problemas, me sorprendí al ver tal reflejo, era claro que el olfato y la rapidez se debía a Neferet.
—eres una sirviente por lo que veo —lo decía con desprecio.
—vete de aquí hombre lobo —exigí furiosa.
—no puedo irme tan fácil, tengo que matar a Neferet Vintag para poder irme —sonrió con picardia y yo negué asustada al escuchar sus palabras.
—¡tu no vas a tocarlo! —intente golpearlo en la cara pero tomó mi mano y la atrajo hacia el.Tomó mi rostro haciéndome daño y yo trataba de librarme de su hagarre pero era muy fuerte.
—no quiero matar a gente innecesaria, así que mejor vete —negué y el solo apretó más su hagarre.
—no le haras daño —asegure, pero solo hice que se molestara más.Sujeto mi cuello y sentí que el oxígeno comenzaba a faltarme, pensé en como el se había metido a este lugar, ¿donde esta Neferet? ¿Esmeralda? Fue lo último que pensé cuando comencé a perder la conciencia.
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Neferet.
VampiroMi apellido marca mi vida, sin poder elegir, sin poder pensar en que hacer con mi vida. Provengo de una familia muy influyente, un linaje de sirvientes leales a los vampiros. Cada sirviente comienza a los 16 años, e pasado huyendo para no ser una si...