Parte 17

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Admitirme a mí mismo que estoy completamente enamorado de Anna García es algo nuevo.

Ya no puedo seguir negando este sentimiento, el cual hace bastante tiempo se ha posicionado en mi corazón.

El mismo corazón que se encoge y enloquece cada vez que la siente llegar, o la mencionan.

Ese primer día de clases, marco el inicio de esta bonita amistad, sin embargo...

"Sucedió luego de un año y medio. Nos encontrábamos en hora de almuerzo, cuando comenzaron a molestar a Anna, otra vez...

Aburrido de aquello, con Troya isimos un alboroto en el comedor, y peleamos con sus agresores.

Esa pequeña acción iso sonreír a nuestra amiga, y nuestra recompensa fue un abrazo y un tibio beso en la mejilla.

Solo basto un roce, solo un roce para sonrojarme. Mi corazón no dejaba de latir alborotado.

A mis catorce años, esa fue la primera vez que me sentí tan extraño y nervioso.

Claramente en ese momento creí que ese efecto involuntario se me pasaría luego, sin embargo al pasar de los días todo se volvió más extraño.

Si desde un principio pensé que Anna era linda, luego comencé a verla mucho más linda.

Algo cambio en la forma de verla.

Y el tiempo paso... a los seis meses después acepte que me gustaba mi mejor amiga, sin embargo sabía que no era correspondido, ya que ella estaba enamorada de uno de nuestros compañeros, al cual por cierto golpee más de una vez. Aunque eso me trajo muchos problemas.

Una vez tuve claros mis sentimientos decidí ocultarlos, ya que no quería arruinar nuestra amistad.

Lo oculte muy bien, aunque a veces sentía que decaía..."

Estoy profundamente enamorado de Anna, mi Anna.

La noche de su cumpleaños la invite a bailar aquella música romántica.

Recuerdo su mirada sorprendida, recuerdo la sorpresa de Troya y Helena.

Aquella fue la noche, en la cual las sospechas continuaron, pero me dio completamente igual.

No cambiaria un baile con ella, por un pensamiento cegador del que dirán.

Ya no, nunca más.

Luego de que se fueron nuestros invitados, cargue a Anna hasta mi habitación y la hice mía. Le hice el amor una y otra vez. Le hice el amor hasta que nuestros cuerpos ya no pudieron responder ante el cansancio.

Y aquellas veces, como siempre danzamos, emprendimos nuestro baile armonioso, nos amamos en secreto, ocultando cada uno nuestros sentimientos, los cuales para el mundo han de ser completamente obvios, pero para nosotros es un cruel laberinto repleto de una bruma cegadora.

Los felices días pasaron, cada que podía danzábamos en todo lugar imaginable, nuestra danza secreta.

Sin embargo aún siento aquel día como si hubiera sido ayer.

El día en que mis esperanzas acabaron.

El día en el que todo se fue en mi contra

El día...

Aquel día...

Me encontraba cómodamente sentado en el sillón del living una tarde de noviembre.

Anna, yo te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora