Heaven [ Harry Styles]

16. Me duele tu tristeza

Punto de vista de Anna.

Las lágrimas caen silenciosamente por mis mejillas, mientras miro cada dos segundos la pantalla de mi celular. Han pasado veinticuatro horas exactamente y Sam no se ha dignado a contestar mis mensajes. La he llamado infinidades de veces pero me manda al buzón, ella nunca tiene el celular apagado. Jamás, ni por más grave que pueda ser la situación.

Estoy tan malditamente enferma de todas las lágrimas que he derramado en lo poco que va de mi vida. ¿Qué tanto puede sufrir una persona? Porque estoy acabándome, y la única persona que me quedaba y verdaderamente le importaba, ahora mismo está  odiándome.

Me levanto de la cama e intento reordenar mi habitación, en el momento que mis ojos caen sobre la carpeta llena de papeles acusatorios de Harry mi corazón da un vuelco.

Los recuerdos golpean mi cabeza y los tomo en mis manos, no fui capaz de hacer algo que le debía a la justicia, no fui capaz de hacer lo correcto.

Siento que voy a quemarme en las llamas del infierno... De su infierno.

El sonido de mi celular me hace dar un respingo y corro hacia la cama.

Que sea Sam, que sea Sam, que sea ella.

Miro la pantalla y su nombre parpadea, antes de que pueda arrepentirse cojo la llamada.

— ¡Sam! —Digo, y no tenía idea de mi voz se había vuelto un hilo—. Gracias al cielo que llamas, necesitamos hablar.

Se escucha silencio al otro lado de la línea, pero sé que está respirando, sé que está ahí.

Trago el nudo que se ha formado en mi garganta y mis manos tiemblan.

—Anna. —Dice mi nombre en un pequeño susurro,  puedo sentir como hay pánico en su voz.

Mi pecho se aprieta y mi garganta comienza a cerrarse.

— ¿Estas bien? —Pregunto casi perdiendo los estribos.

—Anna por favor, ayúdame. —Habla tan bajito que no alcanzo a escucharla.

— ¡Dios mío! ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

Espero una respuesta, pero no escucho nada más que un sollozo silencioso.

— ¡Jesucristo Sam! Conteste. Iré por ti. ¿Dónde estás?

—N-no lo sé. —Sus palabras son dificultosas—. Sean me ha golpeado y me tiene encerrada, por favor Anna, encuéntrame.

El dolor en su voz tira de mi corazón y no me había dado cuenta que he estado llorando en toda la conversación.

— ¿Cómo es el lugar? —Pregunto rápidamente, poniéndome de pie e intentando meterme en mis zapatos.

—No lo sé, no puedo ver nada, es como una especie de almacén. Huele mucho a gasolina y marihuana.

Tomo un respiro y trato de reaccionar rápido por ella.

—Escúchame, escúchame bien. Voy a encontrarte ¿de acuerdo?, iré a la policía, hare todo pero voy a encontrarte. Pero por lo que más quieras no apagues el celular.

—De acuerdo. —Su voz es temblorosa y sé que tiene miedo, mucho miedo—. ¿Anna?

— ¿Si? —Me detengo una vez que estoy a punto de salir de mi habitación.

—Perdóname, fui una estúpida.

Mi corazón se estrella como cristales rotos.

—No, no, no. Voy a encontrarte. —Trato de alentarla, porque sé que se siente horrible por lo que paso en la playa.