Escocia, 1920
Un años y medio habían pasado desde que la guerra tuvo su fin, miles de familias Europeas y de gran parte del mundo perdieron más de un ser querido, entre ellos se encontraba Richard, el Duque de Grantchester, quien perdió a su esposa y a sus dos hijos varones, al ser estos alcanzados por una detonación Alemana, mientras la regordeta mujer haciendo caso omiso de las advertencias de peligro, salió del bunker en donde se mantenían a salvo, durante el tiempo de conflicto.
Como el hombre fuerte que era, Richard Grantchester se sobrepuso a la perdida y se enfocó en un solo objetivo —.El aristócrata no dudó ni un segundo en utilizar todas sus conexiones y estaba dispuesto a utilizar todos sus recursos de ser necesario para dar con el,paradero de su hijo.
Una vez la búsqueda tuvo los frutos que esperaba, Richard Grantchester movió sus influencias para que la mujer que siempre permaneció en su corazón y quien además era la madre de su primogénito, viajará a Escocia.
Conforme el tiempo fue pasando y teniéndola tan cerca, el hombre se dio a la tarea de reconquistar el corazón de la mujer que siempre amo y a quien se vio obligado a abandonar por cumplir con un deber impuesto por su padre.
Eleonor se sentía como amapola en primavera, los galanteos de Richard provocaban que sus mejillas se tiñeran de carmesí, tal como le sucedía en su juventud.
Xenia, su asistente, en muchas ocasiones se vio obligada a esconder su sonrisa, ver a la gran Eleonor Baker, avergonzarse de aquella manera, era algo no se via todos los días, aquel espectáculo era digno de ser apreciado.
—¿Quien lo diría, ¡eh!? —la gran Diva del teatro, la sensacional Eleonor Baker, encerrada en su recámara.
Eleonor dio un respingo —¡Ah! Xenia, me asustaste.
—¿Tan inquieta tienes la conciencia Eli? —dijo utilizando el diminutivo en forma burlona.
Las mejillas de la diva del teatro se encendieron —¿lo escuchaste?
Xenia asintió —no acostumbro a escuchar conversaciones ajenas, pero no pude evitarlo —dijo sonriendo pícaramente.
—¿Y que opinas al respecto?
—Bueno, ya que lo preguntas, te daré mi opinión al respecto —comenzó decir su asistente y amiga acomodándose en el borde de la cama —creo que ustedes dos se deben una oportunidad, y si Dios permitió que sus caminos se cruzaran en medio de estas circunstancias, sería bastante tonto de tu parte dejar ir esta oportunidad, recuerda que además de tu asistente soy tu mejor amiga y sé de primera mano lo mucho que sufriste durante aquellos años y aún cuando trates de negártelo a ti misma, sigues tan enamorada de ese hombre; así que amiga mía, no desperdicies esta oportunidad que la vida te está poniendo en bandeja de plata.
Eleonor escuchaba atentamente las palabras de su amiga —. Todo cuanto Xenia le decía era cierto, a pesar de los años, ella seguía tan enamorada de Richard Grantchester; y como no estarlo, el hombre, a pesar de frialdad que mostraba ante los demás, con ella se mostraba como el joven enamorado de antaño.
Desde que recibió el telegrama en donde el Duque le informaba que finalmente había encontrado a Terry, gracias a un joven soldado que se las arregló para ponerse en contacto con él, y a quien Richard en gratitud, estaba ayudando en su recuperación, ella había viajado junto a Xenia a Escocía, gracias a las influencias del Duque, llegaron primeramente a Southampton en donde fueron recibidas por el mismo Richard Grantchester para luego, un día después llevarlas a aquel lugar en donde había pasado junto a él, los momentos mas maravillosos de toda su vida, la Villa de Escocia, lugar en donde su hijo era atendido desde hacia tres semanas por el médico de cabecera de la familia Grantchester, el doctor Marcus Harrison.
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Recuperando El tiempo perdido
FanfictionDespués de la despedida en las escaleras del Hospital San José, Candy regresó a Chicago con el corazón destrozado, pero semanas más tarde, una noticia cambió su manera de pensar y regresó a New York para recuperar, lo que por su precipitada decisión...