A la mañana siguiente, Terry se encontraba de pie, frente al gran ventanal de la Biblioteca de la Villa Grantchester, sumido en sus pensamientos —; se daba golpecitos en la barbilla con su dedo indice, se preguntaba: ¿como iba a resolver todo aquello?; si bien era cierto, Ian necesitaba saber que él era su padre, pero no podía llegar y plantarse frente a él y decirle tal cosa así de repente, necesitaba recuperar el tiempo perdido, debía ir poco a poco para ganar su confianza y buscar el momento justo para decirle quien era él en verdad, y haría todo lo que estuviere en sus manos para que su hijo se sintiera orgulloso de él, compensaría cada segundo perdido.
Por lo poco que vio al niño durante la boda de Stair, Terry se dio cuenta que era un chico listo para su edad —sonrió y sintió que su pecho se hinchaba de orgullo.
Un hijo —dijo —un hijo de Candy y mío —sonrió —la fusion perfecta —pensó.
Otro pensamiento llegó a su mente de pronto, y se preguntó en su interior, ¿cómo se le había ocurrido pensar a Candy que él no quiso saber de la existencia de un hijo suyo? ¿Tan poco lo conocía? ¿De verdad pensaba que él hubiese huido de algo así?.
De pronto vinieron a él las palabras de la Nahomi, la pequeña que conoció la tarde anterior y reflexionó en cada una de las la preguntas que se hizo a si mismo, y entonces cayó en cuenta que Candy no tenia la menor idea la razón por la cuál él jamas leyó aquella carta en el pasado.
Sonrió con tristeza; realmente aquella pequeña tenia razón, los adultos lo complicaban todo, al no permitir que su corazón hablara por ellos.
—Tenemos la oferta, milord.
Terry salió de sus pensamientos al escuchar la voz de Bernard McMilan, su abogado y administrador.
—Bernard —comenzó a decir Terry —olvídate de la oferta, no compraré nada, prepara mejor los documentos necesarios para devolver los terrenos y asegúrate que salgan escriturados a nombre de su única dueña —hizo una pausa —Candice White Ardley.
Bernard lo observo extrañado por su decisión ya que adquirir aquellos terrenos había sido la mejor compra que su joven jefe había hecho, pero no dijo nada, en su lugar se limitó a asentir —de acuerdo milord, se hará como usted ordene.
—Gracias Bernard —dijo Terry con una sonrisa —haste cargo de todos los pendientes del del resto de la semana —pidió —en estos momentos, tengo otras cosas mas importantes que atender.
—Como usted ordene milord.
Ese día por mucho que deseo, no fue a la Villa Ardley, no quería, por el momento, abrumar a Candy con su presencia, ella había sufrido mucho todos estos años pensando lo peor de él, y ahora que caía en cuenta y se ponía en su lugar, podia entenderla.
En el pasado, él también se dejó llevar por apariencia y sacó conclusiones a la ligera, las cuales lo llevaron a tomar decisiones apresuradas que pudieron costarle la vida y negarle la oportunidad de vivir la experiencia de ser padre; y todo por su testarudez, realmente era un cabezota y aparte un ciego, Candy tenía razón al decir que, lo fácil que fue para él juzgar una simple acción y sacar sus propias conclusiones a la ligera ¿como demonios se había dejado llevar por las intrigas de Elisa?.
Esa tarde habló con sus padre y Charlotee, le sorprendió saber que ellos lo sabían desde hacía algunos meses.
Eleonor le explicó que esa era la razón por la cuál ella le insistía en que leyera aquella carta que tanto se negó a leer, la cual le hubiese ahorrado años de sufrimiento.
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Recuperando El tiempo perdido
FanfictionDespués de la despedida en las escaleras del Hospital San José, Candy regresó a Chicago con el corazón destrozado, pero semanas más tarde, una noticia cambió su manera de pensar y regresó a New York para recuperar, lo que por su precipitada decisión...