Capitulo XII

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Después de una día lleno de tantas emociones, descubrimientos, sorpresas y juegos, Ian terminó agotado, tanto así que fue incapaz de mantenerse despierto mientras Terry le leía un cuento.

Candy les cedió su espacio y bajó hasta el salon de música, se sentó frente al piano, colocó sus dedos sobre el teclado y comenzó a tocar suavemente la única melodía que sabía; aquella que Terry le enseñó en la única lección que le dio, la tarde en que él decidió no asistir a la fiesta blanca que Elisa había organizado en su honor, al encontrarse con ella en el bosque y enterarse que ella no asistiría.

A pesar de no ser una experta con aquel hermoso instrumento, los acordes que Candy tocaba le salían desde lo más profundo de su alma, lugar donde había grabado para siempre cada una de las recomendaciones que Terry le dio aquella maravillosa tarde.

Cerró los ojos y se dejó envolver por los recuerdos de aquella inolvidable tarde en donde ella caminaba por el bosque tratando de buscar una repuesta a un sentimiento que la agobiaba y le hacía sentir temor, ya que jamás ni aún siquiera con Anthony había sentido; era algo abrumador y algunas veces asfixiante, capaz de dejarla sin aliento al punto de sentirse mareada y sentirse desfallecer, porque cada vez que tenia a Terruce Grantchester frente a ella, sus piernas temblaban bajo su vestido, sus mejillas se encendían a niveles inexplicables, su corazón galopaba cual caballo en plena carrera, y sentía un sin numero de mariposas que revoloteaban en su estómago.

Cuando tuvo la dicha de degustar aquellos exquisitos labios, reaccionó de manera irracional, no porque aquel beso no le hubiese gustado, sino todo lo contrario, le gustó tanto que tuvo miedo de la reacción de su propio cuerpo.

En aquella ocasión, cuando los labios de Terry avasallaron los suyos, sintió una fuerte corriente eléctrica recorriendo todo su cuerpo que aturdió todos sus sentidos, aquella extraña y desconocida sensación por ella hasta el momento, se intensifico al llegar a la parte baja de su vientre, fue entonces cuando volvió en si.

Abrió sus ojos y emitió un intenso suspiro y siguió moviendo sus dedos que marcaban de manera magistral aquellos bellos acordes; cerró los ojos nuevamente y se dejó envolver por los acordes que resonaban en la estancia.

Estaba tan sumida en sus recuerdos que no notó la presencia de Terry detrás de ella.

—Sigue —susurró muy cerca a su oido

Candy dio un pequeño respingo, pero obedeció a la petición de su amado, quien se sentó junto a ella y colocó sus largos dedos sobre el otro extremo del piano y comenzó a tocar junto a ella, aquella melodía que resonaba en su corazón la cual nadie más que Candy conocía, ya que había sido compuesta especialmente para ella.

Una vez la última nota sonó, Terry se puso de pie y cuidadosamente cerró el piano, extendió su mano invitándola a ponerse de pie; Candy así lo hizo, Terry acarició sus mejillas con toda la suavidad que le fue posible, Candy cerró los ojos disfrutando de aquella suaves caricia.

Terry acercó su rostro al de Candy y poco a poco pasó sus labios sobre los de ellas en una caricia suave.

Candy abrió su boca, aquella inocente acción provocó que Terry intensificará el beso que ahora era posesivo, sediento y hambriento de más.

La espalda de Candy se arqueó en el momento en que sintió la lengua de Terry explorando su boca; cuantas noches lo había deseado, cuantas noches lo habían extrañado; gimió de placer cuando Terry bajó sus labios a su cuello y con su lengua húmeda degustó de él, lamiéndolo lentamente.

La espalda de Candy se arqueó en el momento en que sintió la lengua de Terry explorando su boca; cuantas noches lo había deseado, cuantas noches lo habían extrañado; gimió de placer cuando Terry bajó sus labios a su cuello y con su lengua húmeda d...

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Recuperando El tiempo perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora