Capitulo 5

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El caballero de la noche y el hombre de acero, parecían llevar a cabo una interminable discusión. Los gritos se esquipraban cual rigudo, que con hincapié devoraban con ferocidad la calma del murciélago. Pues, la demanda que fromulaba no era irracional, con furia y sed de venganza, deseaba tener entre sus falanges, la cabeza del petirrojo. Mas, el caballero parecía no perder el control, del error de su sucesor estaba al tanto.
-Papá-  interfirió con recelo- no es culpa de Damian- defendió con firmeza- si tan solo...yo hubiera seguido su ord- abruptamente fue silenciado por Superman.
-Si tan solo, Bruce, controlará a su hijo, esto- realizó hincapié mientras señalaba a su hijo- no hubiera pasado.
-Los análisis de Jonathan salieron todos correctos, la herida sano sin inconveniente alguno, los cambios que manifiesta, tal vez solo sean por ser mitad kriptoneano, mitad humano. Es un híbrido que nunca nadie habia visto antes- hablo con impasibilidad, mientras releía nuevamente los análisis.
-Batman tiene razón- sobre voló con delicadeza, hasta la altura de ambos- tal vez sea porque- nuevamente fue interrumpido por su progenitor.
-¡No!- rugió, sobresaltando a Jonathan- Por día se desmaya hasta tres veces.
Aquella discusión parecía acalorarse a cada segundo que pasaba. El hombre de acero no tenía piedad con sus palabras afiladas y certeras, pero el murciélago con sosiego observaba a la fiera, rozando lo apático se podría decir.
Jonathan se comparaba a un espectro, la cólera de su padre lo había dejado de lado, parecía ensimismado en su discusión. Si su hijo decidiera marcharse, posiblemente no tomaría conciencia hasta pasado unos largos minutos.
Rendido, emprendió marcha dentro de los parámetros de la baticueva, buscando algún objeto que le llamase la atención para lograr aminorar su abrumador fastidio.
"Si tan solo Damián estuviera aquí" pensó con melancolía. Sus dedos viajaron con suavidad sobre unos interruptores, extrañaba salir a patrullar con el demonio, pero su padre lo retaria si lo hacía. Un suspiro pesado abandonó sus pulmones y con flojera, dejo caer su cuerpo sobre una silla, cerrando con suavidad sus ojos. Estaba algo exhausto por su situación.
A la misma altura del asiento, se encontraba una mesa, la cual le sirvió como soporte, colocando su rostro sobre la misma, dejando así, unas graciosas facciones, con su mejilla contra la misma. Dejo escapar nuevamente un suspiro.
Con atrevimiento, una impetuosa brisa usurpó su olfato. Fuerte, magnífica, deliciosa, imponente. De aquellas fragancia que no puedes olvidar, que no puedes evitar. No. Que no quieres evitar. Inhaló con entusiasmo, su provenir era un enigma, pero su sensación exótica  recorriendo sus venas, dejando a su merced su propia voluntad, era excitante, esquisto. La vulnerabilidad se apoderaba de su ser, su estómago hormigueba con agrado, y sus mejillas alzaban su temperatura. Sacando como fiera su egoísmo era incapaz de compartí aquella maravilla. Pero debía mantenerse enfocado, no era el lugar ni el momento adecuado para ello.
Su curiosidad fue superior a su excitación, pues, por alguna razón que desconocia, aquel grato aroma aparecía únicamente por las noches, en su dormitorio cuando estaba a punto de dormir." Tal vez un ángel emanaba aquel aroma" pensó para sus adentros, con intenciones de apaciguar toda duda de aquel escenario un tanto particular, pues, cabe destacar que en diversas ocasiones había caído ante la tentación de sucumbir bajo los efectos eróticos de quella fragancia afrodisíaca.
Liberando un pequeño, pero rebelde gruñido, con lentitud sus faros se fueron descubriendo, solo para notar la baticueva vacia.
-¿Hola? - pregunto con atrevimiento, mientras se incorporaba de su lugar. Sospechaba que aquel portador fuera a responder- tal vez papá tenga razón- susurro mientras volvía sobre sus pasos, en busca de su progenitor- ¿y si aquél rayo afecto alguna parte de mi cerebro?- tocó su cabeza en busca de la respuesta, que con clara obviedad no iba a encontrar de tal forma.
Y entre las penumbras de aquella cueva, una mirada jade observaba con calma. Acechando con impasibilidad. ¿Que ideas demoníaca pasarían por sus cavilaciones?
"Superbaby". Como una brisa le llegaron aquellas palabras. Su corazón se detuvo. Su sonrisa floreció y el ritmo acompasado que había añorado por aquellas semanas se acoplaron en sus oídos, se deleitó y como una melodía encantada, capaz de hecizarte, lo sedujo por unos momentos. Cerró sus ojos unos segundos, concentrandose en el susodicho, en su latir, en su respiración,un labor  casi imposible, pues, la fragancia había inundado el lugar y era embarazoso que su mente eclosionara en fantasías impropias de su compañero.
Rozando con suavidad las yemas de sus dedos, tomando escaso valor, giro sobre sus talones.
-¡Damian!- exclamó con  vigor desmesurado.
Pero la extrañeza se vio reflejada en su mirar, y su sonrisa marchitar, arqueando su ceja con curiosidad, viro su cabeza en diversos sentidos.
No había nadie.
¡Pero ahí estaban! Sus latidos mermaban con cada bocanada de aire que ingeria, imitando a un cadáver se podría decir.
-Vamos Damian- volvió a hablar con diversión- ya se que estas ahí, escucho tus latidos y tú respiración- infló su pecho con orgullo, para cruzar sus brazos-aun te escucho- volvió a articular palabra.
El ondear de su capa, retumbaba en los oídos ajenos. Delatando con obviedad su posición.
Con elegancia remarcada pero sin dejar atrás su toque rudo, salto de su escondite. Con una sonrisa disimulada, levantó ambas manos al erguirse, con apacibilidad, dando a entender que lo había pillado.
-Superbaby- lo apodo-¿Papi te dejo salir hoy?- pregunto con mofa mientras caminaba con lentitud.
Sin embargo, la ofensa no traspaso los oídos del contrario. Jonathan lo miro con extrañeza, frunciendo el ceño con interrogantes. Dejando su orgullo de lado, acortó la distancia entre ambos, y como si de un perro se tratase, lo observaba con ímpetu, de arriba a abajo lo examinaba, rodeándolo con pasos cautelosos. Olisqueando con brusquedad. Inhalando con notoriedad. Mientras que sus facciones se veían un tanto perturbadas.
Sin comprender su actitud, el demonio posó ambos brazos entrelazados entre sí, sobre su pecho, alzando levemente su ceja, con incertidumbre." Tal vez el rayo lo dejo mas torpe  de lo que ya era, claro está" se cuestionó.
-¿Que eres? ¿Un perro?- concluyo el mayor. Mientras dejaba ver una sonrisa socarrona.
-Tú...Tú olor...-murmurro mientras sus palabras se trabaron en su garganta. Su respiración comenzó a elevarse, su pecho se expandía con dificultad,  su mirada se vio perturbada mientras que sus piernas temblaban.
-¿Que ocurre Kent?- pregunto con determinada inquietud- ¿Asombrado de verme aquí? No me digas, ¿Me extrañaste?- cuestionó mientras sonreía de lado, ocultando su inquietud olímpicamente.
La boca del híbrido se abría y cerraba. El habla se sofocaba en su garganta.
No podía hablar.

Feromonas. (JonDami) (DamiJon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora