Capitulo 19.

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-Jon me necesita...- repitió en voz alta.
El eco le devolvió las palabras como una réplica de un terremoto. Un sabor agrio invadió su paladar cuando noto cierto fallo en aquel pensamiento.

¿O él necesitaba de Jon?.

La duda lo invadido con agresividad, como remover una tira de cera fría sobre la piel. Jamás había tenido la necesidad de hallarse en sintonía con otro ser que no fuera a si mismo, pero ahora, con sus sentimientos reconocidos y aceptados, se sentía en una encrucijada. Lo estaba dando todo por Jonathan, incluso sería capaz de hacer más, mucho más. Pero todo eso solo lo dejaba intranquilo.
Dejo a medio camino un suspiro de agotamiento, atorado en su garganta, mas, un nudo se atrevió a formarse allí con tal insolencia que no era capaz de ni siquiera tragar su propia saliva. Si lo hacía, seguramente terminaría llorando.

Jonathan jamás había dado indicio de sentir algún tipo de atracción hacia él. Jamás. Entonces...

Sacudió su cabeza.

-Estupido.- se llamo a su mismo. Dejar que unos simples pensamientos sin sentidos derribar sus barreras, no era propio de él. A pesar de que Jonathan no sintiera nada por Damian, él lo hacía y era lo único que necesitaba para seguir adelante.

Iba a salvar a Jonathan Kent.

El elevador se detuvo, y las puertas se abrieron en el proceso. El silencio fue abrumador al principio, como estar en una sala insonorizada. La tenue iluminación del elevador la leve luz que el pasillo frente a él l
¿Acaso lo estaban esperando?. Se colocó en cuclillas de forma inmediata, luego se pego a la pared del pasillo.Viro su rostro en diferentes direcciones. No había nadie, así que agudizó sus sentidos. No oyó ni olió nada.
No era paranoico,pero era precavido. Así que con suavidad se incorporó, entonces las luces se encendieron, alumbrando el pasillo hasta una puerta en el fono. Quiso golpearse, pero se contuvo, al entender que era un simple pasillo con sensor de luz.

Olvidando aquel numerito comenzó a caminar firme y decididamente. Entre sus dedos la tarjeta se balanceaba como una trapecista profesional. De un lado a otro, sin llegar a caerse jamás. Estaba nervioso, sentía su piel acalorada, y sus oídos sumergidos en una presión reconocible. Pero no sé detendría. Libero un suspiro cuando tuvo la puerta frente a él, luego miro el lector de tarjeta a un lado, y finalmente miro la tarjeta de Laurel. Sonrió con agradecimiento al saber que ella lo había tenido en cuenta. Utilizó la tarjeta, y la puerta se abrió. Era la primera vez que no necesitó robar una identificación para ingresar a un lugar, y aquello se sentía ajeno a su ser, pero no desagradable. Más bien: reconfortante.

Al ingresar lo detuvo otros pasillos que llevaban a diferentes dirección, y en cada lugar poseían puertas  enumeradas.
-Habitacion 98, codigo 0304...- susurró para si, recordando las palabras de Jason. Miro la primera puerta: "01".
Viro hacia la derecha: "02".
Viro hacia la izquierda: "03".
Y comprendió que los números impares se hallaban a la izquierda y que los pares a la derecha. Tendría un largo camino que recorrer.

Mentiria si dijera que había hallado la habitación rápidamente. Los número eran de nunca acabar y los pasillos cada vez se volvían más complejos, sin embargo, con su pecho agitado y sus labios levemente temblorosos detuvo sus pasos cuando diviso el número.
-Habitacion 98.- trago en seco, lastimando apenas su garganta en el proceso. Miro el diminuto teclado a un lado de la puerta y tecleó el código. Se oyó un pitido molestó y ruidoso, luego, se abrió automáticamente la puerta.

Inhaló de forma dramática y exhaló de igual manera para entrar con una seguridad envidiable, una que destilaba hasta por los poros. No se iría sin recibir una respuesta.

Al entrar pudo observar otra puerta, pero a diferencia de la anterior está tenía barrotes hasta la mitad, dejando ver el interior, dónde una cama contra la pared llenaba el vacío. Miro hacia un costado, y contempló con cierto recelo un archivo sobre una mesa metálica que acompañaba una laptop ( que deducía sería de última generación). De forma rápida intuyo que debía de trataste sobre la ficha del sujeto.
-¿Y tú quién eres?- pregunto un hombre. El grosor de su voz lo hizo brincar disimuladamente en su lugar. No había imaginado que el hombre fuera tan alto con barba hasta el cuello. Su imaginación lo habría hecho más pequeño y un hombre menudo. Este en cambio parecía un leñador, y con el uniforme enrollado sobre los codos lo hacía lucir aún más. Posicionó sus manos sobre los barrotes, mirándole desde arriba.
-Las preguntas las haré yo.- respondió Damian tomando el archivo entre sus manos.
-Ah...- su voz fue ronca, e hizo un pequeño ademán de desinterés- Eres como los otros tipos, solo que tú...eres pequeño.- río a la par que se rascaba su barba.
-Te equivocas.- leyó la información sobre el papel.- Soy peor, sr. Reynolds.
-¿Peor?- rio sonoramente, retumbando por el lugar la carcajada. Era como ver a un oso: enorme, peludo y peligroso.
-Has matado a mucha gente, incluyendo a niños.- miro nuevamente el archivo,  pasando a la siguiente página. No le asombraba las cosas que se describían de él, pero tampoco podía mostrarse indiferente hacia el asunto. Se sentó sobre la mesa del lugar, dejando una pierna sobre el suelo y la otra en el aire, tomando en cuanta lo que le llamo la atención fue que no respondió ante la acusación.
- Supongo que eres una perdida de tiempo, niño. Incluso vino ese tipo raro, de piel verde.- se oyó exasperado. Damian le miro seriamente, con un brillo en sus orbes jades que el señor Reynolds no supo descifrar.-Un niño aspirante a Batman no hará que hable.- apoyo su espalda sobre los barrotes, negado a hablar.
-Tienes una hija de 12 años, Emma.- leyó en voz alta, observando la fotografía de la chica.- Desapareció hace dos semanas- comento-, y según dice, no hiciste tú la denuncia, si no, que fue su maestra de colegio...¿Por que?- le cuestionó, contemplando la anchura de los hombros. Pero Reynolds no habló.
-¿Por qué, Osborne?- volvió a repetir, utilizando el nombre, y articulando cada letra.- Tu mujer murió hace más de tres años, al parecer fue...- dejo la vocal en el aire, intentando provocar al hombre.
-De cáncer.- completo, mirando sobre su hombro.
-Exacto, fue de cáncer.- movió a la siguiente hoja- Regina, lindo nombre- susurro para si-, lastima que esta muerta,¿Que crees que opinaria ella de esto?. Seguramente era una mujer mediocre, para estar con un tipo como tú.- intento provocarlo.
-No hables de esa forma.- le gruñó peligrosamente.
-¿De qué forma?- pregunto Damian, con una ingenuidad fingida.- ¿Con la verdad?¿Qué clase de padre no busca a su hija desaparecida? No creo que Regina fuera de ese tipo de madre.- siseó con veneno en sus palabras, recordando los expedientes en sus manos.
-Cierra la boca, mocoso.- le amenazó desde adentro, con su quijada tensa de la poca paciencia que le quedaba.- ¿Qué clase de héroe eres tú, que viene sin un traje, e insulta a persona muerta que no pueden defenderse?.
-Soy de la clase que te hará hablar, así que cuéntame: ¿Porque te uniste a esta estúpida causa sin sentido?¿Porque abandonaste todo lo que construiste con tu mujer?.
Y eso pareció generan una reacción en el inmenso hombre.
-No sabes de lo que hablas, renacuajo.- golpeo con su puño los barrotes de metal, sin embargó, Damian no se inmutó.
-Entonces explícame, Osborne.
-Peleamos por la libertad de los Kriptonianos, por la justicia y la paz, pero un simple humano como tú no lo entendería.- se aferró con fuera al metal, mientras le mostraba la ansia como un oso rabioso.-El nuevo rey nacerá, y nos guiará junto a nuestro supremo. No podrán hacer absolutamente nada contra ellos.- susurro, generando cierta inconformidad sobre Damian. Se removió incómodo sobre su lugar.
-No eres un Kriptoniano, Reynolds.
-Si lo soy.- golpeo su pecho con su mano, con orgullo.
-No lo eres.- volvió a insistir frunciendo su ceño ante la terquedad del opuesto. Osborne no respondió, si no que se limitó a liberar otra sonora carcajada, desconcertando al menor.
-¿Que es tan gracioso, imbécil?.
-¡Ustedes son graciosos!. Cuando el rey-
-¿Rey?- interrumpió el relato ajeno-¿Ese rey es su líder?.
-Nuestro líder ordena, y nosotros obedecemos, él quiere justicia por Kripton.
-Eso no fue lo que pregunté.- apretó la quijada con disconformidad-¿Justicia?. Tienen un concepto muy errado de la justicia.¿Cómo la conseguiran asesinando?.
-Ustedes asesinaron a un planeta entero.
-Kripton se destruyó solo, nadie de la tierra tiene la culpa.
-¡Y siguen mintiendo!- sonó eufórico cuando se separó de los barrotes, como un huracán.- No hablaré, niño.- y escupió saliva atraves de ellas, y aunque no le llegó a Damian, eso había agotado su paciencia.
-Me dirás qué tiene que ver Jonathan Kent con todo esto o juro que-
-¿Me juras?- pregunto burlón-¿Que harás niño?- lo ánimo a continuar.-¿Llamar a tu papi?.
-Yo...- sus palabras se quedaron en el aire, analizando sus siguientes palabras. Le miro fijo, debatiendo que lo haría hablar.

Feromonas. (JonDami) (DamiJon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora