"Cuídese mucho de saber apreciar debidamente la fuerza de un ideal"
Adolf Hitler
Papeleo, papeleo y más papeleo. Éste es mi trabajo después de comer, encerrarme en mi despacho y poner al día todo. Repasar pacientes, mirar gastos, ingresos, etc... aburrido, muy aburrido, pero es parte de ser director, no todo iban a ser estrenos. Para colmo, el precioso día que hacía se ha estropeado y ha comenzado a llover. A decir verdad, no he tocado un papel en todo el rato que llevo aquí sentado. No he hecho otra cosa que pensar en mañana. El gran día, marcará un punto de inflexión en mi vida. Oh, esto me recuerda que debería repasar la lista de los pacientes, vigilar que todos sean arios, no vaya a ser que se haya colado alguna sabandija judía, ávida de aprovecharse del sistema, algo bastante probable pues llevan en la sangre la traición. No en vano, entregaron a Cristo a los romanos. Llevan la traición en lo más hondo de su ser. Nunca un alemán hubiese traicionado a uno de los suyos, es impensable. Y lo que nunca hubiera hecho un alemán es dejar que otros juzgaran un asunto suyo, los alemanes resuelven sus propios asuntos y lo de los suyos, no esperan que lo haga otra raza. Malditos judíos.
Alguien ha llamado a la puerta, ¿quién debe ser? Ahora no me apetece hablar con nadie. Es Ophelia. Está guapísima, sería una excelente madre, está sana y es fuerte y recta, nuestros hijos serían alemanes puros. He hecho un gesto con la mano para que pase, debe ser importante, ella no me importunaría nunca por minucias.
-Disculpe Dr. Kresthauser, le traigo los informes sobre los últimos ingresados. He pensado que querría revisarlos por si veía anomalías. Mañana es un día importante y sería una pena cometer errores de ese tipo...
Está en todo, es, simplemente, fantástica. He sonreído y le he pedido que se acerque. Merece ser felicitada y así lo he hecho. Al darme los informes su mirada se ha desviado, parece mirar por la ventana. Lo más probable es que no se haya dado cuenta que llovía hasta ahora, el hospital puede ser muy absorbente. Yo mismo, de no haber subido a mi despacho no me habría ni enterado. Podría estallar la guerra o caer una bomba en Berlín que mientras estemos trabajando no le prestaremos la menor atención.
-¿Qué mira? Lo sé, se ha puesto a llover, ¿puede creerlo? Con el magnífico día que hacía. Esperemos que no sea un presagio...
-No miraba eso, doctor. ¿Ese de ahí no es el Dr. Mauser? Mire, acérquese.
¿Mauser? ¿Y si es Mauser qué me importa a mí lo qué haga ahí fuera? No me apetece alzar la voz y menos contra Ophelia así que me acercaré a ver qué quiere mostrarme. Efectivamente, es Mauser y está hablando con una señora y una niña. ¿Para eso le pago? La holgazanería no está entre las cualidades requeridas en este hospital, me va a oír.
-Está dando algo a la mujer.
-Es cierto. ¿Qué significa esto?
-No lo sé, doctor... Espere, esa es la mujer de antes, la de la niña con hiperpirexia. Apostaría a que le está suministrando ácido acetilsalicílico.
-¡¿Qué?! ¡¿Cómo se atreve a desobedecer una orden?! - Lo que acabo de ver me ha sobresaltado sobremanera. - ¡Es intolerable! No me puedo contener. Aquí no hago nada, voy abajo a echarlo del hospital ahora mismo.
-No, no, cálmese. Ahora no nos convienen escándalos. Piense en mañana. Una vez el Führer haya hecho la visita ya tendrá tiempo de echarlo.
-No habrá escándalos. Lo convocaré aquí y lo echaré sin más. No habrá ni una palabra más alta que otra.
-Se enterarán, los rumores corren rápido, doctor. No haga nada.
-¿Pretende que esté impasible ante lo que acabo de ver? Ese hombre ha dado un medicamento a un judío violando mi orden expresa de no hacerlo. Pone en entredicho mi autoridad y los preceptos del hospital y si me apura del régimen. Es mi deber hacer algo.
-Y lo hará, pero a su debido tiempo. La cabeza hay que mantenerla fría siempre, doctor.
-No sé... no me parece bien quedarme de brazos cruzados...
-¿Confía en mí?
-Está bien, le haré caso, por ahora... - Me ha convencido y también ha calmado mi cólera por el momento. Cada vez me fascina más esta mujer. - ¿Qué sabe de Mauser, Ophelia?
-No mucho. Sé que fue de los primeros en su promoción, igual que usted.
-¡¿Igual?! Yo fui "el primero", no de los primeros. Hay una gran diferencia.
-Claro, doctor, no quería ofenderlo... Me refería a que es bueno.
-¿Mauser?... ¿Por qué me suena tanto ese nombre? – Empiezo a darle vueltas a la cabeza. ¿Dónde lo habré oído? Estoy seguro que lo conozco.
-No lo sé, doctor. Debe haber más de un Mauser en Alemania.
-Supongo que sí... En fin, no lo pierda de vista en todo el día, ¿está claro? Infórmeme de todo lo que se salga de lo normal.
-Sí, doctor.
Ophelia se ha ido. Me he vuelto a quedar solo con mis pensamientos. Sé que no tengo de que preocuparme, Ophelia me informará de todo lo que ese tal Mauser haga. Aun así, sería conveniente no tenerlo por aquí mañana, debería buscar la forma de que no esté. Quizá un cambio de guardia ayude a ello. Revisaré las guardias asignadas. Por otro lado, ¿Mauser? ¿Por qué me suena tanto ese nombre? No soy capaz de dar con la razón pero una cosa es segura, ahora no puedo quitármelo de la cabeza.
Me he levantado de mi silla decidido a hacer una visita a la biblioteca del hospital, algo me dice que quizá allí obtenga las respuestas que busco. Una cosa es segura, ese tal Mauser no tiene nuestro mismo ideal y debería cuidarse mucho de saber apreciar debidamente la fuerza de un ideal.
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El diario de Kresthauser
Historical FictionLa anunciada visita del Führer al hospital BerlinHauser, el más prestigioso del viejo Berlín, ha puesto patas arriba a todo el personal. Los nervios afloran en cada uno de ellos pues todo deberá estar perfecto para el gran acontecimiento. El directo...