Capítulo 17

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"Las acciones hablan más que mil palabras"

Adolf Hitler

"Había pasado un año y un mes desde el famoso putsch. Después de aquello Herr Hitler fue encarcelado y acusado de traición pero la cantidad de valedores que tenía hicieron que su paso por prisión fuera más parecido a un año de universidad becado por el gobierno. No sólo no fue fusilado sino que su régimen era el de un príncipe, podía recibir visitas a cualquier hora. Además, recibió multitud de regalos venidos de diferentes lugares alemanes, como Austria, Checoslovaquia o la propia Alemania. Le enviaban flores, vinos, dulces, embutidos, juegos, cigarros, prendas de abrigo, libros, dinero... de todo. Además, aprovechó su "cautiverio" para escribir su ideario, "Mein Kampf" ayudado por Hess que hizo de secretario, pasó de ser uno de los cabecillas del putsch a secretario personal de Hitler. Yo mismo lo visité en más de una ocasión y me pidió paciencia. La situación del partido no era buena, habían sido cerradas las sedes y clausurado el periódico del partido (Völkischer Beobachter (El observador del pueblo)) pero pronto saldría de la cárcel y haría lo imposible para mejorarla. Mientras tanto, encontré trabajo en la cervecería que, ironías del destino, 13 meses atrás asalté con las SA para capturar al gobernador. Nadie pareció reconocerme y puesto que dejé de frecuentar a mis camaradas y la Hofbräuhaus hasta que no volviese Herr Hitler nadie me asoció a ellos y aunque lo hubieran hecho, Herr Hitler era considerado un héroe y no un golpista.

Durante ese tiempo perdí el contacto con Bastian y Christian. Al parecer, Christian perdió movilidad en su brazo izquierdo después del disparo que recibió aquella tarde. Estaba abatido y no se sentía con fuerzas para seguir en las SA siendo un lisiado. Una tarde fui a verle e intenté animarle. Le recordé que yo mismo cojeaba de la pierna izquierda y que mi oído de igual sentido era algo vago, sin embargo, eso no me impidió ser un miembro de pleno rendimiento de las SA. Ni que decir tiene que no logré convencerle, tan sólo aumentar su mal humor, algo que hizo que dejará de frecuentarlo, bastante tenía yo con sacar a mi familia adelante a la vez que levantar mi patria como para tener que aguantar a un cobarde. No quiero engañarme, no eran buenos tiempos, pero por suerte, un tiempo después de que Herr Hitler saliera de la cárcel, todo cambió. Los derechos de su obra le dieron suficiente dinero como para volver a dar vida al partido y eso me permitió abandonar la cervecería y volver a ser un militante de las SA a tiempo completo y, lo que era más importante, volviendo a cobrar. Christian decidió no volver pero Bastian sí, aunque había cambiado algo, ahora tenía miedo a morir, posiblemente influenciado por Christian y su victimismo. A decir verdad, Herr Hitler no hubiera aceptado en sus filas a alguien que se lamentaba de sí mismo, y a mi parecer es lo mejor que podía hacer, yo tampoco quería entre nosotros a un pusilánime. Era mejor que Christian no volviese.

Todo va a cambiar, hemos pasado momentos duros pero después de la tormenta siempre llega la calma y al final siempre sale el Sol. Pronto volverá el Sol al partido nazi, pronto nuestra estrella será Hitler, pronto él será nuestro Sol."

Mi padre había vivido el putsch en primera fila. ¡Increíble! Cada vez me cuesta más dejar de leer el diario. ¿Quién me hubiera dicho que la vida de mi padre se convertiría en mi historia preferida? Siempre le tuve por un hombre trabajador pero nunca por un aventurero que luchase por la Gran Alemania, al menos no desde que volvió de la Gran Guerra. A medida que le leo voy entendiendo más sus decisiones y voy odiándole menos por habernos casi abandonado a mi madre y a mí. Tenía un deber mayor que cuidar de su familia y aun así no nos descuidó, no me faltó de nada nunca aunque hubiera tenido que trabajar de camarero, todo un médico como él... Mi padre representa el verdadero nacionalsocialista del que estoy orgulloso. Ojalá fuera una milésima parte como él.

De nuevo alguien ha perturbado mi momento de lectura. No puede ser Ophelia, hace nada que se ha ido. Quizá sea otra vez ese latoso oficial de las SS, no me deja ni respirar, nadie diría que éste es mi hospital.

El diario de KresthauserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora