Capítulo 7

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"El futuro será mejor mañana"

Adolf Hitler

"5 de febrero de 1920, Tren de retorno a Berlín.

Me encuentro de nuevo en el tren de regreso a casa. Dada la duración del trayecto, he aprovechado para continuar escribiendo en mi diario allí donde, anoche en la pensión, lo dejé. Tengo bastante que contar pues después del gran primer mitin de los nacionalsocialistas y de todas las trifulcas que allí se organizaron y se vivieron, las actividades no cesaron. Se ayudó a los heridos, que no fueron muchos todo sea dicho, al menos en nuestro bando. Luego hubo una pequeña, íntima e improvisada fiesta para los "camaradas" en la misma cervecería. Allí reí y me sentí uno más de ellos. Bastian y Christian me presentaron al resto de "camaradas" que hasta entonces sólo conocía por haber repartido puñetazos con ellos. No tardé en ser aceptado como uno más y hasta se oficializó mi ingreso en el partido. Bastian y Christian se entretuvieron contando cómo me conocieron y me "salvaron" de las garras de los comunistas en aquel bar rojo al que, inconscientemente, fui a preguntar por el mitin. Sin embargo, a pesar de que aquellos momentos de "camaradería" fueron inolvidables, lo que pasó después se convertiría para mí en leyenda.

Sin que nadie lo esperara, el mismísimo Herr Hitler, vestido de uniforme, se acercó a dónde estábamos nosotros. Comenzó a felicitarnos uno a uno por haber parado a los comunistas agitadores "abanderados" de la democracia. Nos llamó los guardianes del orden nacionalsocialista, valientes guerreros con arrojo. Cuando llegó mi turno, me estrechó la mano y me preguntó cómo me llamaba. Heinrich, le dije, y me respondió que cual era mi nombre alemán completo. Heinrich Hans Kresthauser, le dije. Herr Hitler me apretó la mano y me dijo que era un nombre ario precioso, que felicitase a mis padres por tan buena elección. Luego me tocó el hombro y me dijo algo que nunca olvidaré. Me dijo: "Hay verdades que están tan a la vista de todos que, precisamente por eso, el vulgo no las ve. Habéis hecho lo correcto restableciendo el orden. Esos comunistas son unos hipócritas, pseudo-demócratas que sólo permiten expresarse a quienes piensen de manera similar a ellos contradiciendo sus propios principios de libertad." A partir de ese momento estuve para siempre convencido de la veracidad de todas y cada una de las palabras de Herr Hitler, no había mentira en sus ojos y las acciones tan hipócritas de los comunistas no me dejaban margen a la duda. Ese hombre será el salvador de Alemania, estoy seguro."

Mi padre recibió una felicitación personal del propio Führer, increíble. Este diario me está revelando cosas que jamás hubiera imaginado. Mi padre y el Führer tenían una relación mucho más cercana de lo que nunca hubiera pensado.  Me pregunto si se acordará de él. Mañana, si se tercia, se lo preguntaré. Estoy seguro que le congratulará saber que este hospital lo dirige el hijo de quién fue una vez un nacionalsocialista activo y estuvo en su primer gran mitin además. Quizá, gracias a esa simpatía, decida invertir más en este hospital o desviar aquí pacientes importantes. Al final puede que mi padre sea de gran ayuda, incluso muerto.

Algo ha perturbado mi intimidad de nuevo. ¿Es que alguna clase de maldición judía me impide leer a mi padre en tranquilidad? Es algo desesperante pero supongo que mi cargo ya exige de tales importunios. Cómo describe mi educación, he dado paso a quién golpeaba la puerta reclamando a mi persona.

-¿Dr. Kresthauser?

-¿Sí? ¿Qué se le ofrece?

-No sé si me recuerda... Soy el agente de la Kripo de antes...

-Oh, sí, sí, por supuesto... Agente Schwienemker ¿no?

-Schweinielenger...

-Oh, claro...disculpe mi lapsus.

El diario de KresthauserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora