"Ahora estamos juntos, estamos con él y él está con nosotros, ahora somos Alemania"
Adolf Hitler
Estoy a tan sólo unos pasos del laboratorio, lugar donde el oficial de las SS debía llevarme para reunirme con nuestro Führer. He venido solo. El agente de la Kripo, único superviviente de lo anteriormente acontecido ha abandonado el hospital utilizando el traje del oficial abatido. Me ha pedido que me fuera con él pero me he negado, tengo un asunto pendiente y por eso debo acudir ante el Führer. Se lo debo a Ophelia, se lo debo a Mauser y a su padre y se lo debo a mi padre y a Emily, la mujer que él amaba. Me corresponde a mí cerrar el círculo, a nadie más.
Ahí está el Führer, esperándome con un escolta. Lleva su traje de gala, el de color marrón. Por su cara, diría que se ha extrañado de verme llegar solo, sin el oficial. Al acercarme más me ha sonreído, pretende ser amable, salta a la vista.
-¡Dr. Kresthauser! Le esperaba. Supongo que le habrán hecho llegar mi mensaje de que estaría muy interesado en poder ver el laboratorio. ¿No le molesta, no?
-Por supuesto que no, mein Führer.
-Bien, usted primero, es quien tiene la llave. Por cierto, ¿qué le ha pasado en la bata? La lleva manchada de sangre.
-Me he manchado en una operación, gajes del oficio, ya sabe. – He mentido mientras sonreía.
-Claro, ¿qué si no? No va a ser sangre de un judío. – Ha dicho mein Führer soltando una sonora carcajada a la que me he tenido que unir con una risa bobalicona. Su escolta no ha podido sino reírse con nosotros también.
Después de las risas ha llegado el momento de afrontar el destino. He abierto la puerta del ascensor que nos llevaría al laboratorio secreto y he introducido la llave que lo activa. Mientras descendíamos a lo que parecía un descenso al infierno dantesco nadie ha dicho nada. La tensión estaba presente en cada partícula de aire y a pesar de la amplitud del ascensor, pues debían poder caber varias camillas, aquel lugar se hacía pequeño. La presencia del Führer ocupaba más espacio que el estrictamente físico.
Al fin, llegamos a destino. Nunca había estado aquí, no sé cómo voy a ser el guía de algo que desconozco. Pero no importa, no es mi objetivo hacer una visita guiada.He entrado el primero y seguidamente he encendido las luces. Aquello estaba lleno de polvo pero curiosamente se veía en buen estado. El Führer y su escolta han entrado detrás y han comenzado a curiosear. Es un alivio, así no tendré que quedar en evidencia por no conocer este lugar de mi propio hospital.
-¿Así que éste es el laboratorio? Discúlpeme pero no entiendo de tecnología médica. Como comprenderá, no es mi campo. Se supone que dispone de tecnología avanzada, ¿no? – Ha preguntado mein Führer.
-Así es, mein Führer, la última tecnología alemana. Fue financiado con dinero del estado, usted en persona lo autorizó.
-Lo sé, pero no lo había visitado antes... – Ha dicho mein Führer y debo añadir que sospecho que está mintiendo. Por su gesto no le ha gustado nada mi observación en cuanto a la financiación. Es posible que haya estado desacertado. Debo ir con cuidado, no me conviene enfardarlo.
-Tan sólo necesita una limpieza a fondo, pero todo está operativo, mein Führer. En una semana podría estar funcionando. Muchas zonas son herméticas, así que están libres de partículas de polvo o de cualquier clase.
-Ya veo. Bien, antes de seguir con la visita... ¿no hay ningún despacho en el que podamos tratar sobre las fechas y el resto de pormenores? Me gustaría cerrar ese tema lo antes posible.
ESTÁS LEYENDO
El diario de Kresthauser
Historical FictionLa anunciada visita del Führer al hospital BerlinHauser, el más prestigioso del viejo Berlín, ha puesto patas arriba a todo el personal. Los nervios afloran en cada uno de ellos pues todo deberá estar perfecto para el gran acontecimiento. El directo...