Capitulo 13: Cuarto compartido II parte

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Bajé la escalera y fui directo a la sala de estar. Allí estaban Marina y Holly, repasando una presentación que mi hermana tenía que dar para una clase de Historia.

—¿Sucede algo, ____? —me preguntó Marina al verme tan agitada.

—Necesito hablar contigo —le dije. Ella le indicó unas cosas a Holly y se me siguió.

Nos quedamos de pie en medio del pasillo entre el comedor y la cocina.

—Es sobre Jos, ¿cierto? —asentí en silencio y me mordí la lengua. No, ya no quería hablar con ella sobre su hijo, porque ahora no era mi niñera a la cual le decía que Jos me molestaba, sino que desde hace una semana era mi suegra.

—Quiero saber cómo hacer feliz a Jos —le dije con la mirada baja.

—Eso no te lo puedo decir, no hay una fórmula para hacer feliz a las personas —me dijo.

—Pero tengo que saber cómo ser lo mejor para él —insistí.

Me miró de manera maternal y me apartó el cabello que cubría mis ojos con delicadeza.

—Él te ama, no importa lo que hagas, eso no le hará cambiar de parecer. Lo mejor que podrías hacer por Jos es amarlo, pero no te puedo obligar a eso —estuve de acuerdo con ella—. Sin embargo, sí te puedo pedir que dejes que él intente enamorarte.

— ¿Eso lo hará feliz? —ella sonrió y se cruzó de brazos, de nuevo tenía esa mirada de madre orgullosa.

—Más que feliz, aunque tengo que reconocer que tú sola lo estás haciendo —ladeé la cabeza confundida, ¿de qué hablaba? —. Quieres hacer feliz a mi hijo a costa de tu felicidad, porque no es ningún secreto que el matrimonio no te gusta. Y aun así, tratas de que esto funcione. Eso es amor, ____.

Marina se fue para terminar el trabajo con Holly y yo volví a mi habitación con las palabras de Marina en mi cabeza.

¿Amor? Me costaba creerlo, pero no era tan imposible.

Observé mis cosas, mi cama, mi armario, mis libros, la ropa tirada por el suelo. Mi cuarto era mucho más grande que el de Jos. Me pregunté, cuando estemos casados y tengamos que compartir habitación y tuviera que llevar un número reducido de cosas, ¿qué llevaría?

Me decidí por mi almohada, era cómoda y lo único que necesitaba en una mudanza, aparte del colchón.

La tomé y fui hasta el cuarto de Jos, la dejé al lado de su almohada y la contemplé unos segundos. Aún no parecía el cuarto de una pareja.

Volví con ropa y algunos libros, además de mis cd’s, unos cuantos zapatos y mi cepillo de dientes. Lo ordené todo, los libros en el estante de Jos, los cd’s junto a los de él, el cepillo en el baño e hice espacio en su armario para mi ropa, también aproveché de doblar sus pantalones y sus camisetas.

(…)

—Jos, van a ser las nueve, ¿no puedes dejar esto para mañana? —le pregunté.

Hace más de media hora que lo esperaba sentada frente al mostrador de pasteles, él insistía en dejar todo limpio. Me dio risa, su habitación era un desastre y se ponía a limpiar lugares ajenos.

—Si quieres, vete. Puedo tomar el autobús.

— ¿Estás loco? No pienso dejar a mi futuro esposo solo, en medio de la noche, con un frío bajo cero —le dije sin pensar.

—La semana pasada me dejaste tres veces, ¿por qué ahora estás tan desesperada por volver conmigo?

¿Qué clase de pregunta era esa? Marina me había dicho que me dejara enamorar por él, pero a este paso sólo conseguiría que me enfadara más.

ERES LA CANELA DE MI ARROZ 《jos y tu 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora