Minimarato 2/2
No podía dejar de mirar al chico detrás del mostrador. Era guapo, alto, de cabello castaño y con una hermosa sonrisa. Trataba de ponerle atención a lo que me decía Flor acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.
—Creo que la comprare… —le entendí a Flor. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Flor notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda.
—No puedes, ____. Estás comprometida ahora, ¿qué pensaría Jos si te viera en estos momentos?
Sí… ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre?
—No lo sé… tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometida, no ciega —le respondí. Flor negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda.
Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me gustaba pero no de la misma forma que Jos.
No, no era justo para el, así que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo.
Sin embargo, no funcionó. Flor me regañaba cada cinco minutos por mirar “descaradamente” a otro hombre que no fuera mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 17 años y que era una chica como todas las demás.
—_____, ya basta. Llamaré a Jos —me dijo enojada mientras sacaba el celular de su bolso.
—Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado —protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él. Seguía siendo un desconocido.
Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Flor fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico.
—Hola chicas, en qué puedo ayudarlas —nos dijo con una agradable sonrisa. Flor bufó y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de “no hagas nada o le diré todo a Jos”.
—Quiero pagar esto —le dijo Flor, sin dejar de amenazarme.
Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con ropa, Flor se apresuró en salir tirándome del brazo. Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, Jos bebía un café.
—Recuérdenme no volver a acompañarlas cuando digan la palabra “compras” —nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotras. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Flor quería aprender a tocar guitarra y para empezar necesitaba una.
—Al final, ¿qué compraron? —nos preguntó Jos mientras subíamos por la escalera eléctrica.
—Yo un vestido para cuando llegue la primavera, un abrigo, una falda, un par de zapatos y un chaleco —enumeró Flor.
—¿Y tú, ____?
—Nada —le contesté.
—No compró nada, pero le echó el ojo a algo que estaba fuera de su alcance —comentó Flor. Estuve a punto de caerme cuando nos bajábamos de la escalera.
—¿En serio? ¿Qué era? Si no te alcanzó el dinero debiste llamarme, me pagaron ayer.
—No seas tonto, Jos. No te molestes —me apresuré en decir, pero él ya había dado media vuelta dispuesto a regresar a la tienda.
—Deja que Jos te consienta, lo hace porque te ama —agregó Flor, alzando la voz para ponerle énfasis a sus últimas palabras.
Fue demasiado tarde para persuadirlo, en menos de dos minutos estábamos de regreso en la tienda. Estaba atrapada, no quería que Jos gastara su dinero en algo inservible y caro para confirmar mi coartada, pero si no lo hacía quedaría al descubierto.
—¿Qué era lo que querías, ____? —miré a todos lados, buscando algo llamativo y costoso. No había nada de mi gusto, nada que convenciera a Jos. Era un asco, ya que él me conocía como la palma de su mano, no era tan fácil engañarlo en ciertos aspectos –excepto en mentiras blancas e inocentes-. Por ejemplo, en cuestión de gustos, él sabía como me vestía, no podía de un momento a otro pedir un abrigo estrafalario con estampado de cebra.
Entonces, al final de la tienda, una repisa de perfumes iluminó mi mente. Eso era, los perfumes eran caros y no estaban tan alejados de lo que yo usaba.
—Un perfume —le dije. Jos asintió y buscó donde estaban los perfumes, tuve que señalárselos y fuimos hasta la repisa para verlos. Flor resopló frustrada, esto no se lo perdonaría fácilmente.
Elegí un horroroso perfume con aroma a vainilla, pero que era el más caro del lugar. Jos se mordió el labio cuando vio el precio, creí que se retractaría, pero no lo hizo. Me dijo que si eso era lo que quería, me lo regalaría. No me atreví a mirarlo a los ojos, yo era la peor persona del mundo.
Sin embargo, toda la farsa se vino abajo cuando la chica que atendía en la sección de perfumes nos dijo que la caja registradora estaba descompuesta y nos dirigió a la caja donde atendía el chico.
El calor inundó mis mejillas, al igual que el color. Podía sentir como bajaba por mi cuello, la bufanda ya no me parecía tan necesaria.
—Volvieron —nos dijo a Flor y a mí el chico. Su sonrisa logró captar mi atención. Me reprendí mentalmente, no podía embobarme ahora, Jos estaba a mi lado.
—Sí, genial ¿no? —le dijo Flor.
Jos lo miró con desconfianza, pero el chico no pareció darse cuenta y clavó su mirada en mí.
“Mira a otro lado, idiota. No es un buen momento” pensaba asustada.
Después de que Jos pagara –me sentí culpable cuando le entregó el dinero, un gasto innecesario-, cuando nos dimos vuelta para salir, el chico se apoyó en el mostrador y me llamó. Quise que viniera una manada de lobos de la montaña más cercana a devorarme viva. Los tres nos volteamos, Flor con una sonrisa victoriosa, yo con lentitud y temor y Jos con la mirada más extraña que haya hecho en su vida. Podía ver lo tensa que estaba su mandíbula.
—Hey, me llamo Will, me preguntaba si querías salir conmigo. Es que cuando estuviste aquí con tu amiga me fije que no dejabas de mirarme, así que supuse que…
—No supongas nada —le cortó Jos. Estaba aterrada, tenía el rostro frío y neutro, como si no sintiera nada. El chico lo miró perplejo, parpadeando varias veces tratando de entender la situación. De pronto, Jos me agarró del brazo y me arrastró fuera de la tienda. Flor vino tras nosotros, pero Jos le gritó que nos dejara solos.
Temí por mi vida.
Me obligó a caminar hasta el estacionamiento, allí no había nadie. ¿No iba a golpearme o sí? No, Jos era demasiado bueno para hacer eso.
— lo siento, te juro que… —comencé a disculparme, pero no pude continuar, la imagen de Jos furioso era escalofriante. No me hizo nada, no me tocó ni un pelo, pero su mirada acusadora era suficiente para saber que en su mente yo estaba muerta.
—No hice nada, sólo lo miré, ni siquiera sabía su nombre hasta que lo dijo —me atreví a terminar de decir.
No dijo nada. Guardó silencio y buscó el auto que estaba estacionado a unos metros de nosotros. Se subió en el asiento trasero y allí se quedó. Flor llegó diez minutos después y quiso saber que sucedió, pero no pude decirle nada, ya que yo tampoco lo sabía muy bien. ¿Pero que fue lo que hise?
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Ay rayita la cagaste u_u
COMENTEN la parte que mas les gusto si quieren que siga ;3
4 comentarios y sigo
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ERES LA CANELA DE MI ARROZ 《jos y tu 》
Romanceescrito x mi amiga deyna bustos espero q les guste