Después de recoger a Alan, nos fuimos directo al parque de diversiones.
Era más una feria que un parque, pero a mí me gustaba. El ambiente alegre era contagioso, a pesar de que toda la diversión era de noche, prefería ir de día porque así aprovechábamos el tiempo al máximo.
Mientras los chicos compraban las entradas y se ponían de acuerdo a qué atracción subir primero, Jenny me miró suspicaz y me agarró de la mano que tenía el anillo.
—¿De tu abuela, eh? —aparté la mano y la volví a esconder en mi bolsillo.
—Sí, ha pasado de generación en generación en nuestra familia.
—Ya, y el que reconozca entre un anillo normal y uno de compromiso, más las intensas miradas de Jos y tu distracción el día de hoy no tiene ninguna relación.
—No —normalmente era una excelente mentirosa, pero esta vez me delaté sola al dirigir mi vista hacia Jos.
—____…
Y no lo soporté.
Se los conté todo, desde la confesión hasta lo que se proponía Jos. Flor me dijo que eso no estaba bien, que un matrimonio era un lazo de amor mutuo, Katy no dijo nada pero me consoló en silencio, en cambio Jenny… pegó el grito en el cielo.
—¿Me dejarás ser la dama de honor? —las tres la miramos sorprendidas.
—No me escuchas, Jenny. ¡No quiero casarme con Jos! —le dije exasperada.
—¡¿Tú qué?! —di media vuelta y me encontré con el rostro distorsionado de Freddy—. Explícame de qué demonios estás hablando.
Nuevamente le relaté lo sucedido y a medida que avanzaba Freddy iba cambiando de colores.
—No puede hacer eso… —dijo cuando acabé de contarle—. No te preocupes, Tinker. Yo te ayudaré.
—Y yo —dijo Katy.
—Cuenta conmigo —se unió Flor.
Jenny se quedó callada, pero Katy le dio un codazo en las costillas.
—Está bien. También te ayudaré. Pero en caso de que esto no funcione y tengas que casarte con Jos, el puesto como dama de honor ya está reservado —puse los ojos en blanco y le tiré el cabello como regaño.
—¿Qué tenías pensado hacer? —me preguntó Freddy.
—Bueno… casarme con Jos y ser la peor esposa del mundo —me encogí de hombros y sonreí con inocencia. Freddy bufó y me golpeó en la frente.
—Eso déjalo como plan B. Lo que tienes que hacer ahora es lo siguiente…
Los chicos regresaron con ocho entradas que incluían comida y una vuelta a cada atracción. Lo primero que hicimos fue comprar comida, hasta que vi un puesto de hamburguesas no recordé que no había desayunado y mi estómago comenzó a rugir en cuanto el aroma de la carne llegó a mi nariz.
Después iniciamos la búsqueda de Alonso. Dijo que nos esperaría al lado de la casa embrujada, no demoramos en distinguir su anaranjado/rojizo cabello de entre la multitud.
—Al fin llegan, ¿por qué tardaron tanto?
—Por culpa de _____ Durmiente —me acusó Jos. En un caso normal lo habría insultado y los demás se hubiesen reído de nuestra discusión, pero todo estaba demasiado tenso como para encontrarle la gracia al chiste de Jos.
—Bueno, será mejor que entremos a la casa embrujada de una vez, dicen que es tan aterradora que hasta a los mismos trabajadores del parque les asusta.
Terminé mi hamburguesa y nos pusimos en la fila para entrar.
Alonso no se equivocaba, el lugar era espantoso. Debíamos seguir un camino recto, pero todo estaba a oscuras y se escuchaban gritos cada vez que dábamos un paso. Me tragué el orgullo y la dignidad cuando nos cruzamos con la habitación del exorcista, como Jos no se había separado de mi lado salvo para comprar las entradas, me aferré a su brazo lo que quedaba de recorrido.
Cuando salimos de la casa embrujada, tenía los ojos cerrados y Jos casi me llevaba en brazos.
—_____, ya salimos, no hay nada aterrador aquí —me decía con un susurro en mi oído. Pero si que lo había, me aterraba el sólo hecho de que mi corazón saltase y latiera más rápido al oír su voz.
—No, hay monstruos que quieren comerme, nunca más en mi vida abriré los ojos —le dije. Estaba abrazada a él con la cara escondida en el espacio que se formaba entre su cuello y su hombro.
—¿En serio? Porque por ahí veo una montaña rusa —abrí los ojos de golpe y divisé los rieles y las extravagantes curvas de la que sería la montaña rusa más grande que haya visto en mi vida.
Solté a Jos y fui corriendo a colocarme en la fila. Mis amigos llegaron entre carcajadas, nunca antes había logrado resistirme a este juego, era mi favorito.
Freddy se me acercó y disimuladamente me dijo:
—¿De verdad no te quieres casar con Jos? Hace unos minutos me pareció que estabas muy bien a su lado.
—Estaba asustada, no molestes.
—Sólo te quiero ayudar a que tomes la decisión correcta.
Pensé en lo que me dijo Freddy durante mucho tiempo, no me di cuenta cuando la fila avanzó y llegó mi turno de subir.
La decisión correcta ¿Cuál era? Casarme con Jos y ser la mujer más insoportable del planeta o romperle el corazón.
Si hacía la primera, Jos me odiaría. Si hacía la segunda, que sería efectuar el plan de Freddy: fingir que estoy enamorada de otro chico, Jos también me odiaría. Sin mencionar el daño que le causaría.
En ambos casos el perjudicado sería Jos. Me sentí horrible, como si yo fuera el monstruo. Sólo pensaba en mí y en lo que me sucedería, y sin embargo, a Jos no parecía importarle ¿Por qué era tan bueno?
“Yo te amo”. Parecía que esa era la respuesta para todas mis preguntas.
—Chica, ¿vas a subir? —miré al hombre que estaba en la entrada de la montaña rusa. A mi alrededor las personas se quejaban porque no me subía de una vez.
—Claro —me senté en el segundo de los carritos y esperé a que alguien se sentara a mi lado—. ¿Quién se va a sentar conmigo?
Todos giraron a ver a Jos, que movía los brazos impaciente y parecía no estar allí.
—Jos… —pero él no escuchó a Alonso.
Entonces lo recordé. Jos le tenía miedo a las alturas y en especial a las montañas rusas. Me mordí el labio, pensando en que hacer.
Me bajé del carrito y caminé hasta tomar de la mano a Jos. No me agradaba para nada todo esto que nos ocurría con respecto al matrimonio, pero el seguía siendo mi "Chico perfecto". Y si a él no le molestó cargar conmigo en la casa embrujada, a mi no me molestaría hacerle compañía mientras los demás disfrutaban de la montaña.
—Yo lo acompaño, no se preocupen —les dije.
Antes de que el juego empezara, Freddy me miró fijamente y sonrió.
Me dolía aceptarlo, pero ya había tomado la decisión correcta.
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ERES LA CANELA DE MI ARROZ 《jos y tu 》
Romanceescrito x mi amiga deyna bustos espero q les guste