Maraton 1/2
Todo se oscureció. Literalmente.
—¡SE CORTÓ LA LUZ! —gritó Holly.
Escuchamos pasos en el pasillo y recordé que la puerta estaba sin seguro. Aunque no se veía nada, lo más seguro es que Marina o mis padres vinieran con una linterna. Y si nos encontraban desnudos a punto de tener sexo, me encerrarían en el sótano y castrarían a Jos sin importarles que estuviéramos comprometidos.
—Jos, la puerta —murmuré. Sentí un peso menos cuando se levantó y corrió para ponerle seguro a la puerta.
Busqué a tientas mi ropa y me la puse como pude. No sabía si Jos también se estaba vistiendo, pero cuando me abrazó por la espalda, el contacto con su piel me provocó una descarga eléctrica.
—¿Y qué dice tu sistema nervioso? —inquirió acercando mi espalda a su abdomen.
Fue como un golpe, como si una enorme bola de nieve cayera sobre mí y congelara mi mente.
¿Qué decía mi sistema nervioso? Que estaba en serios problemas.
Me aparté de él, gracias a Dios se había cortado la luz, una porque de no ser así en este momento estaríamos en la cama, y segundo porque no podía verlo a la cara.
Sentí vergüenza. Me había dejado dominar por una necesidad estúpida. ¿Cómo se suponía que dormiría con jos si estuve a punto de hacerlo con él hace menos de cinco minutos?
—¡Chicos, ¿están bien?! —gritó Marina desde el otro lado.
—Sí, no te preocupes —le contestó Jos.
Marina… Jos le hablaba como si nada.
Estaba tan arrepentida, no podía dejar que esto sucediera. No, no, no.
—¡Les dejaré una linterna frente a la puerta! —nos dijo Marina.
Antes de que Jos abriera la puerta, corrí hasta el baño y con fuerza di un portazo. A los segundos tocaron la puerta, pero no quería abrir.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué sentí “eso” cuando besé a Jos? ¿Por qué ahora y no antes? ¿Qué había cambiado en nosotros?
O tal vez la pregunta más lógica sería ¿Qué había cambiado en mí?
—______, debemos hablar sobre esto —dijo tratando de abrir la puerta.
Ignoré su voz y me quedé sentada en el suelo recordando lo que estuvimos a punto de hacer. Una parte de mí quería salir de aquí y tirarme a sus brazos para continuar lo que nos interrumpieron, pero otra parte me exigía esconderme y avergonzarme.
Un halo de luz entró por la puerta, era la linterna. Jos había abierto con las llaves que tenía en su velador. Me alumbró al rostro y tuve que cerrar los ojos porque la luz molestaba, se sentó junto a mí pero yo me aparté lo más que pude.
Apagó la linterna y nos quedamos a oscuras nuevamente, la tensión se podía sentir en el aire.
—_____, ¿qué dice tu sistema nervioso? —preguntó otra vez. Miré hacia otro lado, era tonto porque él no me podía ver, pero de todas formas lo hice porque sabía que Jos me estaba mirando a través de la oscuridad.
—¿Qué dice? —insistió.
—Que te quiero… y que también me gustas —contesté después de una pausa insufrible. Escuché como suspiró, pero eso no me calmó.
Le había confesado que su plan estaba funcionando ¿y ahora qué?
Volvió a encender la linterna y vi una gran sonrisa que estremeció a mi cuerpo. No podía dejar de mirarlo así, era demasiado hermoso.
—Es un avance —comentó, quise protestar, pero él agregó algo más—: Te estaría mintiendo si te dijera que no disfruté lo que estuvimos a punto de hacer… debo confesar que me habría encantado terminarlo —mi respiración se aceleró. Ya no sentía esa necesidad de tocarlo, mas unas ganas de abrazarlo se estaban apoderando de mí—. Pero eso no es lo que quieres…Creo que fue más repentino que un deseo, lo sé porque te conozco.
Lo abracé sin importarme lo incómodos que estábamos en el suelo del baño, Jos me rodeó con sus brazos y yo escondí mi rostro contra su cuello. Su cabello me recordaron un algo que me hacía imposible odiarlo cuando se ponía tierno.
—Si lo vamos a hacer, no quiero que sea así, de repente. Quiero que lo hagamos con amor, que lo hagas porque me amas y no porque las hormonas te traicionaron.
Reí ante su comentario, era verdad.
¿Qué tanto me conocía Jos para decirme las palabras exactas que hacían que dejara de sentir culpa y vergüenza?
—Te quiero mucho, Jos —le dije contra su oído.
—Y yo te amo —me respondió.
Por primera vez, sentí que mi pecho se comprimía de dolor. No poder contestarle de la misma manera en que él lo hacía era peor que el calor que sentí cuando miré sus labios con otros ojos. Porque sabía que eso se podía apagar con besos y caricias, pero la culpa de no poder decirle que lo amaba no.
No se iría hasta que de verdad lo sintiera.
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ERES LA CANELA DE MI ARROZ 《jos y tu 》
Romansaescrito x mi amiga deyna bustos espero q les guste