Juegos de poder

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(B)
Tres días pasaron sin recibir alguna respuesta de Vegeta, en los desayunos y cenas que compartíamos con su esposa se limitaba a comer y evitaba el contacto visual conmigo y cuando por error nuestras miradas se cruzaban se veía totalmente irritado, lo ignoré, si quería provocarme algún tipo de miedo no lo lograría haciendo berrinches de niño pequeño. Esperé pacientemente, algunas cosas eran inevitables y en ese momento negociar era una de esas cosas.

(V)
Decidí ir hablar con esa mujer, me dirigí a su habitación y ahí estaba el inútil de Raditz custodiando la puerta, lo mire.
—Háblale a esa mujer —Le ordené, él hizo una reverencia más obligada que nada pero aun así era agradable verlo obedecer. Toco la puerta

—Su majestad, la busca el príncipe —Al poco rato la puerta se abrió. Ahí estaba ella, con el cabello suelto y un pequeño vestido color rosa claro

—Principe — Pareció amable pero en su voz y expresión podía notar que en esa palabra no existía un apice de respeto sincero, sonreía como si me estuviera esperándome, tuve que tragarme el orgullo. —Pasa — Se hizo a un lado para dejarme entrar

—Qué? —No pude evitar decir con cierta sorpresa

—Que pases, no esperaras que hablemos afuera o sí? —Dijo como sin nada

—Su majestad, usted está... no es correcto... — Intervino Raditz visiblemente sonrojado y yo le di la razón, por más vulgar que fuera esa mujer era la reina y no debería aceptar tan fácilmente que algún hombre entrara a su habitación por la noche y vestida de ese modo, ni siquiera a mí.

—Entonces hablaremos mañana, no pienso cambiarme solo para que estés a gusto. — Y se dispuso a cerrar la puerta frente a mi, tuve que detenerla, maldición, eso era vergonzoso pero no esperaría una noche más, Raditz me miro con una expresión molesta y sorprendida pero lo ignore, aquello era más importante y si a esa mujer no le interesaba su dignidad a mi menos.
Entre, eso era la habitación donde dormía mi padre? Definitivamente no lo recordaba así. El lugar era incomodo, lleno de cortinas, telas, papel tapiz, muebles, alfombras y almohadas por todos lados y sobre todo, el aroma de esa mujer era casi asfixiante. —Siéntate — Me saco de mis pensamientos, la mire nuevamente

—Podrías ponerte algo decente —Dije antes de tomar asiento, ella giro los ojos molesta

—Vienes a hablar o a observar mi ropa? Acaso te distrae demasiado? —Loca, no podía ser más vulgar. No me interesaba verla apuesto que debajo de ese diminuto vestido no llevaba nada, la creía capaz de eso, maldición, concéntrate Vegeta, eso no importa!. Me senté al fin y ella lo hizo también. –Y bien? —Continuo

—No pienso postergar más la situación, de ser posible, mañana mismo nos casaremos

—Y?

—Solo venia avisarte

—Y qué hay de lo que te propuse? —Bufe

—Eso importa? Te casarás conmigo tal como lo planeaste que más quieres

—Quiero que te comprometas a dejarme ir después de algunos meses — Era enserio? —Quizás pueda salir a un viaje y fingir mi muerte, con eso no tendrás que dar explicaciones y podrás seguir con tu vida.

—Tu que ganas con eso? — Tuve la curiosidad

—Mi libertad, que más?

—No te creo — Se levantó de su sitio molesta

—No gano nada más Vegeta, para mí lo más importante es ser libre y poder volver con mi familia al planeta tierra.

—Y si me niego?

La esposa de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora