Tocando el cielo

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Hola!! disculpen la demora u.u  ya tenia una buena parte y olvide enviarla a mi correo personal y ya no pude publircar el fin de semana.

Aun asi aproveche para publicar otra historia, echenle un ojo, vale la pena "Lazos de sangre" se llama.

***

Algunos por ahi se quedaron con ganas de que algo pasara entre Raditz y Bulma, bueno, les digo, la noche a penas comenzaba.

Advertencia: Hay un poco de lemon, pero poquito :D

Espero lo disfruten

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(B)

Eran las cuatro de la mañana, lo supe por el reloj en la pared, con pereza talle mis ojos, sentí algo pesado sobre mi abdomen, lo toque, recordé, era el brazo de Raditz a mi lado, lo vi, seguía dormido pero yo tenía que irme, no podía pasar la noche ahí o perdería cualquier oportunidad de proteger a Raditz, levante su mano, estaba pesada, la puse a un lado lo más despacio posible, lo vi moverse un poco pero al parecer no lo había despertado, con cuidado me levante y fui al baño, puse la regadera y cuando el agua llego a su punto me metí, no podía dejar algún rastro del aroma de Raditz en mi o lo metería en problemas así que bueno, ni modos, a las cuatro de la mañana en el agua.

—Eres una pequeña ladronzuela — La puerta del baño se había abierto, era Raditz que observaba recargado desde el umbral de brazos cruzados

—Te desperté? Lo siento —Continue tallando mi cabello

—Afortunadamente, puedo acompañarte? —Lo medité un poco pero luego pensé, que sea la última vez, por qué no?

—Bueno —Respondí simplemente, no tuvo que quitarse mucho, solo la sabana que había traído desde su habitación. No pude perderme la vista, siempre era agradable ver un cuerpo tan bien formado en toda su desnudez, no pude tampoco, evitar morder mi labio al verlo acercarse. Me hice a un lado para dejarlo mojarse con el agua tibia, mire como el agua recorría todo su enorme y bien esculpido cuerpo, como poco a poco el agua mojaba su espeso cabello y hacia que perdiera el volumen a medida que se humedecía entre sus dedos. Me miro,

—Piensas quedarte ahí? —Puso una sonrisa traviesa

—No estaría mal, tengo una buena vista — Seguí su juego

—Ven aquí — Me atrajo de la cintura hasta estar completamente pegado a él, sentí su piel y sentí el agua envolverme a mí también, luego su mano dirigiendo mi rostro y finalmente sus labios chocando con los míos. No puedo decir que aquello no fuera algo que no disfrutara, Raditz había sido, durante todo ese tiempo mi amante y más que eso, había sido mi paño de lágrimas y mi ayuda cuando más triste y sola me sentía en ese planeta. Aunque al principio, como todos los sayayines, me miraba con recelo y recibió con molestia la noticia de que sería mi protector, no paso mucho tiempo hasta que dejo de mirarme con molestia y comenzó a reírse de mis bromas sobre su seriedad y de mi torpeza cuando nadie más me veía, supe que podría confiar en él y creo que él también supo que podría confiar en mí, pudo ver que era buena persona a pesar de que la mayoría pensara lo contrario y él me mostro que también habían sayayines buenos a pesar de que yo no lo creí posible.

Su cuerpo era mucho más grande que el mío pero tenía la capacidad de acoplarse de tal modo que nunca me sentí intimidada por su aparente rudeza, al contrario, siempre mostro delicadeza al momento de acercarse a mí. Aún recuerdo la primera vez que me dijo lo que sentía, el primer contacto más allá de su trabajo y de mi puesto. Fue casi un año después de haber llegado a Vegetaseis, en una de mis labores no tuve el suficiente cuidado y termine lastimada de tobillo, aunque no era su deber él se encargó de cuidar de mí.

La esposa de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora