IX. 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐒𝐄 𝐃𝐄𝐑𝐑𝐔𝐌𝐁𝐀

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Kokoro y Ai se despidieron de Ai a la salida de Starbucks.

─Muchas gracias por la salida de hoy, Kumi-chan─ le agradeció Kokoro con una sonrisa─. Fueron unos días difíciles para mí, pero tú siempre sabes cómo hacerme sentir mejor.

─Me alegra que pienses eso. Amo ayudar a los demás. De hecho, cuando sea grande, me gustaría ayudar a todas las personas del mundo, a terminar las hambrunas, las guerras civiles, la violencia, que todos sean felices y el mundo sea un lugar lleno de paz y amor...

─Suena como algo increíble, pero es muy complicado de lograr. No quiero dejarte las ilusiones, pero piensa así: la Tierra es un lugar enorme, son más de cien países, cada uno se rige con distintas normas, no es sencillo para nada poder calmar todos los conflictos del mundo, ya que no todas las personas son fáciles de hacer razonar, yo lo aprendí por las malas...─ dijo la peliblanca.

─Lo sé, Ai, por más que lo intente, moriría de ancianita porque no puedo estar en todos los países del mundo, por eso busqué otro objetivo para cumplir cuando sea mayor, y es ser maestra de preescolar, y quizás también de primaria, porque otra cosa que amo, aparte de la paz mundial, son los niños. Quiero educarlos para que sean felices, quiero jugar con ellos, quiero abrazarlos... Dios, ya quiero ser maestra, jeje.

─Sinceramente se te da muy bien, porque el día de la obra de teatro pude darme cuenta de que todos te aman, y tú lo amas a ellos─ le dijo la rubia.

─Gracias, Kokoro-chan─ sonrió.

─Bueno, yo me tengo que ir a casa. Cuídense─ se despidió la peliblanca, y se fue caminando a su casa.

─Nos vemos, Ai-chan.

─Kumi, ¿puedo irme a casa yo también?─ preguntó Kokoro.

─Por supuesto. ¿Quieres que te acompañe?

─¡No!

─B-bueno.

─Digo... no es necesario, jeje. No quiero que papá la vea, si es que ya está en casa...─ pensó.

─Está bien...


Ai no quería ir a su casa, entonces fue al supermercado a recorrer las góndolas para hacer algo de tiempo, y ver si había algo rico y barato para comer, porque se gastó casi todo el dinero en el frappé de Starbucks. 

Solía recorrer las góndolas del supermercado desde pequeña, más o menos desde los diez años, cuando comenzó toda la calamidad de su vida. Era un escape de su casa. Observaba todas las cosas que quería comer en su vida, pero nunca las pudo comer porque siempre fue proveniente de una familia muy, pero muy pobre. 

Ahora que fue antes del atardecer, pudo ver la nutella que siempre quiso probar, pero al ser muy cara, nunca la pudo probar, también unos pasteles de chocolate que estaban en las neveras, entre otras cosas. Las mejores comidas que comió en su vida, fueron antes de los diez años, y las que comió con sus amigos. Fueron escasas las veces en las que tuvo dinero para comprar sus cosas, eso fue porque ahorraba monedas que encontraba regadas en su casa, bajo los sillones, tras los muebles, inclusive su tía le daba dinero, porque lo merecía.

Y hablando de su tía, está cada vez peor con el tema del cáncer. Los doctores dijeron que eran pocas las posibilidades de sobrevivir a las últimas quimioterapias. Ha ido a verla, y está sin cabello, con la mirada apagada, apenas hablaba... Era un infierno verla así. Ella ya esperaba lo peor. Quería ir a verla ahora para poder decirle cuánto la amaba y cuánto la ha ayudado todos estos años tan caóticos para ella.


Caminaba por las calles vacías, con la mirada perdida. Sentía un nudo en el pecho y un sabor amargo que se le subía a la garganta. Cada paso que daba para llegar al hospital se sentía en los latidos de su corazón, los cuales se hacían más frecuentes y fuertes al irse acercando a ese lugar que ella detestaba.

𝗠𝗜 𝗡𝗢𝗩𝗜𝗢 𝗘𝗦 𝗨𝗡 𝗩𝗔𝗠𝗣𝗜𝗥𝗢 𝟮 ❱ 𝗖𝗧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora