El Regreso

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El ruído de las olas estaba presente junto al viento, esos estruendos al romperse.
Kenway se limitaba a observarla como si tuviese todo el día, y vaya que lo tenía.


Alison decidió girarse hacia Altaïr quien estiraba la mano con el coco en ella, esperando a que bebiera.
¿qué más inquietud que el suspiro de ambos hombres por la vista del mar y el viento junto a ella?

Pues el rubio solo suspiraba tranquilamente, con la mirada buscó alguna palmera con más cocos y subió con facilidad. El estruendo de los cocos al caer solo captó la atención de Alison quien compartía el suyo con Altair,  era un sonido demaciado fuerte para haber caído en arena, sentirías que una de esas cosas es capáz de quebrarte algo.

Kenway bajó con naturalidad, se sentó a la sombra de algunas palmeras y comenzó a partir al coco, se giró hacia Alison pero no esperaba que le correspondieran la mirada. Sus ojos se encontraron, Alison parecía inspeccionarlo tan fríamente, como si supiera que algo había pasado ¿quizá escuchó la conversación con Altair?

Imposible, pues el recorrido hacia el otro extremo era para eso, no había manera de que ella lo supiera. Alison cortó la mirada para cambiar totalmente su rostro, sus mejillas parecieron enrojecerse más y sus labios se estiraron, le sonreía a Altair para devolverle el coco.

Altair contestó con gestos que expresaban su sorpresa, sus ojos amarillos detonaron esa sensación de cuando recibes algo maravilloso de la única persona que es capáz de darle un cambio de actitud a tu horrible personalidad.

Estiró sus manos para tomar el coco mientras Alison mantenía esa mueca, invitándolo a beber de igual manera que ella hizo. El cuerpo de Altair se enderezó y por un segundo la miró sorprendido pero con timidéz bebió. Kenway sintió la suavidad recorrer sus labios, no pudiendo evitar beber al mismo tiempo y semtir la textura raspoca de coco, seca e insavora.

Pero al beber el agua, imaginó la sensación suave de la capa interna imaginando la sensación de otros labios, esperando de alguna manera que fueran los de ella.

Kenway llevó su mano derecha a su frente, sonriente y con los ojos cerrados intentó cuestionarse tales pensamientos, mordió suavemente sus labios y eso lo llevaba a dudar más de aquella extraña sensación sin explicarse muy bien la razón.

-Tiene algo que ha captado la atención de todos, Ezio e Evie no parecen tener lo mismo pero sí un instinto protector o de sabiduría, Ezio parece un padre e Evie una madre y amiga que sigue el día a día de Alison aunque apenas lleven una noche de conocerse - le decía Altair estando a solas.

Kenway devolvió la mirada a los tórtolos

-¿acaso no te produce lo mismo?-

Kenway dejó de beber y se recostó sin retirar su mano de la frente, tanta calma y esas sensaciones le hacían sentir como al estar con Caroline tras haberse puesto ebrio. Incluso sentía que ese mareo lo haría despertar nuevamente en casa, a la que jamás regresaría...

El asesino abrió los ojos al sentir que una sombra interrumpía el calor y allí, inclinada hacia él, nuevamente miró a Caroline y sin darse cuenta, era solo Alison. Su olor similar y apariencia le molestaron, por un instante había deseado regresar por un segundo a como era antes.

Kenway se sentó y notó el atardecer hasta que este desapareció, habrían pasado algunas horas para eso.

-Hemos preparado algunas hamacas para quedarnos fuera por si alguien intenta abordarnos- dijo Altair quien se acercaba tranquilamente a ellos.

La brisa cada vez se volvía un poco más fresca y la realidad volvía, Alison se retiró hacia la izquierda mientras Altair le extendió la mano al rubio para levantarse. Ambos caminaron con rumbo hacia Alison, había tres hamacas unidas a sus respectivos troncos, formadas lamentablemente con las redes de Kenway, él solo bufó pero no quiso protestar, esos dos parecían demaciado serios que ya le estaban contagiando el mismo caracter.

Los tres se relajaron, sus lugares eran consecutivos, estando Alison en medio de ambos como si la rodearan para cuidar. Altair retiró parte de su traje de asesino, dejando expuesta su mirada amenazante. Alison acomodó su camisón como si fuese una bata, era lo suficientemente grande para que fuese como una sábana, y Kenway hizo lo mismo, desprendiéndose de botas y traje, mirando extrañado la figura de Alison que le daba la espalda.

No era difícil adivinar que la chica ya se había rendido ante el cansancio en cuanto se recostó completamente, pero no fue ella quien llamaría la atención, sino que las miradas de ambos hombres chocaron, ambos se deleitaban con la chica junto a ellos, siendo como un imán al que no sabían por qué miraban.

Los asesinos se miraban fijamente, no intentaban intimidar pero compartían el mismo sentimiento.

-¿a dónde van exactamente?- cuestionó Kenway, imaginando su travesía junto a los dos pero Altair no emitió palabra alguna y solo se giró al lado contrario, evitando la mirada.

Pero para Kenway, en alguna parte de sus sentimientos eso le producía cierta nostalgia, deseando que sus momentos como ese junto a ella no terminaran, creyendo que esa atracción jamás se perdería.
Pero Caroline en su mente le impidió seguir así, por lo que al igual que Altair, se giró.
Quizá el otro hombre habría recordado sus votos, pareciendo la presencia de la chica, un arma de doble filo.

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Los ligeros pies de Alison comenzaron a descender sin producir sonido alguno, al tocar la arena sus dedos jugaron con la arena. El viento de la madrugada estremecía todo sonido con el fuerte golpeteo de las olas y la brisa revoloteaba sus cabellos junto a la holgada ropa de Kenway.

Caminó paciente hasta la orilla y miró hacia el cielo, buscando algo.

Altair y Kenway se vieron interrumpidos del sueño cuando una brisa repentina movió sus hamacas, mesiéndolos en el viento. Ambos buscaron con la mirada a Alison quien veía perdidamente algún punto en el orizonte. Kenway quiso adelantarse a ver que pasaba antes de que Altair ganase esa oportunidad de cercanía, pero desde que tocó el piso sintió estremecimiento, se sentía igual que en la pelea con ella por segunda vez.

Giró su cabeza en repetidas ocasiones intentando eliminar esa sensación pero no funcionaba, al contrario, aumentaba mientras se acercaba a ella. Intentó buscar algo en el cielo que captara tan perdidamente la atención de la chica y lo encontró.

Altair se acercó serio, le molestaba que Kenway estuviese cerca sin que él estuviera cuidando a la chica. Solo que al verla de cerca, recordó que ella no ocupaba nadie que la protegiera, bueno, si entraba en ese extraño modo.

Comenzó a repasar la primer pelea que tuvieron con ella, donde sus ojos reflejaban otro color por no decir que de verdad habían cambiado, donde su olor se volvió tan fuerte como el de Jacob e incluso imitaba su estúpida forma de caminar ¿lo recuerdan? cuando los asesinos llegaron a la casa de Serge Arias, Arno y Jacob fueron los primeros en comenzar a pelear, así que por muy tontas que fueran esas peleas, alguna parte de ellas las grabó, y eso era desagradable, porque mientras veía al cielo, parecía ser perfectamente otra persona. Un hombre más delicado, con olor entre rosas y alcohol, de porte elegante pero imperfecto, estaba lista para atacar como lo haría Arno, pero ver todos esos rasgos e inlcluso los ojos en ella, le molestaban, porque por esos instantes le estaban quitando su tiempo junto a Alison, su única razón para formar parte del experimento.


Decidió buscar en el cielo y su corazón produjo una descarga de emoción y preocupación.

A unos kilómetros de allí, en medio del inmenso mar, se había formado un círculo azul, podría ser tal vez su salida. Kenway al ver la reacción de ambos formó un nudo en su garganta, de alguna forma no quería abandonarles, algo lo atraía inmensamente a ellos y deseaba continuar con esos rumbos, pero...


-Si es así como vinieros, los ayudaré a volver allí- dijo Kenway con una voz que esperaba que no fuese tan real como parecía.







Viviendo con asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora