Ahí estaba él. Contemplaba cada facción de su rostro con una ira sin igual. Un odio corría por mis venas haciendo que la sangre me hirviera. Le quería matar, le quería golpear, pero me calmé un poco, no debía perder la compostura ante alguien que no conocía. Debo tomar las cosas con calma, pero no hay calma en esta situación. Siento mi corazón palpitar en estos momentos, también siento mis orejas y mejillas arder. Si estaba dispuesto a algo es a gritar, así que lo hice.
—¡Eh! ¡Tú! —al perfeccionar mi visión me di cuenta que estaba sonriendo. Me vio simulando no haberme conocido. No lo culpo por eso, pues es a mi perro es a quien debería recordar. Me acerqué un poco más con las manos empuñadas. Cada vez que me acercaba era como si la vida me dijera peligro. Nunca antes había discutido y sobre todo con un hombre. Siento como si pudiera perder o algo aún peor. Es un efecto de mi problema comunicacional con las personas.
—Hola, me llamo Jake Thompson —si algo no iba bien era su saludo. No entendía como podía ser un idiota en ese entonces y todo un "caballero" ahora—, creo que seré tu nuevo vecino. —me sorprendía. No podía creer ni saber qué es lo que pasaba por su cabeza. Atropella a un perro y actúa como si no pasara nada, sin remordimientos. Yo estaría triste en su lugar, es más, yo hubiera pagado el veterinario de no ser hijo de una de las que trabaja en el veterinario al que fui. Este chico, o mejor dicho, Jake, necesita que lo pongan en su lugar.
—No vengo aquí a a saludarte. —su cara cambió dramáticamente. Vamos progresando. Al menos puedo quitarle esa expresión falsa— ¡Tú! ¡¿Cómo puedes ser tan maldito?! ¡¿Es que no tienes sentimientos?! —es así como logré que atacara. No tenía paciencia ni limites, solo quería desquitarme. Me sorprende lo insoportable que puedo ser de esta manera, hasta yo me disgusto.
—¿Perdón? ¿Acaso te hice algo? —me miraba, casi queriendo matarme. Entendí que él tampoco tiene mucha paciencia, y menos que le alcen la voz. Siento que una parte de mí se disculparía por ser tan grosero, se echaría a llorar y se iría corriendo. Pero no, esta vez esa persona no está. Estoy conociendo una parte de mi que ni si quiera sabía que existía.
—A mí por fortuna no, pero a mi amigo si. —contenía las ganas de golpearlo. Visualicé como soltó una carcajada a la vez que empuñaba su mano. Estaba alerta ante cualquier movimiento, al igual que yo.
—¿Ah sí? No lo creo, porque llevo en esta ciudad menos de dos horas. —me respondía poniendo su cara muy cerca de la mía. En otro contexto me hubiera puesto nervioso debido a mi orientación sexual. Sabía que era gay, pero nunca había experimentado la prueba de amor. Un beso. Creo que besé a un par de chicas cuando era pequeño, creo que así fue como descubrí todo acerca de mí.
Nuestros ojos se cruzaron, veía como me analizaba. Podía sentir el odio en sus ojos también.
Comencé a cuestionar mi autoridad de acusarlo.
¿Y si no era él?
No, no puedo confundirme. Su cara, el auto, es todo lo que vi.
Caminé hacia su auto observándolo de pies a cabeza, en este caso de techo a ruedas. Él me miraba inmóvil y confuso, me miró con inferioridad, como si fuera su sirviente, eso me molestaba aun más así que me apresuré y señalé la parte delantera de su auto. Una abolladura la cubría, un pequeño hueco que sin duda era la prueba que necesitaba.
—Esto, esto es lo que busco. Dime ¿Eres tan mala persona como para dejar a un perro después de atropellarlo? —más miradas. Esta vez sorprendido. Yo con odio. Creí que había ganado y por fin escucharía la disculpa que tanto quería. Pero no fue así. A cambio recibí una ligera risa que luego se convirtió en una demente.
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Odio/Amor
Teen FictionCreí que enamorarse sería solo una experiencia más. Como un rayo en medio de una tormenta, tan repentino y tan natural. Me enamoré de alguien dispuesto a hacerme sufrir, a hacerme feliz, a hacerme querer y a hacerme odiar. El problema no fue el...