Capítulo 14.

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Una punzada de dolor golpeó mis sienes cuando la luz natural que se colaba por la ventana me dio de lleno en la cara, sabía perfectamente que significaba esa sensación, no era la primera vez que me pasaba, era resaca. Esperé a que mis ojos se acostumbraran un poco al entorno y me incorporé despacio. Me encontraba en una cama que no era la mía, eso estaba claro, la habitación aunque era bastante grande parecía más pequeña debido al desorden, ropa por la silla y el suelo, zapatillas y botas tiradas, un cenicero lleno de colillas en la cómoda, tenía toda la pinta de ser el cuarto de un chico. Una oleada de pánico me invadió el cuerpo y con gesto rápido levanté la sábana con la que estaba tapada para comprobar si mi ropa interior estaba donde debía estar, solté un suspiro de alivio al ver que llevaba las bragas puestas bajo aquella larga camiseta de color blanco. 

Comencé a recordar pequeños flashes de la noche anterior, a Kook llevándome en brazos hasta una casa que no era la mía, como una de las veces que desperté me encontraba abrazada a él, y el beso, eso era algo que recordaba como si hubiera pasado en ese preciso instante. Golpeé mi frente con la palma de la mano, riñéndome a mi misma por haber bebido tanto y comportarme de aquella forma tan impropia de mi.

Me levanté rápidamente, buscando mi ropa, que era lo único que estaba doblado, en una gran mesa de escritorio, la cogí y me dirigí hacia la puerta que había a mano derecha, suponiendo que era el baño. Abrí la manivela y di unos pasos más para adentrarme en el servicio, cuando de una no pude evitar dar un respingo ante la escena que encontré dentro de este. Una cara familiar me observaba, Kook se encontraba revolviendo su húmedo y castaño pelo mientras vestía unos simples y escuetos boxers de color negro, me miró alzando las cejas con sorpresa. 

-¡Oh joder! Lo siento...yo...pensé que no había nadie -me tapé los ojos con la mano libre, aunque la imagen de aquel muchacho con el torso desnudo y bien definido, tapado por unos míseros calzoncillos no se me iba a ir de la cabeza tan fácilmente. Noté como mis mejillas comenzaban a arder.

-Buenos días May -me saludó el moreno con voz cantarina, mientras no podía evitar soltar una risa- No te preocupes, ya he terminado -Se colocó con rapidez unos anchos pantalones de color gris y se acercó a mi, tomando mis mejillas con una de sus manos para apretarlas, a la vez que pegaba sus labios a los míos en un fugaz beso, dejándome totalmente sin palabras.

Me giré para mirarlo, incrédula ante aquello, mientras el caminaba como si nada hacia el armario, rebuscando entre la ropa. Por primera vez observé un poco mejor el cuerpo de aquél muchacho, tenía una gran espalda, de músculos definidos, pero sin duda lo que más me llamó la atención fue la colección de cicatrices que tenía en ella, eran de un color blanquecino, como si ya llevaran bastante tiempo en su piel. Como algo automático me acerqué despacio hasta él, quedando perpleja y estirando mi brazo para tocar una de ellas, Kook giró su cabeza, observándome y haciendo que dejara mi mano en el aire.

-¿P-puedo? -pregunté con un hilo de voz.

-Claro -se encogió de hombros como si el hecho de ir tan marcado fuera lo más normal del mundo.

Mi dedo índice siguió, con suavidad, la dirección de aquellas cicatrices, era como si estuvieran totalmente pegadas a su cuerpo, una oleada de tristeza me invadió, no creía que eso fuera alguna herida de guerra de una pelea, debía tener otro significado.

-¿Cómo te has hecho eso? -supuse que notó el tono de tristeza en mi voz, ya que se giró para tomarme la mano con suavidad y quedar frente a mi.

-La primera vez que me colé en una zona Redcoat, unos Hounds me pillaron a mi y a un par más trapicheando con armas, esto fue su castigo -explicó mientras sus ojos me miraban con fiereza- No fue nada comparado con lo que hicieron con mis compañeros, ellos no volvieron. Maxx sólo pudo conseguir que me indultaran a mi... -alzó su vista hacía un punto lejano de la habitación, como si recordar aquello le resultara doloroso.

Risers. // JK Fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora