¿Seguro?

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Recientemente en la pizzeria había ocurrido otro asesinato -que novedad- pero éste homicidio, dejó sin padres a una bebé recién nacida. Todos los guardias de manera rápida hicieron sus sospechas -"de seguro fue el estúpido ese"- se decían todos mirando al castaño grisáceo.

El azabache negó todas las falsas ideas y aclaró que hasta que no se compruebe que fue el grisáceo, este mismo seguía siendo inocente. Las autoridades entrevistaron a cada guardia, logrando confirmar que ninguno era culpable. Pero no sabían que hacer con la pequeña.

Mientras las autoridades le buscaban a la pequeña algún orfanato, alguna institución o alguna familia que pudiera cuidarla; encargaron a los guardias que cuidaran de la criaturita. Todos se negaron -pero como el jefe era el que decidía- los elegidos fueron nuestra hermosa pareja que en principio dudaban de sus habilidades.

(.)

- ¿Cómo quieren que nos encarguemos de una niña si ni siquiera nos encargamos de nosotros mismos? -Cuestionó el castaño con queja.

- Bueno, al menos es mejor que ser culpado y que te dejen bajo custodia -Respondió con simpleza el de ojos avellana- Tampoco es tan difícil...

- Tu lo dices porque tu ya tienes el sentido maternal dentro de ti -Mencionó de manera rápida.

- Y tu te niegas porque todavía eres un niño inmaduro que no acepta sus responsabilidades -Aseguró tomando su bolso- Vuelvo en unos minutos, voy por la niña, tu por mientras ve y compra lo que necesitemos -Señaló una mesa- Te hice una pequeña lista para que no se te complique.

Y se fue de manera inmediata dejando al castaño confundido mirando el papel con -según él- una larga lista de cosas.

Suspiró, lo dobló a la mitad y lo guardo. Al igual que el azabache, tomó sus llaves y salió del local a buscar lo que ocuparían... no sin antes llevar mucho efectivo.

(.)

Tras ya estar con la criaturita, tener todo lo necesario y cargarla entre los brazos de cada uno -tomando turnos- el azabache movía suavemente a la pequeña de lado a lado tomándola firmemente y además tarareando un dulce melodía.

El grisáceo admiraba los cuidados del menor, además de su bella voz y el reaccionar de manera precisa; quedó en un trance hipnotizado viendo fijamente con ternura la escena.

- Eh...Vincent... ¿Sucede algo? -Cuestionó Scott al ver que el castaño no lo dejaba de ver.

El mayor tardó unos segundos pero volvió a la realidad con una curiosa pregunta.

- ¿Te gustaría ser la madre de los niños que pienso ahora mismo adoptar? -Preguntó el grisáceo.

Disculpa, lo aluciné | VinscottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora