¿Cuánto apuestas?

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Cada día, en un gran casino de la compañía vecina de Fazbear; acudía un linda pareja de un joven y una chica.

Aquel azabache solo acompañaba a la señorita ya que tenía una pequeña obsesión con las máquinas tragamonedas y los juegos de lotería... los cuales mayormente perdía.

Apesar de eso, aquella pareja siempre iban juntos, para de algún modo si él llegase a culparla ella también lo incriminaria por su adicción. Que bonita amenaza...

El azabache se aburría en ese lugar, las apuestas y el azar no eran lo suyo, solo se limitaba a hacer las compras de su dama y a veces veía las interesantes jugadas de la demás gente.

De entre todo el lugar, se encontraba un castaño grisáceo, un profesional en estos temas del poker. Desde el primer día que habían llegado, él ya tenía puesta la mirada en el azabache de lentes verdes. Apreciaba sus rasgos finos y sus ojos los percibía como dos brillantes y hermosos diamantes, obviamente junto a su bella sonrisa.

El grisáceo había prometido no volver a ser un apostador compulsivo... pero al momento de ver a aquel chico -y pensando que era amor a primera vista- seguía jugando victoria tras victoria, con la esperanza de algún día el azabache observara su juego... siendo la única oportunidad donde podría admirarlo más de cerca.

Y así fue...

La partida estaba muy reñida... su contrario jubaba de manera sorprendente, pero el castaño no se dejaría intimidar.

El azabache llegó de manera tranquila a observar el juego, y vaya que era la primera vez que veía una partida así de competitiva.

El grisáceo al sentir la presencia de aquel chico se emocionó como una adolescente y daba gritos internos; pero por obvios motivos mantenía la compostura y miraba atentamente los próximos movimientos de su rival.

Después de unos minutos, el castaño tomó por completo sus fichas moviéndolas al frente, dando a entender que era todo o nada.

Los demás que observaban empezaron a murmurar.

El grisáceo tomó una de sus cartas con ambos dedos y con ésta, señaló al azabache.

- Por ti, lo daría todo~ -Dijo el castaño con cierto tono romántico.

Confundiendo al de ojos avellana y ruborizándolo un poco.

Acto seguido, el castaño grisáceo besó la carta y la colocó en la gran mesa para dejar ver sus cinco cartas correspondientes a una flor imperial.

Finalizando el juego con otra victoria dejando asombrados a todos.













Disculpa, lo aluciné | VinscottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora