CAPÍTULO SEIS

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Odio el sonido de la alarma. Aborrezco cuando se cuela por mis oídos. Me da ganas de apagarla y dar media vuelta en mi cama para seguir durmiendo. Encima hoy es lunes y tengo que ir a clases. No tengo ganas de ir al instituto.

¿Cuándo tienes tú ganas de ir?

Nunca, nunca quiero ir. Ni querré ir jamás. No quiero ver a nadie. Deprimida me levanto a hacer mis deberes mañaneros para ir a coger el autobús. Me duele mucho la cabeza a causa de las pastillas. Me tomé más de la cuenta y me sigue pasando factura. Ayer estuve todo el día durmiendo, no era consciente de nada. Intentaba levantarme, pero me era imposible. Tenía la mente en blando todo el rato y mi cuerpo no reaccionaba cuando intentaba moverlo. Abría los ojos y no podía aguantar mucho, se me cerraban al minuto. Estaba drogada por la medicación. Lo único bueno es que no podía ni pensar, no me venía a la mente ni ELLAS, ni Guido, ni mi tía. Era como si no existieran en mi vida. Recuerdo de manera difusa a mi padre entrar varias veces a mi habitación, me decía cosas sin saber qué eran, no podía escucharle. Solo vi como cogió mi bote de pastillas. Creo que me las ha quitado. Seguro que sabe que he ingerido de más. La he fastidiado porque sé que ya no me las va a devolver y el médico me hace nuevas recetas si está mi padre delante si no, no me las da ni rogándole. Me he quedado sin pastillas. Había descubierto una solución a mi mal estar. Si me tomo seis me dejan como muerta por un día entero y es lo que quiero en muchas ocasiones. No sé cómo me he podido levantar esta mañana de lo mal que estuve ayer porque ha sido sonar la alarma y abrir los ojos, aunque mi cuerpo y mi cerebro le ha costado un poco reaccionar. Al principio estaba desubicada hasta que recordé de que es lunes y toca instituto. Al fin y al cabo no ha respondido tan mal mi organismo ¿Habrá llamado a urgencias mi padre?

Terminó de hacer todo y bajo a la cocina. No esta mi padre por ningún lado. Cosa que agradezco, si no lo tendría que enfrentar y no tengo ánimo para eso. Sigo un poco dormida aún. En la encimera veo una nota doblada. Mi padre seguro.

Desayuna bien que se te pase más rápido los efectos de todas las pastillas que te has tomado. Ya hablaremos esta tarde porque me tienes contento.

Pff, está enfadado. Hoy me va a tocar charla de la buena. Me hundo más aún por pensar en ello. No tengo excusas ni con qué defenderme salvo lo de mi tía Marga, pero sé qué me dirá al respecto. Y tampoco le puedo contar lo que me pasó después de haber salido de casa de su hermana. Me dirá que alucino, que estoy loca o algo así. Apática tiro la nota a la basura y salgo de casa. Nunca he entendido porque le gusta tanto escribirme notas porque me dice cosas como estas y me deprimo. Podría mandarme un WhatsApp que no miro mucho el móvil y así no haberlo visto. Yo creo que por eso mismo me las escribe porque sabe que siempre bajo a la cocina antes de irme. Entonces veré las notas, las abriré y las leeré que es lo que él quiere. Ahora voy a estar todo el día preocupada por la bronca que me va a caer. Sé podía haber ido de viaje, pero no tengo tanta suerte.

Ya en el instituto voy hacia la clase que me toca, pero antes paso por secretaría para coger un justificante. Lo rellenaré y falsificaré la firma de mi padre para mentir sobre mi falta del viernes. Me ha costado mucho aprender a copiar la firma de mi padre, es demasiado complicada con muchos garabatos. Pero después de dedicarle unas horas sé hacerla igual que él. Lo tengo que hacer porque si no justificas la falta, al final del trimestre le enseñarán el total de mis ausencias y me dirá que qué son estas faltas y comenzará a regañarme. En cambio si la justificas cuenta como si hubieras venido, que es lo que quiero.

Me escabullo dentro del aula con los mismos nervios de siempre y saludo a Eugenia. Aún no hay nadie, solo estamos ella y yo. Me siento en mi sitio y saco mis cosas de la mochila. Sin que se pueda dar cuenta relleno el justificante firmándolo para entregárselo y me levanto para acercárselo a su mesa. Al dárselo no me pone muchas pegas y se cree la trola que le he soltado. Le he dicho que estaba enferma con fiebre, temblores, vómitos y diarrea a causa de haber cogido un virus. No me dice nada por no haber asistido a clase y tampoco parece que le importe mucho. Lo único que creo que me gusta de ella es que no le da tanta importancia a las faltas como otros profesores que te avasallan a preguntas con tal de pillarte alguna mentira para luego irles con el cuento a nuestros padres. Me vuelvo a sentar en mi asiento esperando que me diga algo del otro día cuando me paró en el recreo por mi falta de concentración y por la queja del resto de profesores. Me dijo que ya hablaremos sobre el tema, pero no hace mención de ello. Por mí mejor, si no me dice nada no le voy a preguntar. Con tal de que no le digan nada a mi padre me es suficiente. Igual se le ha olvidado el asunto. Ojalá y sea así.

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